¡Profesores, padres, alumnos, prestadme atención! Aquí os traigo el cadáver de la Filosofía. Como todos sabéis, el gobierno la ha matado. Cierto que estaba ya malherida, pero aunque renqueaba todavía se tenía en pie. No obstante, no vengo a ensalzarla, sino a inhumarla. El mal suele perdurar. A menudo el bien queda sepultado con el muerto. Pero, en justicia, también la Filosofía merece unas palabras, pues hasta un demonio las merece. Con la venia de la señora Alegría y los demás miembros del gobierno, dedicaré unas palabras a la difunta en este improvisado funeral.
La ministra sugiere que la Filosofía era nociva para la juventud, pues ha de ser ésta la razón por la que tan duramente ha sido castigada. Si verdaderamente fue nociva para la juventud, gravemente ha pagado ya por ello. No obstante, la Filosofía era mi amiga, para mí leal y sincera. Pero la ministra Pilar Alegría sugiere que era nociva. Y Alegría es una mujer honrada.
Las disciplinas filosóficas se convierten de facto en cursos de autoayuda: se divinizan las emociones y los contenidos se ahogan en un mar de neofeminismo, elegetebeismo, identitarismo, multiculturalidad y proclamas santurronas para salvar el planeta
Infinitas luces trajo la Filosofía a Occidente. Con ella llegó la democracia a la Antigua Grecia. ¿Es la democracia nociva?, ¿es peor la luz que la oscuridad? El mal debería ser de una naturaleza más siniestra y tenebrosa. No obstante, Alegría sugiere que la Filosofía es poco recomendable para la juventud, y Alegría es una mujer honrada.
Con Epicuro la Filosofía nos enseñó a no temer a la muerte y a disfrutar de nuestra corta existencia con inteligente moderación. Nos ejercitamos con el estoico Zenón en apretar los dientes y en soportar con dignidad los duros golpes que nos da la vida. Y con Nietzsche aprendimos que puede haber dioses danzarines y que la sabiduría puede ser una explosión de gozo ¿Es esto perjudicial para la juventud?
¡Perdonadme un momento! La emoción me embarga. Mi corazón está ahí, en el féretro junto a la Filosofía, y he de reposar hasta que torne a mí.
Ayer todavía las palabras de Sócrates, Kant o Spinoza resonaban en aulas llenas de estudiantes. Ahora, pobres bocas mudas, a nadie hablarán ya. Si estuviera dispuesto a excitar a la cólera sería injusto con la ministra de Educación y con el gobierno, quienes, como todos sabéis, son personas honradas. No quiero ser injusto con ellos. Prefiero serlo con el cuerpo presente, conmigo y con vosotros antes que con esas personas tan honradas. Pero es pertinente recordar que con los filósofos presocráticos nació la ciencia, la misma ciencia que Galileo y Newton culminarían para gloria de nuestra civilización. Y que sin ciencia no habría hoy esos aparatos mágicos a los que rendimos ignorantemente pleitesía: ordenadores, teléfonos móviles o complejas tabletas táctiles. Sin Tales ni Pitágoras no habría matemáticas. Sin Filosofía nuestra gran Literatura quedaría fatalmente amputada. Pues, ¿qué son sino Filosofía las insignes obras de Shakespeare, Dostoyevski o Camus? Si todo aquello que valoramos es fruto de la Filosofía, ¿ha de ser la Filosofía mala?, ¿cómo honrar a los hijos sin respetar a la madre?
Creo que he ido demasiado lejos en deciros todo esto. Temo agraviar a las honradas personas que hicieron la LOMLOE. Evitaré, pues, la emoción de la pérdida y os leeré el documento oficial, pues solo hay en él sensatas palabras escritas por personas honradas. Formad círculo en torno al cuerpo inerte y dejadme leeros la nueva ley.
La Ética, que no pretende más que fomentar la prudencia y el buen juicio entre los jóvenes, será sustituida por una edulcorada Educación en Valores cívicos y se impartirá en una o dos horas en solo un curso de la ESO. La Filosofía, que asomaba tímidamente como una asignatura optativa en 4º de la ESO, desaparece. En Bachillerato, las clases de Filosofía disminuyen significativamente al quedarse en dos horas semanales por curso y el temario de 2º se conformará atendiendo a cuotas de género: al fin estudiaremos a filósofos, filósofas y filósofes. No obstante, lo más significativo es la letra pequeña: las disciplinas filosóficas se convierten de facto en cursos de autoayuda: se divinizan las emociones y los contenidos se ahogan en un mar de neofeminismo, elegetebeismo, identitarismo, multiculturalidad y proclamas santurronas para salvar el planeta. Si el profesor de filosofía se ajusta a lo que el gobierno espera de él, se convertirá en un cura laico de una nueva fe.
¡Mirad: éste es el documento legal! Ved aquí las firmas del gobierno. Ésta es la firma de la ministra Pilar Alegría. La misma joven y sonriente ministra que suscitó nuestras esperanzas al sustituir a la mal encarada ministra Celaá. Esa firma fue la más cruel, pues cuando la Filosofía vio que ella también firmaba, la desesperanza y la tristeza la abatió por completo.
Ahora lloráis. Percibo en vosotros cierta piedad. ¿Por qué lloráis cuando no habéis vislumbrado más que el borrador de la nueva ley? Ay, si conocieseis el testamento. Sed pacientes amables amigos. No debo leerlo. No es conveniente que sepáis hasta qué extremo la Filosofía fue generosa con vosotros. Pues siendo personas, y no bestias, al oír el testamento os enfureceríais llenos de rabia.
Apreciables amigos, los que han consumado este asesinato son personas dignas. ¿Qué secretos agravios tenían para hacerlo? Lo ignoro. Pero no dudo de que os darán buenas razones tras un solemne consejo de ministros. Yo no vengo a concitar vuestras pasiones. No soy político. Sólo soy un humilde profesor de Filosofía que amaba a su amiga. No tengo ni talento, ni elocuencia, ni mérito, ni estilo, ni el poder de la oratoria que enardece la sangre de los hombres. He hablado llanamente y solo he dicho lo que todos sabéis. Os he mostrado las heridas mortales de la Filosofía presentes en esta nueva ley de Educación y les he pedido que hablen por mí.
Pero no me demoro más. Aquí está el testamento. La Filosofía os lega todas las bibliotecas del país. Asimismo, os lega sus infinitas obras repartidas en formatos word y pdf por toda la red. Las deja a perpetuidad para disfrute y cultivo vuestro y de vuestros hijos. Allí seguirán viviendo el irónico Sócrates, el optimista Leibniz, el cascarrabias Schopenhauer, junto con Kant, Platón, Aristóteles y tantos otros. Allí habitarán para siempre nuestros filósofos, en buena disposición, prestos a enseñarnos el valor de la duda y dispuestos a clavarnos el aguijón cuando creamos que ya lo sabemos todo. ¡Éste era un gran saber! ¿Cuándo tendremos otro como él?
Foto: Raimund Feher.