Uno de los grandes dramas de la vida política de los últimos años ha consistido en la banalización y la grosera simplificación de las categorías políticas. Uno de los ejemplos más notables lo encontramos en el abuso, ciertamente interesado, de los términos “populista” y “extrema derecha”. En el caso español está tendencia, general en casi todos los países de nuestro entorno, se ha visto mucho más acentuada por la estrategia discursiva de la izquierda española de vincular cualquier planteamiento alejado de las coordenadas socialdemócratas y filocomunistas con la llamada extrema derecha.

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El caso más reciente lo encontramos con la irrupción mediática del partido liberal-conservador VOX, que marca un hito más en la estrategia de estigmatización del liberalismo, el conservadurismo e incluso de la socialdemocracia minimalista por parte de una izquierda española, que se arroga una superioridad moral a todas luces exagerada.

Resulta curioso que tantos periodistas, políticos e incluso personas vinculadas a las altas finanzas tengan tan claro qué es la extrema derecha. Una categoría política cuya definición precisa sigue dando tantos quebraderos de cabeza a poĺítólogos como Hans George Betz, Piero Ignazi o Roger Grifin, por citar sólo algunos ejemplos de autores de célebres estudios relativos a los partidos que presentan vínculos, muchas veces no explícitos, con los fascismos del periodo de entreguerras.

El propósito del presente artículo no es cuestionar sí VOX hace las veces de partido extremista para los propósitos de marketing político de ciertos partidos de izquierda como Podemos o el PSOE, sino analizar, con cierto rigor, si se puede defender con una mínima honestidad intelectual esta afirmación.

La mayoría de los análisis relativos al fenómeno de la extrema derecha chocan con la gran heterogeneidad de partidos que se vinculan con esta familia de pensamiento (El movimiento Social italiano, Partidos del Progreso escandinavos, el Frente Nacional, El Vlaans Block, Alianza por Alemania…)

El fascismo y sus derivados han quedado profundamente estigmatizado tras las brutales experiencias vividas durante la II Guerra Mundial

Cada uno de estos partidos, aun presentando ciertos elementos comunes (reivindicación de la cultura nacional, rechazo de la inmigración, revuelta contra el establishment político y económico…), tienen una gran diversidad en sus orígenes y objetivos políticos. Además, la mayoría de los partidos que se suelen situar en esta tradición de pensamiento suelen intentar evitar ser catalogados como tales, pues el fascismo y sus derivados ha quedado profundamente estigmatizado tras las brutales experiencias vividas durante la II Guerra Mundial en buena parte de los países europeos.

Por otro lado la crisis profunda que vive el proyecto europeo, encarnado en la actual configuración de una Unión Europea cada vez más volcada hacia el llamado multiculturalismo y el consenso socialdemócrata, han permitido el renacimiento de muchos partidos antisistema que presentan en sus programas políticos ciertas temáticas, como el posible incremento de la inseguridad ciudadana ante el auge de la inmigración ilegal o la pérdida de derechos para la clase trabajadora nacional como consecuencia del proceso globalizador, ciertos paralelismos con algunas de las claves discursivas que presentaban los partidos fascistas clásicos.

En general la nueva derecha alternativa, que es la denominación bajo la que se encubren los partidos cercanos a las tesis clásicas de la extrema derecha ahora, hay una crítica voraz al liberalismo económico, al que se culpa en buena medida del declive del Estado nacional, como verdadero custodio de la pureza y homogeneidad de la nación. Esta pureza no se entiende tanto en sentido racial como de una forma cultural. La globalización, que habría sido consecuencia exclusiva del liberalismo económico, ha traído consigo no sólo una liberalización en la transferencia de capitales entre los estados, sino la difusión de un modo homogéneo de pensar, de tipo hedonista y consumista.

También consideran que el multiculturalismo, que propugna una relativización de las diferencias entre las diversas culturas, es más un hijo bastardo del agnosticismo axiológico del liberalismo, que de las filosofías de corte marxista de la llamada escuela de Frankfurt o de la difusión de la antropología estructuralista.

Hay una recuperación del pensamiento del intelectual italiano Julius Evola, quien criticó abiertamente los valores morales asociados a la modernidad

También hay una recuperación del pensamiento del intelectual italiano Julius Evola, quien criticó abiertamente los valores morales asociados a la modernidad, por presentar un modelo de vida degradada y moralmente inane, de forma que la Europa de posguerra, es un continente sumido en la más absoluta decadencia por la pérdida del sentido del honor y de las jerarquías sociales, lo que habría desembocado en un igualitarismo pernicioso. Frente a esta tendencia corrosiva habría que recuperar los valores nacionales tradicionales que se han perdido como consecuencia de la uniformización neoliberal.

A diferencia del fascismo tradicional que vinculaba su credo político con una visión expansionista de la propia nación, la derecha alternativa presenta una preferencia por el llamado diferencialismo que proclama su respeto por otras culturales nacionales siempre que estas respeten la propia. Frente a la presión inmigratoria que representa una inmigración masiva islámica hacia Europa, los nuevos partidos de la derecha alternativa presentan la radical incompatibilidad del modo tradicional de ser y vivir teocráticamente del islam con una cultura mucho más abierta y secularizada, como es la europea.

La mejor manera de cotejar las credenciales ideológicas de VOX es analizar sus llamadas 100 medidas urgentes para España, que dicho partido presentó hacía unos días en un multitudinario acto en la plaza de toros de Vistalegre.

Una buena parte de las medidas que proponen tienen que ver con esa reivindicación de la recuperación de la identidad nacional perdida, a la que hacía referencia antes. Sin embargo, como apuntaba, la reivindicación nacional que plantea VOX tiene menos que ver (aun cuando hay propuestas relativas a la inmigración descontrolada) con la xenofobia que con la grave crisis política e institucional que ha supuesto el intento de secesión unilateral catalán.

La reivindicación nacional que plantea VOX tiene menos que ver con la xenofobia que con la grave crisis política e institucional que ha supuesto el intento de secesión catalán

Frente a otros partidos como el PSOE que siguen postulando un verdadero diálogo de sordos con los sectores más irredentos del nacionalismo catalán o la aplicación con diversos niveles de intensidad del artículo 155 de la constitución que postulan PP y C’s, VOX aboga por una solución quirúrgica que ya se utilizó en el Ulster en varias ocasiones, donde se llegó a suspender su autonomía hasta en cuatro ocasiones, sin que nadie acusase al Reino Unido de “deslizarse por la pendiente del fascismo”. Otra cosa es que no existan, en la actualidad, instrumentos legales que permitan esa medida. Como la otra medida estrella, relativa al final de llamado Estado de las autonomías, que supone una novedad en un panorama político español, donde todos los partidos insisten en el gatopardismo de presentar una renovación del estado de las autonomías, para que todo siga igual esencialmente.

En lo relativo a la cuestión nacional, podemos decir que VOX guarda cierto aire de familia con partidos cercanos a las tesis de la llamada derecha alternativa, cuyo principal pecado es salirse del guión marcado por el llamado consenso socialdemócrata al respecto, pero sin salirse del mínimo común denominador liberal y sin caer por la ignominiosa senda de la xenofobia.

En el ámbito económico las medidas fiscales de VOX buscan aminorar la presión fiscal a la que están sometidos los contribuyentes españoles y reformar el sistema tributario para dejar de ser progresivo y configurarse como un sistema proporcional. Esto constituye otra enorme novedad en el panorama político nacional y un verdadero cambio de filosofía tributaria, de cariz liberal radical, de forma que los impuestos dejen de ser no tanto un instrumento de redistribución de las rentas en el seno de la sociedad, cuanto un instrumento eficaz para sufragar los servicios públicos esenciales del estado.

Lejos de constituir esa personificación de valores neofranquistas con la que ciertos medios de comunicación presentan a VOX, este partido combina elementos netamente liberales con otros planteamientos más cercanos a la derecha alternativa que reivindica un fortalecimiento de la identidad de los Estados Nacionales para hacer frente a los retos que plantea la posmodernidad, pero no lo hace desde una crítica antiliberal sino esencialmente desde una reivindicación de la idea de España, como entidad histórica amenazada por los nacionalismos periféricos. Esta propuesta puede no convencer a muchos, pero en ningún caso puede vincularse ni con el racismo, ni con el autoritarismo. VOX es sencillamente una propuesta política al margen del consenso socialdemócrata imperante.

Foto: Partido Vox


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