Si quieres tener a alguien bailando sobre la palma de tu mano, lo que tienes que hacer es persuadirlo de que aquellas cosas que le quitan el sueño no las pueda resolver por su propia cuenta. Si eres capaz de ello podrás vivir como un parásito el resto de tu vida alimentándote de su trabajo y esfuerzo sin que la víctima logre reparar ni por un momento en ello. De eso va los ODS, es decir, de cómo atarte a lo que un grupo de burócratas dice que es preocupante solo para que tú bailes al son de su música.
Nada en esta Agenda tiene que ver con tu felicidad ni con la del planeta. No te engañes. No se discute sobre los problemas que te quitan el sueño: la mala relación de tu matrimonio, el desapego hacia tus hijos, no se habla de tus deudas con el banco, del pago de impuestos, ni tan siquiera de la humillación por la que tienes que pasar cada día atravesando un tráfico desesperante para llegar a tu puesto de trabajo. Se habla del oso polar, de la desigualdad, del cambio climático, del empoderamiento femenino, o sea, de cosas que no te deberían de importar un pimiento. De hecho, a ellos no les importa nada, solo lo usan para que asocies las causas de tu infelicidad a cosas que están más allá de tu alcance, mientras más estúpidas y alejadas de tu vista mejor, para que te persuadas de que delegar tu voluntad a esa gentuza es lo más razonable que puedes hacer para ser feliz.
Dice ser una Agenda dirigida a todos los públicos, o sea, «universal», pero en ningún momento se dice quien pone la pasta. No se ha sabido hasta ahora, ni se sabrá, quién o quiénes son los encargados de sacarla adelante ni se habla de los fondos con la que sufragarla
Hay muchos ingenuos que creen que pueden quitarse ese sentimiento de mediocridad en el que andan instalados yendo a sacar la basura de las playas, o apostando por consumir productos con etiqueta verde. Les gustará pensar que tienen alguna meta más alta que la de ganarse tres comidas diarias, pagar hipotecas, y aguantar a una familia que desprecia. Necesitará encontrar alguna razón para no tener que mirarse al espejo y sentirse asqueroso. No se les pasa por la cabeza que la causa de su infelicidad está en que tienen lleno de mierda el corazón, y no de que la maldita capa de ozono esté palideciendo. Prueba de que la Agenda no vale más que la sangre que escupe tu espalda al ser golpeada con su látigo es lo absurda que es y lo peor que está confeccionada. Echémosle un vistazo por encima y verás.
Dice ser una Agenda dirigida a todos los públicos, o sea, «universal», pero en ningún momento se dice quien pone la pasta. No se ha sabido hasta ahora, ni se sabrá, quién o quiénes son los encargados de sacarla adelante ni se habla de los fondos con la que sufragarla. Sus bonitas intenciones no quieren ir más allá de un pretensioso eslogan. Pero hay más. Aquellos que idearon los objetivos demuestran ser unos incompetentes demenciales. En el ODS#1 declaran «erradicación de la pobreza extrema», y acto seguido parece que se echan para atrás asustados ante su desbordante optimismo para hablarnos en la meta primera de «al menos la mitad de la población». Y es que su torpeza nos hace pensar que tendrían que llevar unas copas de más cuando se pusieron a dejar por escrito los objetivos.
En el ODS#2 hablan de «poner fin al hambre», y en la primera meta de ese objetivo vuelven a decir «para 2030 poner fin al hambre en el mundo». O iban alcoholizados o no debieron de reparar que habían escrito la misma cosa dos veces para el objetivo y para la meta, pero después de volver en sí, lo pensaron de nuevo y parece ser que dejaron las cosas tal y como estaban seguros de que los bobos a los que está dirigida la Agenda no se iban a percatar. De hecho, así ha sido. Si en lo más elemental nos topamos con errores de bulto que no nos encontraremos si miramos las cosas más a fondo. Hablan de una Agenda que atraviese todos los ámbitos de la vida, es decir, «transversal», y esto para disimular que los objetivos lo han elegido al tuntún, a lo que primeramente se le ha venido a la cabeza. Apostaría lo que fuera a que se decidieron por una tormenta de ideas, esos que los gringos llaman “brainstorm” y que cualquier cosa que les sonó chévere lo metieron en el saco.
En algún sitio hablan de crecimiento sostenido (ODS#8), luego de energía asequible (ODS#7), de pronto salen con la igualdad de género (ODS#5), les faltó hablar de los sufridos callos en los que tenemos pies de puente. Como si el desarrollo de los pueblos fuera un gazpacho donde todo lo que la licuadora sea capaz de triturar resultara aceptable. Al final, cuando ya tenían montado la lista de objetivos, cayeron en la cuenta de que no habían tenido en cuenta las preocupaciones de la gente común. «¡Ups!» Debieron resolver rápido esta cuestión. Al final se decidieron por ponerle como eslogan central a los objetivos «people centered» y con eso se sacudieron las manos satisfechos. Así se cierra el telón de una Agenda hecha a trozos dirigida a los bobos.
Foto: Katja Anokhina.
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