En las guerras perpetuas por la conquista del imaginario, pocas veces hemos asistido a una convulsión tan inesperada como la producida por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. En algunos casos podemos hablar, incluso, de shock traumático, hasta el punto de que hay quienes siguen sin creérselo. Y un año después de su victoria, aún nos encontramos a diario artículos como éste , que empieza diciendo que “Nadie, ni siquiera el mismo Trump o su equipo de campaña creían posible este resultado”; continúa calificando al Presidente de los EEUU como un “cretino racista malhumorado e incontenible”, y concluye que “el hombre ha resultado ser tan inútil e ignorante como parecía ser durante la campaña, y el partido ha acabado por fagocitarlo imponiendo su agenda.”

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¿Parece esto un análisis serio, o más bien un ataque de histeria? ¿Por cuánto tiempo seguirán anclados estos analistas y politólogos en la negación de la realidad? Alguien debería recordarles que, aunque el hombre del tiempo diga en la TV que luce un sol espléndido, si por la ventana ves que está lloviendo, es mejor llevar un paraguas.

Comienza el show de Donald

Aunque ya era un empresario de éxito, conocido por sus negocios inmobiliarios, sus hoteles, sus casinos y los concursos de belleza que patrocinaba, Trump alcanzó la fama mediática presentando un show televisivo, The apprentice, en el que varios candidatos competían para conseguir un puesto de directivo en una de las empresas del magnate. Cuando se anunció su candidatura a las primarias republicanas, Kendra Todd, una concursante del show ganadora de la tercera temporada, declaraba con sensatez: “El motivo por el cual Donald Trump es el virtual candidato republicano es porque las personas lo ven como alguien renovador, que dice lo que piensa y llama a las cosas por su nombre”.

En España, Luis Bassat, una de las personas más influyentes en la publicidad, declaraba poco antes de las elecciones presidenciales: «Dudo que una agencia de publicidad decente aguante la manera de hacer de Trump. Así que estoy seguro de que él se hace su propio marketing. Si se lo hiciera un profesional, seguro que le habría dicho que no se puede ir por ese camino» (…) “¿Cómo resolverá EE.UU. el problema si Trump es presidente? Espero que no lo tengamos que ver nunca»

Quizás alguna agencia de publicidad decente debería estudiar las técnicas de marketing del deplorable Trump… O quizás sea hora de que los “expertos” se quiten sus gafas empañadas por la soberbia y aprendan a ver y escuchar a las Kendra que se ocultan en las plantas bajas del rascacielos.

La pesadilla de los «progres»

Para el imaginario del progresista izquierdista americano, que se nutre de las ideas que fluyen de las élites intelectuales universitarias y son difundidas al orbe por la prensa, la TV y la industria hollywoodiense, Trump es una pesadilla. Les ha dejado en ridículo. Como esos paletos simplones hillbilly de las comedias americanas de los 50, Trump ha humillado a los señoritos de ciudad. Y aunque DT sea en realidad un empresario cosmopolita y multimillonario, para la basura blanca pobre que se siente menospreciada y marginada por los hipócritas biempensantes y ecologetas chic de la costa, Trump es uno de los suyos. Hablándoles de forma clara, directa y muchas veces vulgar, ha sabido conquistar su imaginario como ningún presidente antes. Trump representa para ellos la venganza del bruto, el tonto y el feo: una justicia poética polvorienta y desdentada del viejo y profundo sur.

Cómo Donald Trump humilló a los señoritos de ciudad

Como los hillbilly simplones de las comedias americanas de los 50, Trump humilló a los señoritos de ciudad

Pero no sólo ha conquistado a los blancos pobres, sino también al votante conservador tradicional, empresarios, trabajadores, clases medias decepcionadas con los políticos de Washington. Gente de todos los estratos, ideas y profesiones, hombres y mujeres cuyo único nexo común podría ser una desconfianza generalizada hacia los políticos del establishment y los medios de comunicación de masas, ya universalmente conocidos como los Fake News Media.

La bestia negra de los políticos Europeos

Ni en Rusia ni en China ni en Arabia. En ningún lugar del mundo ha sentado tan mal la victoria de Trump como en Europa. Y esto es normal, dado que Trump es la antítesis del típico político profesional europeo. Experto en las técnicas comerciales de negociación y venta, Trump va directo al grano: nada de verborrea, no esperes que te suelte un rollo lleno de frases huecas y biensonantes. Te dice que va a hacer un muro en la frontera con México. Que va a frenar la llegada de inmigrantes. Que va a bajar los impuestos. Que va a obligar a volver a las empresas. Que va a crear millones de empleos. Que va a machacar al terrorismo islámico. Y, en su primer año de gobierno, no sólo lo intenta sino que, en muchos casos, lo cumple. ¡Intolerable!

Trump es la antítesis del típico político profesional europeo

Cómo Donald Trump humilló a los señoritos de ciudad

En campaña, hay permiso para decir casi cualquier cosa pero, para los estándares político-mediáticos del establishment europeo, un político que cumple sus promesas de campaña es un auténtico canalla, un populista, una amenaza para el statu quo. Gracias a Trump, de las cenizas apagadas de la Guerra Fría ha rebrotado en Europa el fantasma del antiamericanismo, la particular leyenda negra del imperialismo americano. El antiguo aliado y amigo, es visto ahora en el viejo continente como una amenaza. Lo dijo el Europarlamentario español, del Partido Popular, Esteban González Pons, en Estrasburgo, en un discurso muy celebrado.

No es tan extraño que sea un español, y de derechas, quien sitúe a Trump, junto al Brexit, Putin, la inmigración y los nacionalismos, como las peores amenazas que rodean a Europa. Cosecha de la derrota de 1898, en España tanto la derecha como la izquierda han sido tradicionalmente anti Estados Unidos. Tener ahora al gordo, bruto y desastrado Trump, con ese pelo amarillo y esas horribles corbatas kilométricas, nos afianza en nuestros prejuicios, nos alivia de nuestros complejos, pues nos da ocasión para burlarnos de esos estúpidos y zafios americanos que han sido capaces de elegirle.

España, el país donde peor imagen tiene Donald Trump

En el imaginario español, un norteamericano es un simplón, un ignorante, alguien al que si le pides que señale España en un mapa apuntará con el dedo a cualquier lugar al azar entre Argentina y México… ¿Cómo explicar si no que España sea el país del mundo que más antipatía siente por Trump, por delante de México, que es su vecino y principal aporte de inmigrantes, legales e ilegales?

España es el país del mundo que más antipatía siente por Donald Trump

En España, la proporción de artículos hostiles a Trump es de 9 a 1, como mínimo. En la televisión, la proporción es mayor, rozando el 100%. Propaganda y ninguna información. ¿Qué ha hecho Trump como presidente de los Estados Unidos de América? Para la prensa española, nada, aparte de tuitear. ¿Es que no queda un solo editor de periódicos que conserve un mínimo de decencia? ¿Es que ya no cuenta en el periodismo el intento de ser ecuánimes y objetivos, aunque por debajo se te vean las costuras ideológicas? ¿Todo vale contra Trump?

No será por su ethos, es decir, por su carácter ni sus modales, por lo que nos gusta Trump, pero ¿cómo no vamos a quererlo los disidentes, los que voluntariamente nos mantenemos libres de pesebres, los que huimos de la mentira consensuada, de la lengua de trapo de la corrección política, de la adulación al poderoso? Tanta manipulación, tanta saña, tanto odio compartido; esa unanimidad en la condena, ese ignorar sus aciertos y magnificar sus fallos, reales o imaginarios, esa obsesión con cada uno de sus tuit que llevan marcando la agenda mediática todo el año… A la fuerza ha de concitar nuestras simpatías. Hidalgos somos, y siempre defenderemos a uno cuando sea atacado por muchos. Especialmente si éstos son bastante más falsos y peligrosos y los tenemos más cerca que ese enemigo al que dicen combatir.

Duro trabajo tiene por delante Richard Duke Buchan III, que recientemente ha presentado sus credenciales como embajador de EE.UU. en España, si quiere revertir la mala imagen de su presidente.


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Cristóbal Cobo
Soy hijo del baby-boom, cosecha del 65. Aunque me ha costado, al fin he alcanzado esa edad en que prefiero saber la verdad a engañarme con mis deseos. Durante muchos años edité y fui redactor jefe de la revista universitaria gratuita Generación XXI (desde 1996), pero la cerramos con la crisis del siglo (2008). Como no escarmiento y me gustan los negocios de riesgo, ahora edito libros en Editorial Manuscritos. Tengo granja, huerto y en mis ratos libres escribo, lo cual ya es vicio. Acumulo libretas tachonadas en un baúl, tres libros de poesía y un par de novelas en barbecho. Igual algún día me pongo a corregir y las publico, cuando sea viejito y ya nada importe. Políticamente insatisfecho, desafecto al Régimen, alérgico a las subvenciones, no alineado. Español renacido, perpetuo conspirador, libre de prejuicios mediáticos. Tengo amigos raros, fachas, comunistas, ácratas, ateos, católicos tradicionalistas, judíos y musulmanes.