Alternativa para Alemania, AfD, se ha convertido en el primer partido en intención de voto para los alemanes, alcanzando un 26%, un 1% más que la CDU que actualmente lidera el gobierno federal, en las últimas encuestas. Son unas excelentes noticias para el partido dirigido por Alice Weidel y Tino Chrupalla, pero, salvo una hecatombe política, el único modo para que AfD pueda llegar a ser en un futuro próximo un partido de gobierno sería romper el cordón sanitario que hay en su contra, y para eso tienen que llegar a un entendimiento con la CDU, una posibilidad con la que Alice Weidel se ha manifestado públicamente a favor. Sin embargo, hay un escollo que parece hacer imposible pensar en esa posibilidad: Rusia.

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De hecho, en declaraciones al canal NTV, hace apenas unos días, el jefe del grupo parlamentario de la CDU/CSU en el Bundestag, Jens Spahn, rechazó de plano cualquier posible colaboración con la AfD: «Impensable», afirmó, «con esta AfD, este partido subordinado a Putin, que quiere una Alemania débil, que quiere extraditarnos a Rusia (…), no habrá cooperación, ni conversaciones».

Alternativa para Alemania lidera ya las encuestas, pero su mayor obstáculo para convertirse en partido de gobierno no es político, sino geopolítico: Rusia

Esto sucede después del viaje del diputado del Bundestag Steffen Kotré, el líder estatal de la AfD de Sajonia, Jörg Urban, y el eurodiputado Hans Neuhoff a la conferencia BRICS-Europe celebrada en el balneario ruso de Sochi, en el Mar Negro, con la excusa de “tender puentes para la paz”. Durante la conferencia, Kotré se manifestó a favor de volver a comprar gas y petróleo ruso, y se mostró contrario a enviar ayuda a Ucrania en una entrevista con el medio ruso Izvestia: «Algo tiene que cambiar. Tendré que decir que no, que no habrá más apoyo. Ayuda humanitaria, sí, pero no suministros de armas ni nada más».

Weidel, que hizo todo lo posible para que el viaje no tuviera lugar, criticó a los diputados en Compact-TV: «Por mucho que pueda comprender los motivos de algunos diputados, estos no tendrán un peso relevante en las negociaciones de paz», señaló, recordando que la AfD «ni siquiera es un partido del Gobierno». Curiosamente, Neuhoff fue el que inició un procedimiento de expulsión del partido de Tim Schramm, un joven político de AfD que sirvió como voluntario en el ejército ucraniano. La defensa de Ucrania por parte de Schramm, que no ha dejado de dar charlas desde su regresó del frente, levantó ampollas entre los más fervientes partidarios de Rusia, pero también animó a otros a defenderle públicamente. Para Schramm, el viaje es una muestra de la doble moral de algunos miembros de AfD: «Neuhoff, que fue el que más hizo por expulsarme del partido, desoyó la petición de nuestra líder y se fue corriendo a Moscú. Afortunadamente, cancelaron la reunión con Medvédev, un propagandista que de cuando en cuando amenaza con volver a arrasar Berlín».

Para complicar aún más las cosas, Tino Chrupalla, en una entrevista, insistió en que Rusia «no representa actualmente ningún peligro para Alemania», al mismo tiempo que señalaba que Polonia podría «convertirse en una amenaza para Alemania». A diferencia de Rusia, Polonia no ha amenazado con arrasar Alemania con armas nucleares, por lo que las declaraciones de Chrupalla han molestado a muchos, dentro y fuera de Alemania, pero también dentro de su propio partido.

Un artículo de la revista Junge Freiheit, titulado «Guerra fría en la AfD», recogió las declaraciones de varios diputados de AfD sobre el viaje de los diputados a Rusia y las afirmaciones de Chrupalla. Hannes Gnauck, diputado en el Bundestag por Brandeburgo señaló que «los actos de sabotaje, espionaje, desinformación, ciberataques y también las actividades muy arriesgadas y hostiles en la región del Báltico ponen de manifiesto lo tensa y volátil que es la situación actual». Rüdiger Lucassen, de Renania del Norte-Westfalia, también subrayó que, «por lo que sabemos», Rusia está causando daños a la infraestructura crítica alemana, por lo que «Alemania debe ser capaz de defenderse de esta amenaza». En el mismo sentido, el político de defensa de Hesse, Jan Nolte, afirmó que Rusia está utilizando medios de guerra híbrida contra Alemania, aunque descartó un ataque militar.

Apoyando las tesis de Chrupalla, JF cita al diputado del Bundestag Matthias Moosdorf, de Sajonia: «Actualmente hay histeria, pero no hay una situación de amenaza». Moosdorf, que aceptó el año pasado una cátedra honorífica en una escuela superior de música de Moscú, se ha posicionado claramente en X a favor de no más envíos de armas a Ucrania, aclaración sobre las acusaciones corrupción, y retomar los negocios con Rusia.

Respecto al viaje de los diputados a Rusia, JF recoge dos planteamientos muy críticos. Rüdiger Lucassen exigió que los contactos con Rusia dependan de los presidentes del partido y del grupo parlamentario: «La política no es un campo de juego en el que se puedan realizar viajes políticos por placer para luego presumir en Facebook». Mientras que el diputado bávaro Rainer Kraft, conocido por su apoyo a Ucrania, no tuvo pelos en la lengua: «Por supuesto, los diputados implicados deben preguntarse por qué, al igual que muchos grandes del SPD, se dejan utilizar como instrumentos de intereses ajenos o celebran como una liberación la mayor limpieza étnica de la historia mundial».

Para solventar este asunto, el partido emitió un breve comunicado de Chrupalla y Weidel: «Como portavoces federales de Alternativa para Alemania, seguiremos haciendo política juntos por Alemania y sus ciudadanos (…) Para ello, mantenemos buenas relaciones con nuestros socios europeos e internacionales». Sin embargo, esta es una cuestión que no es posible dejar de lado en un contexto de amenazas hibridas y tensión internacional. Por supuesto, este debate, como opinan en AfD, le interesa a sus adversarios políticos y a los medios de comunicación, pero eso no significa que sea menos necesario, sobre todo si AfD quiere convertirse algún día en un partido de gobierno.

Según las encuestas, una clara mayoría de dos tercios de la población alemana considera a Rusia una amenaza, y esta cifra se mantiene más o menos estable desde 2022. El aumento de los ataques híbridos de Rusia contra Alemania está reforzando esa idea y, dado que no parece que la política de agresión del Kremlin vaya a dar un giro de 180 grados, la idea de algunos políticos de la AfD de volver a las relaciones anteriores a 2022 carece de sentido. En este punto, es importante destacar algo que muchos medios de comunicación olvidan con demasiada frecuencia, que la situación actual es consecuencia del acercamiento a Rusia seguido por el SPD y la CDU. La decisión de Angela Merkel de cerrar ocho centrales nucleares en 2011, y lograr el cierre de todas las demás antes de 2022, llevó a que Rusia pasase a suministrar más del 50% del gas alemán, alimentando al régimen de Putin y dándole una influencia estratégica sobre Alemania que se hizo sentir hasta el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania, cuando los medios de comunicación estatales se vieron obligados a cambiar radicalmente su enfoque sobre Rusia.

Antes de Merkel, otro excanciller, el socialdemócrata Gerhard Schröder, se convirtió en el hombre de Putin en Berlín. Tras abandonar oficialmente la política, Schröder entró a formar parte de la junta directiva de la empresa rusa Gazprom. Durante su mandato, las operaciones de contrainteligencia contra Rusia fueron suspendidas. En el libro «Die Moskau-Connection. Das Schröder-Netzwerk und Deutschlands Weg in die Abhängigkeit» (La conexión Moscú. La red Schröder y el camino de Alemania hacia la dependencia), de los periodistas alemanes Reinhard Bingener y Markus Wehner, se detalla la red político-empresarial creada por Schröder para favorecer los negocios e intereses rusos, en detrimento de la independencia de Alemania.

Stepan Rusyn, del Centro de Dialogo Transatlántico en Berlín, considera que este debate dentro de la AfD responde a los factores antes mencionados, la percepción de los votantes y que Rusia constituye una amenaza para la seguridad a largo plazo de Alemania, y también a que la participación en la OTAN y las buenas relaciones con EE. UU. son más beneficiosas para la seguridad alemana que los intentos de establecer una relación especial con Rusia: «En parte, esto es el resultado del establecimiento de una relación especial con el ala MAGA del Partido Republicano, que debilitó significativamente el sentimiento antiamericano en el partido, y también en parte por el aumento constante de los índices de aprobación de la AfD a lo largo de este año, que les da esperanzas de poder formar parte del Gobierno en el futuro. Esto crea la necesidad de alinearse tanto con la política de Trump como con la política exterior dominante en Alemania, lo que me parece positivo».

Para el diputado de AfD por Baviera Rainer Kraft, no es posible ignorar que, bajo el mandato de Putin, Rusia se ha alejado de la esfera europea para convertirse cada vez más en un despotismo autoritario asiático: «Rusia es una prisión de naciones que, a lo largo de la historia, ha causado repetidamente un sufrimiento inconmensurable a Alemania y a sus países vecinos, y que aún hoy sigue intentando dañar activamente a nuestra nación. Esto se evidencia en el incumplimiento del contrato relativo al suministro de gas, en los actos de sabotaje y espionaje contra instalaciones alemanas y en las amenazas abiertamente declaradas de atacar objetivos civiles en Alemania con armas nucleares». Por ese motivo, desde un prisma europeo no es posible defender el denominado orden «multipolar», cuyo objetivo explícito es debilitar a Europa, y especialmente a Alemania, en beneficio de China y Rusia: «Las mentalidades de Europa y Rusia son histórica y culturalmente opuestas; la cooperación estable ha fracasado repetidamente. La coexistencia solo puede funcionar si Europa es fuerte, soberana y capaz de defenderse. Ese es el único lenguaje que entienden los regímenes despóticos».

Por el contrario, Kraft, entiende que, para defender a Europa, hay que defender a Ucrania, «una nación profundamente patriótica, culturalmente europea y cristiana que defiende su soberanía estatal con las armas en la mano», y conectada con Alemania «por la historia, los valores compartidos y los intereses geopolíticos». «En vista de esta realidad, y aparte de la claridad programática con la que la AfD condena la agresión rusa, surge una necesidad política real de desarrollar aún más la posición hacia Rusia. La política de seguridad, la estabilidad europea y los intereses fundamentales de Alemania requieren una evaluación clara. Rusia no es un socio hoy en día y no tiene intención de serlo», concluye Kraft.

El futuro rol de la AfD en la política alemana y europea depende del camino que tome el partido en esta encrucijada. La ambigüedad nunca es una opción a largo plazo.

Foto: Olaf Kosinsky.

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