Si los papeles no mienten, resulta que la Fiscalía ha decidido iniciar una investigación prospectiva para averiguar si los ayuntamientos que han padecido incendios tienen o no un plan de prevención como es debido. Ya era hora de que el peso de la ley cargase sobre esos ayuntamientos irresponsables que no tienen manera bien protocolizada de defenderse de un incendio y que muy probablemente no acaban de entender cuál es su papel en la emergencia climática que vivimos, según la autorizada opinión de nuestro presidente de gobierno que medita pausadamente sobre el asunto mientras se solaza, en compañía de los suyos y de famosetes a juego, en las plácidas playas del palacio de La Mareta que es su residencia oficial en estos días de verano.
Nótese el contraste, los ayuntamientos sin plan de contingencia y nuestro jefe de gobierno cumpliendo con su obligación de descansar de sus ímprobas obligaciones al tiempo que le da utilidad a unas instalaciones apenas sin uso del patrimonio nacional. Espero que Javier Gomá no se olvide del caso si es que vuelve a escribir sobre la ejemplaridad.
Al enemigo ni agua, reza un dicho popular y esa parece ser la filosofía solidaria de este gobierno, envuelta eso sí en unas miríficas consideraciones ecológicas y moralizantes que sirvan para recordar cuán honestos son en sus actitudes y pensamientos
Es sangrante que una parte tan extensa y significativa del territorio nacional haya sufrido, y todavía sufra, unos incendios tan devastadores y dañinos sin que los gobiernos hayan dado la menor muestra de agobio, el nacional porque ya se sabe que no hay manera de luchar contra el cambio climático sin un pacto de Estado y los autonómicos porque se quejan de la tendencia de Interior y de Defensa a enviar medios de extinción a tierra de infieles, ya que las desgracias caen últimamente en zona de derechas, tal vez porque las que siguen fielmente al sanchismo están bastante encogidas.
La prensa cumple con fidelidad su misión de informar y la televisión, en especial, no deja de repetir las imágenes desgarradoras de abuelas que lo han perdido todo y de las pavorosas llamas bastante cerca de la becaria de verano con un micrófono en la diestra. Llama la atención, sin embargo, que, a lo que parece, no ha habido demasiados periodistas dispuestos a averiguar cuántos aviones de los que se supone disponemos han estado operativos o qué pasa que no abundan los helicópteros. El fuego lo llena todo y no se va a perder una escena de impacto con agricultores llorosos que se han arruinado tratando de confundir a la respetable audiencia con detalles molestos sobre cómo funcionan los operativos oficiales. Basta con presumir del tamaño del incendio, como aquel caballista que pintaba Chumy Chúmez en los setenta que desde su cabalgadura se dirigía al que atacaba la tierra con su azada y con un sol de justicia diciéndole “alégrate, Manuel, que hoy hemos vuelto a dar la máxima”, una noticia que seguro llenaba de orgullo al patriótico labriego.
Yo que tengo algún amigo curioso y discreto que investiga estas cosas me he enterado de que no se ha podido utilizar todos los aviones en teoría disponibles porque han estado en manos de una empresa, que cumple a la perfección cuidando los Falcon en los que se desplazan nuestros jerarcas, pero que no ha acertado a entenderse con la fábrica original de los aviones a la hora de hacerles algún apaño y puesta a punto y que por esa desdichada circunstancia hay unos cuantos cisterna fuera de servicio a la espera de que se arregle el contencioso. Una desdicha, sin duda.
También parece haber habido problemas con unos helicópteros venidos de Rusia que al necesitar piezas de recambio han permanecido en tierra sin ellas, debido al embargo con motivo de la guerra de Ucrania, aunque no acabo de entender que este gobierno que se las arregla para importar petróleo ruso en cantidades memorables haya sido incapaz de apañar unas piececitas de repuesto, pero no seamos tiquismiquis con una administración que sabemos lo mucho que se sacrifica por todos nosotros, lo puntual que es y lo barata que nos sale.
Tampoco consigo entender que siendo fabricantes de unos aviones de transporte excepcionalmente buenos y versátiles no hayamos sido capaces de aparejarlos con unos muy eficaces depósitos de agua pensados específicamente para combatir los incendios que son fabricados por la propia Airbus y que se montan y desmontan de los tales aparatos en horas veinticuatro. En las imágenes de los incendios pasados en California se ha podido ver a unos Jumbo 747 soltando toneladas de agua sobre las llamas, me aseguran que nuestros A 400M lo podrían haber hecho mucho mejor, pero ya se sabe que las cosas de palacio van despacio y acabar con un incendio de manera más eficaz y rápida podría restar credibilidad a la importantísima campaña sobre emergencia climática que encabezan Pedro Sánchez y la discretísima vicepresidenta europea del tema, no vayamos a consentir que cualquier tecnología nos arruine una campaña esencial.
El gobierno siempre está vigilante y no se puede sospechar que sea sectario a la hora de aplicar los medios de que dispone y buena prueba de ello es la agilidad con la que se ha puesto en marcha la fiscalía para ver si los pobres ayuntamientos del oeste de España tienen los papeles en regla. Ya nos ha advertido la responsable de protección civil que no se pueden pedir fantasías y que se ha ido todo lo rápido que se ha podido, no es sensato que se espere una respuesta urgente habiendo un fin de semana de agosto, por medio, por ejemplo.
Muchos críticos insisten en que este gobierno se rige siempre por la misma matraca ideológica, pero déjenme que les ponga de manifiesto un caso contrario que muestra la flexibilidad analítica de los cabezas de huevo monclovitas. En el caso de la gota fría valenciana todo el interés se puso en mostrar que las señales de aviso de la riada no habían estado muy finas, pero nadie habló de los planes de emergencia que se debieran haber puesto en marcha, ni mucho menos de prevención alguna porque es sabido que las medidas de prevención de carácter hidráulico ponían en serio riesgo la conservación de ciertos cañizales y de la espontánea vegetación de ribera que tanto bien nos procuran.
Ahora, sin embargo, ante los incendios en el oeste español, el énfasis, con la fiscalía en plan bruja justiciera, se ha puesto oportunamente en los planes de prevención, y luego alguien dirá que no aprenden de sus fracasos. Este gobierno no sólo está empeñado en destruir cualquier institución o norma que atienda a la unidad constitucional de España, sino que parece dispuesto directamente a empapelar a los insensatos que no se le rindan y derroten electoralmente sus siglas en la parte más pobre y olvidada de nuestra patria.
Al enemigo ni agua, reza un dicho popular y esa parece ser la filosofía solidaria de este gobierno, envuelta eso sí en unas miríficas consideraciones ecológicas y moralizantes que sirvan para recordar cuán honestos son en sus actitudes y pensamientos, de manera que, por favor, tengamos la cortesía de no fijarnos en pequeñeces del día a día que ya se esfuerzan bastante para llevarnos por el buen camino.
Foto: Adam Wilson.
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