Estoy seguro de que caben muchos matices y excepciones, pero todos tenemos por cierto que un animal es más peligroso cuando está herido. El instinto de supervivencia obliga a una defensa sin cuartel, a un ataque furibundo, todo ello apoyado en la fuerza bruta y entiendo que en la adrenalina. Matar o morir es lo que manda la ley de la selva y cualquier fiera que se precie cumple el precepto, máxime cuando su sangre ya ha entrado en la disputa y peligra algo más que la comida del día.

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Cuando la pandemia y su Estado de Alarma tocan a su fin – espero – es hora de que la necesidad y el cansancio, tras un año de travesía por el pasillo desierto de casa, dejen al descubierto las vergüenzas del ejecutivo español. El fallo estratégico de las mociones de censura autonómicas de la factoría Redondo precipitó unas elecciones, que se han tornado plebiscitarias, en la Comunidad de Madrid en las que empiezan a aflorar las magulladuras, que a fuerza de mentir en los medios de comunicación no acababan de mostrarse al gran público, pero cuya sangre transparenta tras el traje y la corbata. Al final resulta cierto que no se puede engañar a todos todo el tiempo.

La estrategia del animal herido, además de instinto y de adrenalina tiene una componente perfectamente racional y bien estructurada en la izquierda, por lo que se precisa de una mente fría y una estrategia alternativa y perfectamente organizada para derrotarlos

Todos somos nazis, fachas, neoliberales, enemigos, en definitiva, que no adversarios. Estos términos siempre debieron usarse con cautela y el abuso los ha desacreditado. La apuesta es clara. Los suyos o el caos, pero, como en el famoso chiste de Hermano Lobo, el caos son los suyos y lo que es peor, también son el paro, la corrupción, la miseria o el comunismo. Tanto ataque desmedido solo puede significar que las cosas pintan muy mal, que las heridas son muy profundas y están cercanas a la exanguinación total.

Hace ya tiempo que el otrora vicepresidente del gobierno español, asaltador de cielos, cabalgador de contradicciones y dictador en ciernes, pierde lustre, como sus propios correligionarios reconocen ya sin demasiados tapujos. Su participación en el gobierno ha resultado ser un abrazo de oso que asfixia a su partido. Unides Podemes no cuenta con prácticamente ningún otor valor que su líder mismo y, como no ha dejado de demostrar en todo momento, éste se halla mucho más cómodo en la oposición que gestionando si quiera una comunidad de vecinos. Puesto que el abrazo de Sánchez no hacía más que abrirle las carnes, se tomó la apuesta de Ayuso desde la estomagante épica con la que embadurna sus desvaríos y decidió que era momento de volver de donde nunca acabó de irse: a la crispación, la grandilocuencia, el insulto o la incitación a la violencia, con la desfachatez añadida, en esta ocasión de un nauseabundo victimismo. Como bestia herida que sabe que puede tener los días contados, ha puesto sobre la mesa todo su repertorio intimidatorio, jugándoselo a doble o nada, para mantenerse en el candelero.

La pregunta que me planteo a continuación es, ¿por qué seguirle el juego a Pablo Iglesias? A favor o la contra. Cuando un animal peligroso está herido se le vigila de lejos, se le deja cansarse y se cobra uno la pieza desde la distancia. El PSOE, cuyo candidato empezó presentándose como el señor aburrido e insulso que es, ha tomado el camino del exabrupto, a la zaga del líder morado, intentando menear las conciencias de sus feligreses con el guerracivilismo que tanto ha gustado practicar, esta vez un pelín más exacerbado que de costumbre. No poder pescar en las aguas naranjas les hace disputar el voto de la izquierda radical, enfangándose sin rubor en este concurso de a ver quien la dice más gorda.

Puede pasar que los números de que dispongan sean extremadamente negativos, puede que las noticias de Bruselas sean poco halagüeñas, algún que otro revés ya se ha llevado el ejecutivo de Sánchez, puede que la situación socioeconómica que tienen delante les haga tragar saliva o puede que pase un poco de todo ello. Eliminando a Iglesias del ruedo político, Podemos está herido de muerte, sin embargo, el PSOE no está atado a un personalismo tan prominente, tiene mentecatos de sobra para suplir a Sánchez, pero las venas se le pueden ir abriendo en cada vez más frentes y esas elecciones que se dan por descontadas y convocadas en el momento pasen las madrileñas y se repartan unas cuantas viandas europeas, podrían llegar a atragantarse. Los de la bancada de la rosa, tratan de adelantar acontecimientos, se ponen la tirita preventivamente por si pudieran rascar algo en Madrid, pero sobre todo para que no se les escape la presidencia del país cuatro años más. La crispación, ya lo decía Zapatero al otro infame Gabilondo, les conviene.

La movilización de la muchachada progre es fundamental y, salvo en situaciones de crisis acuciante y corrupción máxima, como las que estamos viviendo en estos momentos, gritar aquel “que viene la derecha” de los años 80 y 90 del siglo pasado tiene su recompensa. Estas vueltas de tuerca tan teatrales no son otra cosa que gritar más alto para intentar tapar la realidad en la que nos hacen vivir y – discúlpenme si se está convirtiendo en tradición que me acuerde de los antepasados de algunos periodistas en todas las piezas que últimamente escribo para Disidentia – que convenientemente algunos se encargar de amplificar. Lo curioso es que otro aprendiz de dictador como Errejón esté quedando casi como moderado.

Podríamos ahora establecer un paralelismo con ese sabio consejo que dice que no hay que discutir con idiotas, porque tienes que bajar a su nivel y ahí es donde ellos te ganan por experiencia. Lo mismo ocurre con estos animales vociferantes heridos de la política. El grito y la descalificación son su terreno de juego preferido, el que dominan y en el que te darán revolcón tras revolcón. No cabe más que ignorarlos, obviarlos y buscar lenguajes y canales alternativos de comunicación. La estrategia del animal herido, además de instinto y de adrenalina tiene una componente perfectamente racional y bien estructurada en la izquierda, por lo que se precisa de una mente fría y una estrategia alternativa y perfectamente organizada para derrotarlos. La respuesta directa, que tanto se están encontrando, les hace sentir cómodos.


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