Se nos quiere hacer creer en Estados Unidos que eliminar del mercado el temible fusil AR-15, nos salvaría de las masacres como por ensalmo. Nada más lejos de la realidad.

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Se les olvida que durante la Ley Seca y la época dorada del gansterismo, las bandas norteamericanas de mafiosos usaron un arma terrible que puso en jaque a los agentes federales estadounidenses: la lupa, o lupara, o loba (en un momento por demás en que estaban de moda armas automáticas como la subametralladora Thompson).

Durante la Ley Seca las bandas mafiosas usaron un arma terrible, la «lupara», una simple escopeta de caza con el cañón recortado

Se trataba de una simple escopeta de caza, de dos tiros o de repetición, que disparaba cartuchos con postas, a la que previamente se había cortado el cañón hasta la mitad de su longitud original y acortado la culata a la altura de la empuñadura de una pistola.

Bueno, hoy una escopeta Remington 870 de corredera, haría ver a la lupa o lupara, o loba, como una tierna ternerita, y su capacidad de dañar a corta distancia puede acercarse a la del AR-15.

Quieren prohibir el fusil AR-15, un fetiche feroz

Por otro lado, tampoco se piense que el satanizado AR-15 es un arma de alto calibre. Nada de eso, su calibre no sería mucho mayor que el del rifle 22, por lo que un rifle 22 semiautomático de caza también puede ser letal sobre todo ante gente indefensa. Así, no habría tampoco mucha razón práctica para pedir que se elimine el AR-15 y no pedir la eliminación de las escopetas 870 y los rifles 22.

El mundo moderno, que se las da de progresista, no parece haber evolucionado mucho respecto a la mentalidad fetichista de las eras ancestrales

Pero extrañamente el mundo moderno, que se las da de progresista, no parece haber evolucionado mucho respecto a la mentalidad fetichista de las eras ancestrales. El primitivo pensaba que la lanza era quien determinaba matar a sus semejantes, que ella conducía su mano a la masacre, mientras el moderno piensa lo mismo de la ametralladora. En verdad el hombre de cualquier época ha visto siempre algo mágico en las armas; un alma en las armas.

Recuerdo a mi abuela advirtiéndome severa acerca de la escopeta 16 de dos cañones que mi padre heredó de mi abuelo, con la que éste luchó en la última guerra contra España en Cuba: “Hijo, no apuntes con la escopeta aunque esté descargada, mira que el diablo a veces viene y la carga”, y que después los comunistas le quitarían bajo el lema castrista de “Armas para qué”.

Pero es inútil razonar con los patrocinadores de la propaganda que se nos impone despiadadamente en los medios de prensa, hiriendo nuestra inteligencia; pues el objetivo no es cargarse el AR-15 sino las armas, no proteger al pueblo de las masacres sino dejarlo desarmado ante el leviatán estatal.

En los últimos ocho mil años toda gran cultura surgió al amparo de las armas y desapareció al extinguirse la voluntad y el valor de usarlas

Estos patrocinadores del pacifismo no desconocerían que al menos por los últimos ocho mil años toda gran cultura surgió al amparo de las armas y desapareció al extinguirse la voluntad y el valor de usarlas.

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Armando de Armas
Nací en Cuba en 1958. Soy escritor. Me licencié en Filología por la Universidad Central de Las Villas. En los años noventa fui parte del emergente movimiento de derechos humanos y de cultura independiente que se manifestó en mi país. En 1994 logré escapar de la Isla junto a un grupo de amigos en un barco y posteriormente solicité asilo político en Estados Unidos. En 1997 fundé en Miami, con los escritores Ángel Cuadra, Indaniro Restano, Octavio Costa y Reinaldo Bragado Bretaña, el capítulo del PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio, del cual fui vicepresidente. He publicado las novelas La tabla (España, 2008), Caballeros en el Tiempo (España, 2013), Escapados del paraíso (EEUU 2017, España 2018) y El Guardián en la Batalla (Premio de Narrativa Reinaldo Arenas, EEUU 2017); los ensayos Mitos del antiexilio (EEUU 2007, Italia 2008) y Los naipes en el espejo (EEUU 2011, 2017); y las colecciones de relatos Mala jugada (EEUU 1996, 2012) y Carga de la Caballería (EEUU, 2006). Agradezco que el Centro de Cultura UNESCO de Puerto Rico reconociera aportes en mis textos literarios, históricos y ensayísticos. Participo asiduamente como analista en la radio y la televisión hispanas en EEUU.