En España vivimos una situación paradójica, nunca antes ha habido tantos think tanks liberales, nunca antes tantos partidos políticos se han identificado como liberales, ni nunca antes tantos liberales de reconocido prestigio se han presentado a las elecciones en las filas de tantos partidos diferentes, si bien es cierto que algunos dimiten en cuanto obtienen el escaño, pero aún así considero que el liberalismo español ha fracasado.

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Creo que el liberalismo, en su acepción española no en la americana, se define con dos conceptos básicos que son la Acción Humana y el Orden Espontaneo, a lo que añado la Teoría Subjetiva del Valor en lo referente al liberalismo económico.

Pero basta con echar un vistazo a Twitter para comprobar que en las cuentas oficiales de estos Think tanks, partidos o referentes liberales dominan la exclusión, el adanismo, la ingeniería social y la negación de la acción humana.

Un gran número de referentes liberales basan su discurso en identificar quien es y quien no es un liberal; es decir, en excluir, en base a una supuesta pureza de conceptos

Así, encontramos que un gran número de referentes liberales basan su discurso en identificar quien no es un liberal, es decir en excluir, en base a una supuesta pureza de conceptos tomados literalmente de citas de determinados gurús, lo que supone una nueva versión de la sola scriptura, por no nombrar a aquellos que comienzan cualquier intervención diciendo que no son de tal o cual escuela por no ser estrictamente liberal (curiosamente, hasta hace muy poco tiempo esas mismas personas consideraban no liberal al que no era precisamente de esa escuela), en lugar de esforzarse en encontrar puntos comunes, es decir en incluir, entre las diferentes escuelas liberales, algo que resulta fundamental en una ideología basada en la libertad individual que hace imposible una concordancia total en las ideas de sus miembros.

El adanismo de los liberales más puristas es otro factor determinante del fracaso de estas ideas en España, desde el caso extremo de una conocida política liberal que considera que la fecha del nacimiento de la nación española coincide, sospechosamente, con su año de nacimiento; a todos los pensadores que se niegan a aceptar cualquier construcción histórica, ya sea una unidad nacional o una constitución anteriores a ellos, con la idea absurda de que se deben refundar las instituciones de una sociedad en cada generación bajo la creencia, aún más absurda, de que todas las construcciones sociales deben rehacerse desde cero continuamente. A decir verdad, no todas, estos colectivos también se atreven a identificar qué construcciones ya existentes están legitimadas para permanecer en el tiempo.

Un buen ejemplo del adanismo es la afirmación de que cualquier Estado es ilegítimo ya que ha sido creado por la fuerza, por una minoría guerrera que creó en su día un régimen depredador a cambio de protección. Este régimen se ha legitimado con el tiempo ante la pasividad de los afectados y, precisamente ahora, las personas han adquirido conciencia de su expoliación, cuando se justifica que esos Estados puedan, e incluso deban, disolverse para crear otras unidades nacionales nuevas, denominadas habitualmente como históricas, creadas de forma aparentemente espontánea aunque sus fronteras sean definidas por unos pocos con tiralíneas en un mapa.

Esta teoría, sin embargo, no es capaz de explicar por qué algunos Estados siguen existiendo a lo largo de cientos de años, si bien con ajustes fronterizos, mientras que otros más modernos que cumplen con estos supuestos principios liberales, como los creados por ingeniería social tras la Primera Guerra Mundial, desaparecen, a menudo de forma violenta, recuperándose a continuación construcciones nacionales parecidas a las anteriores a esa guerra, construcciones que, en resumen, fueron creadas de manera espontánea.

Y es que la fascinación por la ingeniería social, en contraposición con el orden espontaneo, es otro de los factores definitorios del liberalismo español actual. No hay propuesta de ingeniería social creada por el Estado, mejor si ha sido creada por un Estado de tipo progresista, a la que no se adhieran, con mayor fervor cuanto más liberticida sea la propuesta. Todo esto se debe al interés de separarse de las construcciones que consideran conservadoras, cuando realmente el conservadurismo es la ideología política que pretende mantener las construcciones sociales creadas de forma espontánea a lo largo de siglos de evolución de las sociedades humanas.

Un ejemplo es la institución de la familia, a la que consideran un ejemplo paradigmático de obra de ingeniería social creada por el Estado para controlar al individuo, cuando es en realidad el mejor ejemplo de institución anterior a la propia creación de los Estados y que sirve de protección y contrapeso frente a sus desmanes, motivo por el cual estos han tratado de destruirla con más intensidad cuanto más liberticidas han sido. Sin embargo, el actual liberalismo español se embarca en la defensa de nuevos modelos de familia a las que considera genuinamente liberales, cuando son realmente modelos creados y fomentados por el Estado para aumentar la dependencia que de él tienen los individuos. Otro ejemplo es el de eliminar, por anticuadas, tradiciones muy asentadas en la sociedad y su sustitución por nuevas convenciones que no tienen ninguna base social pero que cuentan con el patrocinio del Estado.

La negación de la acción humana, que no es más, en mi opinión, que una degradación de la naturaleza de las personas, es el cuarto factor que está colaborando en el fracaso del liberalismo en España. Aquí se olvida el principio liberal de que el mayor activo de una sociedad son las personas que la componen, principio resumido por Huerta de Soto en su célebre frase podemos ser muchos y ricos o pocos y pobres. Al contrario, sectores del liberalismo promueven una cultura de destrucción de la vida humana, tratándola como si fuese un simple acto administrativo e ignorando cualquier base científica sobre su desarrollo, o abrazando el animalismo, una ideología que trata de degradar a las personas igualando la conciencia humana a los muy limitados niveles de autoconsciencia de otros animales.

Realmente, estos cuatro factores se pueden resumir en sólo uno: la fatal arrogancia, seña de identidad del socialismo, se ha convertido en el pecado capital del liberalismo mainstream. Se manifiesta en la tendencia de conceder y, sobre todo, quitar carnets de liberales y, cuando procede, ridiculizar a cualquiera que no se adscriba en su totalidad y sin ninguna crítica a sus ideas.

Post Scriptum: Revisando mis fuentes he considerado necesario añadir un factor adicional que contribuye al fracaso del liberalismo en España, se trata de la cesión de la superioridad cultural a la izquierda, dándose el caso curioso de que son precisamente aquellos referentes liberales que abogan por no cedérsela los que más comparten y hacen suyas, sin ninguna crítica, cualquier noticia publicada por cualquier medio de izquierdas, sobre todo si se puede utilizar como elemento arrojadizo contra miembros de cualquier escuela liberal rival.

Foto: Hunters Race


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