El Dr. Jay W. Richards es director del Centro Richard y Helen DeVos para la Vida, la Religión y la Familia, e investigador en la Heritage Foundation. Richards es un prolífico autor de libros, entre ellos los superventas de The New York Times “Infiltrated” (2013) e “Indivisible” (2012); “Money, Greed, and God”, ganador de un Templeton Enterprise Award en 2010; “The Privileged Planet”, con el astrónomo Guillermo González, y “The Human Advantage”. Su libro más reciente es “The Price of Panic: How the Tyranny of Experts Turned a Pandemic Into a Catastrophe”.

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¿El wokismo pretende sustituir a la religión con sus falsos dioses?

A la ideología woke, ya que no encuentro otro término para definir esta suma de marxismo cultural, posmodernismo y lo que viene después del posmodernismo, y que es claramente totalitario, yo la defino como una ideología de reemplazo. Occidente tenía un trasfondo cultural basado en el Cristianismo y se adhería a una profunda comprensión de la realidad y a un propósito, pero una gran parte de eso fue destruido por las fuentes materialistas, como Darwin, Marx o Freud, y esta es una nueva ideología que busca controlar la cultura popular y es muy destructiva. Para mí, como conservador, es muy preocupante, y creo que la ideología de género es su manifestación más radical. Si lee a Pablo VI, él decía en los años 60 que la contracepción llevaría a unas consecuencias terribles y muchos lo consideraron ridículo, hoy estamos viendo las consecuencias. En los Estados Unidos se están esterilizando adolescentes por la ideología de género; es terrible y un desastre. Y esto no era una predicción, Pablo VI sabía que separar la procreación del acto de unión del matrimonio nos llevaría a todas estas cosas, y aquí estamos.

Creo que mucha gente que en un principio pensó que esta era una gran idea, ahora ven lo toxica y grave que es

Afortunadamente, cada vez más personas, con seguridad en los Estados Unidos, están despertando y se dan cuenta de que está pasando algo terrible. Y puedo medir esto en la diferencia del debate sobre el matrimonio hace unos años. En 2015, el Tribunal Supremo anuló las leyes estatales que definían el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer, los únicos que se opusieron fueron los conservadores. Ocho años después, con la ideología de género esterilizando chicos, hay un grupo en contra muy amplio y diverso: cristianos, católicos, protestantes, judíos, ateos, incluso lesbianas y feministas. Para mí esto es una señal de que está ideología está llegando a su amargo final y sus implicaciones empiezan a resultar obvias. Eso es una oportunidad. Ahora es mucho más obvio que es una ideología fundamentalmente contraria al ser humano, mucho más que hace diez años.

Hace años, los primeros reportajes sobre el lenguaje inclusivo en las universidades estadounidenses provocaban risas en España, pero hoy nuestros gobernantes usan el lenguaje inclusivo. ¿Cree que no se tomó en serio lo que representaba este movimiento o es que se desarrolló de un modo muy rápido e inesperado?

Parece inesperado, pero si analizas, por ejemplo, la ideología de género, ves que hay libros de género en los colegios que los profesores leen a alumnos de 5 años. Tener un libro en una biblioteca de un colegio público es un proceso de diez años. Tienes que escribirlo y publicarlo, celebrar ceremonias de entrega de premios, básicamente para que el libro sea premiado, y luego que el colegio adapte al libro a su programa. Desgraciadamente, los padres tardan demasiado tiempo en darse cuenta de lo que dicen estos libros. Intelectualmente, este es un esfuerzo concertado de al menos quince o veinte años y cuyos efectos reales han sido lentos y graduales; muchos padres se han dado cuenta de repente de lo que estaba pasando cuando sus hijos les han dicho que son del sexo opuesto.

En cierto sentido, los confinamientos han sido de ayuda porque los padres han podido ver lo que se les enseña a sus hijos en los colegios, vieron lo que estaba pasando desde hace mucho tiempo detrás del escenario y por eso creo que estamos en una situación mejor porque está claro lo que está sucediendo.

Dice que ahora hay una oportunidad, ¿cómo podemos aprovecharla?

Usaré de nuevo a Pablo VI como ejemplo.  En los Estados Unidos hubo un caso famoso, el caso Griswold, en el que el Tribunal Supremo decidió que las parejas casadas podían tener contracepción, y los conservadores católicos advirtieron que esto provocaría un mayor número de divorcios y a cosas peores. El  momento en que nos encontramos ha llegado de algún modo y está claro que la ideología de género no cayó del cielo, fue un desarrollo de sucesos culturales. Si queremos derrotar a la ideología de género no la podemos combatir donde empezó, si no en donde estamos ahora porque es una batalla más fácil de ganar. En varios países europeos, como Finlandia, Suecia y el Reino Unido, han visto las evidencias de estos “cambios de sexo” y están cambiando sus políticas. Suecia y Finlandia son países muy liberales y progresistas, y Noruega también está cambiando de rumbo. Esto muestra que una vez que se revisan  sistemáticamente las evidencias encuentras cada vez más niños que quieren “detransicionar”, y que en el próximo año se contarán por centenares en los Estados Unidos, el otro bando va a tener muy difícil defender sus argumentos. Hace poco, en una audiencia en el Congreso, un defensor de la ideología de género afirmaba que la cirugía sólo se practicaba en adultos, y lo hacía delante de una chica a la que le amputaron los pechos a los quince años. Es muy difícil mentir cuando tienes a cientos de víctimas. No es como el aborto, donde la víctima principal ha desaparecido, aquí hay muchas víctimas jóvenes que están despertando y están muy enfadadas. Por eso es tan importante incidir en esto, porque hay un enorme consenso de personas que se dan cuenta de que esto está mal. Y después llegará el momento de discutir sobre lo que nos ha llevado a esto. Me gusta compararlo con un tren que recorre distintas estaciones, el de la revolución sexual que nos ha traído aquí desde la contracepción, amor libre, aborto, matrimonio del mismo sexo, transgénero para adultos y, la última estación por el momento, transgénero para menores. Y mucha gente se está bajando del tren aquí, y es el momento de volver atrás para ver dónde se cometió el error.

La ideología de género sigue contando con un enorme aparato propagandístico, pero, hace poco, vi una película con un mensaje radicalmente opuesto, “Nefarious”. ¿No cree que esa es también la clave para llegar al público joven?

Totalmente. Conozco muy bien a su autor, Steve Deace, y el libro es sobre todo un diálogo que hace que te hagas muchas preguntas. La presión de la propaganda transgénero fluido es muy fuerte, pero las encuestas muestran que por lo general ni siquiera gusta a los que se sitúan políticamente en la izquierda. Creo que mucha gente que en un principio pensó que esta era una gran idea, ahora ven lo toxica y grave que es. La ideología de género no es más que manifestación de una ideología woke cada vez más radicalizada y que se expande no sólo en los departamentos estatales, si no también en las compañías privadas. El caso del anuncio de Bud Light, cuyas ventas se hundieron, protagonizado por Dylan Mulvany, que es un hombre que pretende ser una mujer, ha sido uno de los más conocidos. Bud Light conoce bien quienes son sus clientes, y no son hombres que pretenden ser mujeres, entonces, ¿cómo cometieron ese error? Lo hicieron por una organización llamada Human Rights Campaign puntúa a las empresas por su nivel de “lgbtfriendly” y querían obtener una gran puntuación, incluso a riesgo de destruir su marca. Este es un ejemplo de que hay un límite al que pueden llegar estas cosas.

El wokismo, como el comunismo, se basa en mentiras, y hay un límite hasta donde puedes engañar a otros o incluso engañarte a ti mismo.

Así es. El wokismo es una forma más blanda y compleja que el marxismo clásico. El comunismo soviético era muy simple: el Estado era dueño de todo, lo dirige y lo controla todo. Pero este sistema no tiene una especie de estado socialista, sino que tiene compañías y corporaciones. Es difícil predecir que pasará, pero sí, también se basa en mentiras, y también va a necesitar que muchos le hagamos frente para hacerlo caer.

Foto: Gratisography.

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