Parece lejos y ajeno aquel tiempo bolchevique, leninista y/o trotskista, pero como decía el sabio Turgot, todo renace y todo perece. La pulsión comunista, autoritaria y despótica no es una excepción, si es que alguna vez ha perecido, que yo creo que no.
Estos días nos dicen que en Europa se debería impulsar una red social pública para competir con el Tuiter de Elon Musk, el nuevo demonio que nuestro mundo europeo de los valores, las libertades y el pluralismo, ha identificado como enemigo a batir por obsesionarse con la libertad de expresión como fundamento democrático y progreso social.
El caso es que llevo ya años escribiendo sobre la deriva comunistizante de nuestras sociedades y recordando eventos, hechos y acontecimientos que evidencian que el cuartel general de las nuevas tiranías y despotismos está ya bien asentado en Europa. En el resto del mundo no hay en verdad grandes cambios. Estados Unidos es una sociedad activa y dinámica que igual se pierde una temporada por el delirio que luego reacciona, en Rusia sigue la megamáquina postsoviética en plena forma, Hispanoamérica continua con sus ciclos revolucionarios con la podrida Cuba comunista como icono pop de unos y otros; China a lo suyo, engendrando no sabemos qué gracias a la holgazanería occidental, que ha decidido confiarles sus economías, haciéndola no sólo suministrador sino también acreedor. Y el mundo árabe musulmán, pues con sus desvaríos y violencia de siempre.
En este contexto es interesante que nuestros dirigentes bolcheviques de Hermés que regentan Londres, Berlín, Bruselas, Madrid o París, se planteen impulsar una red social pública, que recuerda a muchos otros productos e iniciativas de la época soviética y del comunismo castrista para competir con el capitalismo estadounidense. Ojalá lo hagan, porque el Tuiter europeo será un poco como el Chanel soviético, el Krasnaya Moskva, un perfume creado por un francés, regalo a la reina consorte Marija Fëdorovna, y comercializado con éxito bajo el nombre Le Bouquet Préféré de l’Impératrice.
La Revolución de Octubre suspendió la producción de perfumes, pero luego se reanudó en 1925 con un nuevo nombre, más en consonancia con el comunismo, claro. Hasta le pusieron un tapón imitando las cúpulas del Kremlin, y posteriormente, ya pasadas las purgas, el estalinismo lo promovió activamente en la publicidad estatal como Krasnaya Moskva.
Así que nada, todo parece apuntar a que, efectivamente, gracias a nuestros nuevos caudillos travestidos de grandes demócratas, blue is the new red.
Foto: Clay Banks.
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