Dmitriy Savvin es refugiado político en Letonia desde 2015 y dirige la organización AREM (Asociación para la Promoción de la Sociedad Civil Rusa y el Apoyo a los Emigrantes
Rusos) en el país báltico. Tradicionalista ortodoxo, Savvin es historiador por la Universidad de Transbalkalia, especializado en la historia de la iglesia, y autor de varios libros en ruso y letón. Hablamos sobre su último libro, “Putin: Imperio azul-verde”.
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Su nuevo libro es una novela de ficción, pero en el fondo es un análisis de lo que representa el régimen de Putin.
Sí, el principal problema para los intelectuales en Europa Occidental y Estados Unidos es que no hay una buena comprensión de la verdadera naturaleza del régimen de Putin y son muy pocos los que entienden la base soviética o neosoviética del sistema. Por eso, creo que se debe restaurar la sovietología, o quizás sería mejor llamarlo neosovietología. Mi novela pretende ir a las raíces del sistema de Putin y a su naturaleza, una ideología neosoviética que en el fondo se deriva del marxismo y de su filosofía. Este marxismo está muy de moda en Europa Occidental y no deja de ser curioso como sus seguidores repiten que lo que se vivió en la Rusia soviética no tiene nada que ver con el marxismo y no fue un comunismo verdadero, de lo contrario se habría logrado el socialismo real y la vida habría sido maravillosa. En Rusia sabemos bien lo que fue el comunismo, pero hay demasiados ingenuos en Occidente.
En Occidente son muchos los que insisten en que la Rusia de Putin no tiene nada que ver con la Unión Soviética.
Por supuesto, el sistema de Putin en la Federación Rusa no es un marxismo o un comunismo clásico, sino que es una mutación muy peligrosa de ese sistema en la que el marxismo es el punto de partida. Y esa es la idea que planteo en el libro, una novela de ficción en la que un filósofo marxista quiere combatir los errores de la ideología estatal y crear un sistema de análisis que sirva como herramienta para la planificación soviética y el desarrollo del estado.
Para combatir los errores del sistema soviético, el protagonista (Shardenko) crea un sistema informático llamado “Instalación Prometedora de Configuración Táctica e Institucional”, cuya abreviatura en ruso es PUTIN.
Mi primera idea fue plantear el libro como una gran broma, pero al desarrollarlo tiene más de análisis filosófico de las raíces del régimen de Putin. La novela hace, en primer lugar, un escarnio de los intelectuales soviéticos y luego un análisis de las redes internas, en terminología soviética, que difunden una idea muy simple de lo que es el país, pero sin pensar en ningún momento hacia dónde va. A partir de ahí, el siguiente paso es la creación de este cibersistema sin ningún límite moral en el que sólo hay dos señales: “peligro” y “comer”. La base de todo esto es la filosofía marxista, una verdadera practica materialista, y PUTIN sería el resultado de estas ideas. Hablamos de una transformación de ese sistema soviético a uno neosoviético, y esta novela, aunque es ficción, presenta sus raíces y su mentalidad actual.
Esta idea de crear una máquina perfecta es muy marxista. En la Unión Soviética, cada idea, por absurda que fuera, era presentada bajo la etiqueta “científica”. Es ciencia y no se puede negar.
Sí. En la novela planteo el carácter híbrido de esta máquina. Por un lado, tenemos todos los aspectos técnicos y científicos, y por el otro, tenemos el lado comunitario plagado de mitos marxistas. Este carácter híbrido es una característica soviética, un rasgo de la comprensión soviética de la realidad, y estaba presente en todos los aspectos de la vida en la URSS. Hoy, podemos ver que la política de la Federación Rusa está inundada de mitos sobre los Estados Unidos, la OTAN, Occidente… Las raíces de esos mitos están en la etapa soviética y en las escuelas marxistas, y vemos como esos mitos también han sido una base para la anexión de Crimea, la invasión de Ucrania o la llegada de una segunda Guerra Fría, que es, desgraciadamente, lo que estamos viviendo ahora mismo con un eje claramente alineado en torno a Putin: Corea del Norte, China, Irán, Cuba, Venezuela, etc.
Rusia no es una simple dictadura. Cuando Tucker Carlson estuvo con Putin dijo que quizás no era un buen tipo, pero que Rusia no era la Unión Soviética, ni un estado comunista, y que debíamos entender sus intereses y puntos de vista. La opinión de Carlson es muy popular en los Estados Unidos y también entre muchos conservadores europeos, pero lo que Carlson no entiende es que la Federación Rusa no es un Estado normal ni un sistema “autoritario”. El régimen de Putin es una mutación del comunismo soviético, y sus relaciones sociales y económicas, su mentalidad y su concepción del mundo, proceden de la URSS. Esto es muy difícil de entender para los que viven en una sociedad normal y no han conocido la vida en la URSS o en una de las repúblicas postsoviéticas, pero es fundamental entender cómo funciona esa mentalidad. A partir de ahí, de los dogmas del marxismo clásico, se ha llegado a un sistema criminal e inhumano.
Esos rasgos los vemos cada día en Ucrania y también en el propio ejército de Putin, donde miles de soldados prácticamente sin instrucción militar son sacrificados en ataques en masa.
Si tomamos por validas las cifras de 200.000 soldados rusos muertos, tendremos unos 800.000 soldados heridos, es decir, estamos hablando de un millón de bajas. Yo soy de Transbalkalia, Siberia oriental, y la población de toda la región es de alrededor de un millón de personas; Putin ha destruido el equivalente a una región rusa y no tiene reparos en seguir sacrificando gente. Por eso es tan importante entender la forma de pensar de la élite de Moscú si de verdad queremos acabar con este desastre. Se puede parar esta guerra ahora, pero eso no será el final y un nuevo conflicto estallará en los países bálticos, en cualquier otro lugar del mundo, o en Ucrania en el futuro. Es un conflicto existencial que no tiene nada que ver con el territorio o con la lengua. Vivo en Letonia, en un país de Europa Oriental, y aquí, hasta cierto punto, son conscientes de este problema, pero en Europa Occidental no están inmunizados contra esto y en las universidades, e incluso en los medios de comunicación, se muestra admiración por criminales como el Che Guevara o Fidel Castro o por grupos terroristas de Oriente Medio. Si no entendemos que la Cuba de los Castro, la China comunista y la Rusia neo-soviética, forman parte de un mismo eje, tenemos un grave problema.
Los países bálticos tienen un vivo recuerdo del pasado, pero ha dicho que son conscientes “hasta cierto punto”. ¿A qué se refiere?
En Letonia tenemos una gran comunidad rusa, desgraciadamente, la mayoría son gente soviética, es decir, tienen una mentalidad soviética. Respecto a los letones, podemos ver que en las nuevas generaciones se da el mismo proceso que en Europa Occidental: “Palestina Libre”, “Desde el río hasta el mar”, “Justicia social”, etc. Tenemos que entender que el origen del sovietismo o comunismo no es cosa de rusos o chinos, sino que la patria histórica de esta enfermedad espiritual está en Alemania, en Europa Central, y es una amenaza para toda la humanidad. Ucrania es la línea del frente de la nueva guerra fría en un conflicto mundial de una coalición de todos estos sistemas dictatoriales contra nosotros. Lo que tenemos que entender es que son nuestros enemigos.
Foto: Marek Studzinski.
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