Yo disiento, como mujer, como trabajadora y como periodista. Disiento como persona. Independientemente del objetivo real de la convocatoria, el 8M y su huelga feminista pasará a la historia como una cita de guerra de sexos, por la exclusión de los hombres. Si no implicamos a la mitad de la humanidad en la cotidianidad de nuestras vidas el fracaso está asegurado.

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Además, la igualdad no se basa en la protesta de un día. Siempre he considerado que el 8 de marzo es una discriminación para la mujer y lo será mientras exista. Lo mejor es la normalización y no llegará del todo a la opinión pública, que puede llegar a convertirse en la menos pública de las opiniones, si en el entorno del día de la mujer, antes y después, los medios siguen bombardeando con el número de camioneras o con esos reportajes que ensalzan a las féminas porque son excelentes aviadoras o porque dirigen empresas. Nunca he entendido que ese tipo de historias y otras similares fueran noticias.

Con la igualdad ante la ley debe bastar

Quiero la igualdad ante la ley y que esta se cumpla. Y somos cada una de nosotras en nuestros puestos de trabajo y en nuestra vida personal  las que tenemos que plantar cara, con valentía para que cada día sea real el artículo 14 de la Constitución Española que proclama que “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.

Mi conclusión es que es una huelga política y sus firmantes no dejan duda de ello. ”Gritamos contra el neoliberalismo salvaje que impone su pensamiento único”

He leído y releído el manifiesto del 8M. Mi conclusión es que es una huelga política y sus firmantes no dejan duda de ello. ”Gritamos contra el neoliberalismo salvaje que impone su pensamiento único”, se destaca en uno de sus párrafos. Y yo digo que una sola manera de pensar es la que, precisamente, se pretende imponer. Es realmente sorprendente  como enarbolan ese concepto  ideológico con consignas que poco o nada tienen que ver con la discriminación. Así, recogen que” las mujeres tenemos un papel primordial en la lucha contra el cambio climático”. Me surgen dos preguntas simples, ¿y los hombres, por qué los excluyen de esa teoría que han convertido en máxima? ¿Y por qué incluyen en la defensa de la igualdad asuntos que no tienen nada que ver con ella?

La huelga del 8M no cuela, así que disiento

¿Qué pinta el 8M el sabotaje al consumo?

El manifiesto del 8 M no disimula su carga política hasta el punto de aseverar que “llamamos a la lucha ante la alianza entre el patriarcado y el capitalismo”. Les ha faltado precisar que convocan para conseguir el comunismo. Habrá mujeres que lo desean pero otras no. Y por eso no son menos mujeres y menos luchadoras contra el machismo, que existe, sin duda, pero que no debe ser un juicio sumarísimo para todos los hombres.

Si algo debe identificar al Periodismo, en su propia teoría, es no estar dominado por ninguna corriente política

La huelga del 8M no cuela, así que disiento

Una parte del colectivo de periodistas se ha sumado al texto de los organizadores de la huelga. Si contáramos las que no lo han hecho serían muchas más. Desde el respeto a lo que considero libre elección, también elijo libremente no compartirlo. Si algo debe identificar al Periodismo, en su propia teoría, es no estar dominado por ninguna corriente política.

El llamamiento al paro laboral ha incluido propuestas más allá de no trabajar. Especialmente curiosa la de no consumir productos vinculados a las mujeres. Como es algo que, al parecer, aporta mucho a los derechos de ese colectivo, quiero entender que las periodistas deberían renunciar ya, para siempre, a ser maquilladas y peinadas para salir en televisión. Como en todos los ámbitos en el de la comunicación pueden haberse dado casos puntuales de discriminación, pero es innegable que las mujeres han accedido de forma masiva a las profesiones de ese sector. No se les han cerrado las puertas.

Lo que si hay es acoso sectario

Nunca he sido discriminada salarialmente por ser mujer en ninguna de las empresas en las que he trabajado como comunicadora, y cualquier atisbo de ello lo habría parado plantando cara individualmente. Tampoco he sufrido acoso sexual. Sí he padecido acoso ideológico y machista.

He sufrido acoso por parte de colectivos que, ahora, han respaldado la huelga feminista. Me gritaban con megáfonos en la calle, cuando estaba trabajando, “puta, fascista y chupapollas”

Y ha sido en una empresa pública, en Telemadrid, hasta el punto de que me ha costado el puesto de trabajo. Acoso por parte de colectivos que, ahora, han respaldado la huelga feminista. Hablo de los sindicatos  que, durante el ERE en la televisión pública, me convirtieron en su enemiga por ejercer mi derecho a no hacer huelga, por no obedecer sus consignas y por cubrir el área de Esperanza Aguirre y de Ignacio González. Durante esas movilizaciones sindicales recibí, a diario, injurias con unos calificativos absolutamente machistas. Sí, por parte de los mismos que han respaldado un manifiesto donde se especifica que “Hoy reivindicamos una sociedad libre de opresiones, de explotación y violencias machistas”.

Da vergüenza escribirlo, pero a los que me refiero me gritaban con megáfonos en la calle, cuando estaba trabajando “puta, fascista y chupapollas”. Quiero entender que, por no pensar como ellos, daban por hecho que no merezco ni la dignidad como mujer, ni como trabajadora, ni como periodista. Y entre los que alzaban la voz con esas palabras humillantes contra mí había muchas mujeres.

El valor de la individualidad

Fue mi coraje individual, mi lucha contra esa violencia machista la que me llevó a precisar a un sindicalista de Telemadrid, de CGT y militante de Podemos, que yo no era ninguna de esas barbaridades con las que me definía la masa. Haber defendido ese derecho a mi honor como persona me ha costado el puesto de trabajo. Sí, la nueva Telemadrid, una empresa pública, consideró falta muy grave que me atreviera a negar esas injurias. Y así lo especificó en un expediente disciplinario. Plantar cara a los que ejercen el poder en las relaciones laborales se paga. Se les llena la boca con los derechos de la mujer  y, al final, la mujer acosada acaba siendo la víctima.

El manifiesto feminista concluye que” ¡Seguiremos hasta conseguir el mundo que queremos!, como si el resto de mujeres, y de hombres, que no lo compartimos no fuéramos personas

Nadie alzó la voz contra eso. Ni el poder político ni los colectivos feministas, ni mis colegas periodistas que han respaldado el manifiesto del 8-M. CGT, UGT y Comisiones Obreras de Telemadrid se sumaron desde primer momento a la huelga y a su manifiesto. Los mismos que promovían las protestas en las se arremetía contra una mujer trabajadora.

Como periodista solo me queda decir que espero que en la profesión no se acabe imponiendo un solo mundo. El manifiesto feminista concluye que” ¡SEGUIREMOS HASTA CONSEGUIR EL MUNDO QUE QUEREMOS!, como si el resto de mujeres, y de hombres, que no lo compartimos no fuéramos personas con el derecho a nuestra propia visión de un espacio, en el que, por supuesto, no debe caber ningún tipo de discriminación. No, la huelga del 8M no cuela, así que disiento.