El crédito de Grifols ante sus inversores se está desplomando. En la jornada de este jueves, sus acciones han perdido un 16,17 por ciento del valor. El día anterior se habían dejado un 25%, en una jornada en la que se habían llegado a dejar cuatro puntos de cada diez.

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El motivo de esa creciente desconfianza hacia la empresa es un informe elaborado por el fondo Gotham City Research. Se trata de un fondo “bajista”, dice la prensa. Gana dinero del siguiente modo: Gotham toma prestadas las acciones de la empresa que escogen, y las venden en el mercado. A continuación, publican un informe en el que señalan las fallas en la contabilidad de la empresa señalada. Esperan a que los inversores tengan en cuenta sus razones, y huyan del valor, que en consecuencia se desploma. Entonces, Gotham aprovecha el desplome en la cotización para comprar de nuevo las acciones y devolvérselas a sus dueños originales. Gotham obtiene beneficio con la diferencia entre el precio al que las vendieron y al que las recompraron, menos algo de interés que les cobra el prestamista de los títulos.

La vida, también la económica, está sumida en una nube de incertidumbre y desconocimiento, y se necesitan fuerzas muy poderosas para despejar la vista de la realidad. El beneficio y las pérdidas son esas fuerzas

Que la empresa haya elegido como nombre del trasunto de Nueva York en la vida de un personaje de cómic parece de lo más inadecuado para su propósito. Pues sus beneficios tienen una relación directa con su credibilidad. Pero la credibilidad no depende de un guiño cultural con los inversores, sino de decirles la verdad. Y Gotham se la ha dicho ya en varias ocasiones.

En España conocemos bien cómo se las gasta. Acordémonos de Jenaro, el hombre que no necesita apellido. Era el mandamás de Gowex. El negocio: proveer de un servicio gratuito de WiFi. ¿Cuáles eran los ingresos de la compañía? Consistía en firmar contratos con ayuntamientos y recibir subvenciones comunitarias. En una segunda fase, generaría ingresos vía publicidad. Es decir, Gowex basa su negocio en el dinero público, bien por contratos, bien por subvenciones.

Vivir del cuento no era estrictamente necesario. Miren el caso de Fon. Creada por el empresario hispanoargentino Martín Varsavsky, ha puesto en marcha una red a partir del exceso de banda de los routers caseros, y la ofrece a los potenciales clientes. Parte de una iniciativa privada, se basa en la aportación voluntaria y remunerada de los ciudadanos, y ofrece los servicios al mercado. Gotham se ha puesto corta con el 0,57% del capital de Grifols, y la prensa calcula que habrá ganado con la operación unos 20 millones de euros.

Pero Gowex siguió otro camino, el de los contratos públicos y las subvenciones, y lo que obtuvo fue un abismo de pérdidas empresariales. Jenaro convirtió esas pérdidas en ganancias contables, para atraer a los inversores, y a quien atrajo fue a Gotham. Publicó un informe, y Gowex desapareció como por ensalmo.

¿Ocurrirá lo mismo con Grifols? A juicio de Gotham, sus acciones no tienen ningún valor. Lo que dice el fondo de la compañía farmacéutica es que tanto Grifols como Scranton consolidan en sus cuentas las compañías Haema y Biotest US Corporation. Grifols las vendieron en 2018, y la relación que tienen con ellas es que mantienen una opción de compra; nada que les permita contabilizar los beneficios de unas empresas que no les pertenecen como propias. Grifols reconoce un apalancamiento de seis veces, y Gowex calcula que el dato real está entre diez y trece veces. Un auténtico dislate.

Grifols lleva tiempo en el punto de mira por su situación financiera y su contabilidad. La empresa ha crecido de forma acelerada, en parte a base de adquirir otras compañías. Ello le llevó a acumular un endeudamiento, a finales del pasado año, en la vecindad de los 11.000 millones de euros. Grifols ha realizado alguna venta desde entonces. En 2021, KPMG obligó a Grifols a contabilizar como pasivo financiero una inversión de 840 millones de euros del fondo soberano de Singapur, GIC, en su filial Biomat.

Juan Gómez Bada, gestor de Advantage Fund y Advantage Pure Equity escribió en 2019 un artículo en El Confidencial en el que mostraba sus dudas sobre la entidad, y explicaba por qué había vendido sus acciones. No es habitual explicarse cuando lo que muestras es una desconfianza, pero Bada lo hizo. A su juicio, los intereses de los directivos de la empresa eran distintos de los de los accionistas.

La CNMV, al tener conocimiento de las acusaciones de Gotham, se puso de perfil. Le ha pedido a Grifols que aclare las acusaciones en un plazo de 10 días, pero parece que la empresa farmacéutica no va a tener esos 10 días. De hecho, el desplome de la cotización este jueves se debe a que los directivos de Grifols han convocado a sus inversores, pero no los han convencido.

Hay varias partes interesadas que parecen haber fallado. En primer lugar, los accionistas. Debían haber estado más encima de una directiva que estaba ya en entredicho. Por supuesto, los bancos que han ido sumando, de mil millones en mil millones, la deuda que ha ido acumulando Grifols. Por supuesto, KPMG, que ha comprometido su nombre en que esas cuentas están bien hechas. Todos ellos tienen un elemento en común: si fallan, quienes salen perdiendo son ellos.

Luego está la CNMV, que ni le va ni le viene. Es una institución burocrática, y su función pasa por cumplir la norma, no por vigilar si las empresas son tramposas o no. Los cadáveres que deja atrás la CNMV y otros organismos regulatorios (Bankia, Pescanova…) son testigo de la mezcla de una incompetencia e incapacidad que les ponen en entredicho. La CNMV quiere transmitir una sensación de control que no es real, y que incluso puede ser perjudicial.

Recuerden el caso de Enron. Era la mayor empresa energética del mundo. El tamaño de sus operaciones, eso sí, se daba la mano con el de sus pérdidas. Y siguió dos estrategias para salir de su situación. La primera fue imponer una estrategia de regulación energética mundial que le favoreciese. Y logró imponerla, punto por punto, en el protocolo de Kyoto. Lo explicó, con todos los documentos en la mano, el principal abogado de la empresa, Chris Horner.

La otra estrategia fue la de hacer el Jenaro con la contabilidad, y llamar beneficios a las pérdidas. Mintió e hizo que su auditora también lo hiciera. Se trataba de Arthur Andersen, la número uno del mundo. Con Enron perdió su crédito ante el mercado, y con él su negocio. Desapareció. ¿Y la SEC? Aprovechó su apabullante fracaso para pedir más fondos y más poder sobre las empresas estadounidenses. Esa es la diferencia entre el sector privado y el público. En el privado, los incentivos son correctos, y en el público son perversos.

Afortunadamente, el propio mercado tiene mecanismos de control vinculados al beneficio, como es el caso de Gotham. La búsqueda del beneficio y el miedo a las pérdidas son el mejor mecanismo que hay para hacer que la realidad emerja, y el engaño se hunda. La realidad económica no es como la pintan algunos economistas, que creen que los agentes tienen una información perfecta, o casi, y los mercados son perfectamente eficientes y reflejan la realidad al instante. Por el contrario, la vida, también la económica, está sumida en una nube de incertidumbre y desconocimiento, y se necesitan fuerzas muy poderosas para despejar la vista de la realidad. El beneficio y las pérdidas son esas fuerzas.

Foto: Zarateman.

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