“ETA fue un grupo armado. Las denominaciones pueden ser diversas, la violencia del Estado también puede tener diferentes títulos, pero no creo que esa sea la cuestión”. Así respondió Pello Otxandiano, candidato de Bildu a las elecciones vascas, y al que todas las encuestas sitúan en condiciones de arrebatar al PNV el primer puesto, a la pregunta de si ETA fue un grupo terrorista. Y agregó:
“¿Qué es terrorismo hoy en día, lo que está haciendo Israel contra Palestina es terrorismo?”, se preguntó y continuó: “Podemos discutir sobre las consideraciones en torno al terrorismo, qué es terrorismo y qué no lo es, pero la cuestión principal es diagnosticar en términos políticos cómo se superan los conflictos, y yo creo que en este país hemos avanzado muchísimo”.
Como respuesta a estas afirmaciones se oyeron también las siguientes: “Bildu fue parte activa de tanto dolor que sufrió este país y no puede salirle gratis”, dijo el candidato socialista, Eneko Andueza, y agregó: “Moralmente, no puedo permitir que esa gente gobierne. Hay mucha gente que ha sufrido, no se puede hablar desde la piedad o desde la condescendencia a las víctimas sin criticar a los terroristas, sin decir que eso fue una indecencia. Demuestra su cobardía y una bajeza moral tremenda”.
“Todos los españoles sabemos bien que ETA es una banda terrorista. No reconocerlo no solo es reprobable, sino un absoluto desprecio y que muestra un negacionismo incompatible con la democracia”, contestó en nombre del Gobierno la ministra portavoz, Pilar Alegría, y tildó a Bildu, su socio de gobierno, también de “cobarde”.
En público, los socialistas muestran un cierto enfado, pero se nota el postureo. La hemeroteca demuestra que se trata solo de una estrategia política inmoral. El propio gobierno negó la posibilidad de que tras las elecciones vascas el PSE pueda pactar con Bildu para favorecer su gobernabilidad. Sin embargo, igual que niegan otorgarles poder en el País Vasco, en el Congreso de los Diputados Bildu es compañero de viaje de legislatura, es su sostén en las cortes, y quienes apoyaron todas las iniciativas de la coalición sanchista.
El gobierno utiliza una doble vara de medir según necesite los votos de sus aliados más fieles, por conveniencia y, lo que es peor, también por convicción. El ejecutivo continuará acordando con Bildu a pesar de no condenar el terrorismo. El presidente Sánchez afirmó: “Hablamos con todos excepto con Vox”, y en ese todo están todos los golpistas, en todas sus versiones, y el reciclaje de ETA con rostro amable incluido. Los únicos que quedan fuera del marco democrático -una vez más- son los millones que votaron por el tercer partido en número de votos de España. Ahora llaman cobardes a Bildu en campaña electoral vasca, cuando con ellos pactaron la alcaldía de Pamplona, así como en Navarra para que la socialista María Civite continúe al frente del Gobierno Autonómico.
Son innumerables los testimonios de la sintonía PSOE-Bildu:
“El diálogo con su grupo parlamentario ha sido fructífero y yo quiero reconocerlo una vez más y tengo la convicción de que también lo será en esta legislatura que echa a andar.” Pedro Sánchez.
“En pocos días habrá en España otra alcaldía más progresista en nuestro país y una menos de derechas, por lo tanto, yo le digo sin ningún complejo que no tengo ningún problema en que un partido progresista democrático de este país se haga con una alcaldía de capital de una provincia de España.” Oscar Puente.
“En Bildu hay gente que también combatió la violencia, hay gente que también rechazó desde el principio eso que llamaba la lucha armada para conseguir ningún objetivo político, y cuando paseáis una y otra vez el fantasma de ETA por aquí, estáis negando la victoria a los demócratas. Porque ETA no existe, no está en nuestras vidas, les ganamos.” Paxti López.
“Estos supuestos enemigos de la patria, esos supuestos enemigos de España, a lo largo de estos últimos 5 años han hecho mucho más por todos los españoles y españolas, es decir por España, que lo que han hecho todos los patrioteros de pulsera juntos. Y me voy a explicar: es que esos supuestos enemigos de España han contribuido a salvar miles y miles de vidas de ciudadanos españoles apoyando el Estado de Alarma en los momentos más complicados.”
Francisco Martín Aguirre, delegado del gobierno en Madrid.
Para el gobierno Bildu puede ser progresista y democrático o no tanto según la ocasión. Esta aparente contradicción tiene un nombre y es relativismo. Según la RAE el relativismo es la teoría que niega el carácter absoluto del conocimiento, al hacerlo depender del sujeto que conoce. Es decir, que niega la existencia de verdades absolutas. Puede ser una cosa u otra, depende la circunstancia y el contexto. Hoy Bildu puede ser un partido progresista y democrático y un rato después, un partido de cobardes que niegan que ETA sea una banda terrorista, y más tarde volver a afirmar lo contrario.
El relativismo se apoderó de la política en mano de los inmorales. En otras palabras, en esta política no hay verdad objetiva y siempre la validez de un juicio depende de las condiciones en que este se enuncie. Es la política del relativismo moral, que sostiene que no hay bien o mal absolutos, sino dependientes de circunstancias concretas. Lo verdadero está en función del contexto. Hoy impera el relativismo no solo en política sino también en lo moral. Ya lo advirtió en su momento Josep Ratzinger: “Una condición previa para la paz es el desmantelamiento de la dictadura del relativismo moral y del presupuesto de una moral totalmente autónoma, que cierra las puertas al reconocimiento de la imprescindible ley moral natural inscrita por Dios en la conciencia de cada hombre”.
De momento la sociedad PSOE-Bildu seguirá adelante con la agenda común porque ambos son conscientes de que este momento político es el mejor para conseguir sus objetivos, ya que, tal vez, nunca se vuelva a repetir una ocasión tan favorable como esta. Pero también no hay mal que dure cien años, como dice el sabio refranero. La paz social, la verdad y la moral natural terminarán por imponerse a lo relativo y a la inmoralidad, si existe voluntad y una firme determinación por conseguirlo, como así testificó Benedicto XVI.
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