Se suele afirmar que nuestra civilización está basada en la razón, pero también es la civilización del sentimiento —mal que les pese a los devotos de la Ilustración—, de hecho, creó al hombre sentimental. Este tipo de hombre puede inducir a la confusión porque podemos entenderlo equivocadamente como un hombre que siente.

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El hombre sentimental no es el hombre que siente sino el hombre que ha hecho un valor del sentimiento, que es cosa muy distinta. Este matiz es crucial, porque a partir del momento en que el sentimiento se convierte en un valor, no es ya que todos queramos sentir —en realidad todos sentimos—, sino que, como a todos nos gusta presumir de nuestros valores, tendemos a exhibir nuestros sentimientos. Este sencillo mecanismo constituye para los más espabilados una palanca de poder irresistible………………………….

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El ocho de marzo y la manipulación del sentimiento

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