Mira Milosevich es Doctora en Estudios Europeos, ejerce la docencia en postgrados de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, es profesora del Instituto de Empresas y experta en historia política y procesos de transición a la democracia en países postcomunistas de Europa del Este y los Balcanes. Entre sus publicaciones destacan “Breve historia de la Revolución rusa”, “El trigo de la guerra. Nacionalismo y violencia en Kosovo” y “El imperio zombi. Rusia y el orden mundial”.
Para Olekasndr Shulga, que es un experto ucraniano en el mundo ruso, uno de los grandes mitos de Rusia es que no se puede entender a Rusia, usted dice que Rusia es irracional. ¿Se puede entender la irracionalidad de Rusia?
Sí, yo no digo que no se pueda entender esa irracionalidad, lo que digo es que Occidente juzga a Rusia desde una visión racional. Por ejemplo, más del 80% de los analistas pensaban que Rusia no iba a invadir a Ucrania porque Occidente iba a imponer sanciones, porque Rusia iba a quedar aislada, porque no hacia falta hacerlo si podía influir sobre Ucrania, etc. Era un juicio racional, pero es que Rusia no sigue esa lógica, es irracional en ese sentido. De hecho, Rusia es probablemente el país más predecible porque no ha cambiado su política de seguridad y defensa en los últimos cuatro siglos. Rusia no encaja en las previsiones racionales de Occidente porque tiene otros criterios e intereses, Rusia sabía que Occidente le iba a imponer sanciones, pero esa disuasión no ha funcionado en este caso.
Esta guerra va a acabar al estilo de las dos Coreas, es decir, con una división de territorio, aunque no sea reconocida internacionalmente, o en una larga guerra de desgaste, que teniendo en cuenta la fatiga de la guerra, no sé adonde puede llegar
Entonces, ¿el problema es que se sigue empleando esa lógica occidental para todo lo relacionado con Rusia y esto sólo conduce a errores?
A un error tras otro. Es como cuando se habla de las negociaciones, pero en que momento ha dicho Rusia que quiere negociar, en ningún momento. Otro enorme error, y ahí vamos a la Guerra Fría, es que Occidente quiso introducir a Rusia en el orden liberal internacional, primero con el capitalismo y luego con la democratización. Rusia en ningún momento quiso formar parte del orden creado y sostenido por los Estados Unidos; Moscú nunca expresó ese deseo. Hay mucho de buenos deseos, aunque, en realidad, lo que hace Occidente es proyectar su propia postura en Rusia, pero eso para los rusos no significa nada.
Esta forma de pensar: Rusia quiere negociar, Rusia quiere la paz, etc. ¿No es visto como una muestra de debilidad? ¿Qué lenguaje entiende el Kremlin?
Otro de los errores de Occidente es no haber visto a tiempo hacia donde iba Rusia. En 2006, Rusia dijo que iba a abandonar su “integración” con Occidente porque vio que no era posible mantener un estatus de igualdad con los Estados Unidos, algo imposible porque no son lo mismo. Sin embargo, Rusia es una potencia nuclear y eso le ha dado un arma de disuasión. ¿Qué lenguaje entiende Rusia? George Kennan dijo que Rusia era impermeable a cualquier argumento racional, pero que entendía la fuerza. A Rusia, a la Unión Soviética, se le contuvo durante la Guerra Fría mediante la OTAN y el Plan Marshall. Lo cierto es que hoy Occidente no tiene una estrategia clara con Rusia. Se ha dicho muchas veces que Occidente quiere que Ucrania gane la guerra, sin embargo, Occidente lo que busca es evitar un conflicto nuclear con Rusia. ¿Por qué Corea del Norte ha optado por las armas nucleares? Para que no le cambien el régimen. Y lo mismo podemos decir de Irán. Rusia entiende la fuerza y al mismo tiempo es una potencia nuclear, no podemos olvidar eso.
Sí, pero es un arma de doble filo.
Sí, desde luego, simplemente no hay que olvidar que existe ese factor.
La ideología imperialista que defiende el Kremlin, propia también del imperio zarista y soviético, y que usted define como “reimperializacion”, ¿vuelve de la mano de Putin o reaparece antes?
Reimperialización es un concepto que introduce Henry Kissinger en su libro “Diplomacia”. Kissinger dice en 1994, cuando publica este libro, que la historia de Rusia demuestra que siempre ha querido tener un imperio. Lo que decía Catalina la Grande, expandir las fronteras, crear zonas intermedias entre el enemigo potencial y Rusia. Kissinger dijo que no le extrañaría que Rusia volviese a ese camino imperial, de ahí la reimperialización.
Yeltsin inicia un cambio titánico: de un sistema comunista a una democracia, de una economía centralizada a una de mercado, de ser un imperio a ser un estado nación, etc. Todo esto fracasa y el reconocimiento tácito es cuando Yeltsin nombra a Putin como su sucesor. Ya en 1993, Yeltsin se plantea usar a los 25 millones de rusos que viven en las ex repúblicas soviéticas, los compatriotas, como un arma de influencia, pero si hubiera que señalar una fecha clara para el inicio de la reimperialización sería agosto de 2008, cuando Rusia interviene en Georgia.
¿El objetivo de Putin es que Rusia sea una superpotencia como lo fue la URSS?
Putin dio un discurso en el Bundestag en 2001, en el que habló de tener una relación práctica con Occidente y el resto del mundo, y, a partir de ahí, tener un poder, no necesariamente como el de la URSS, que le facilitaría un estatus de gran potencia. Cuando se da cuenta de que eso no es posible toma el camino de la reimperialización. Esto se compara mucho con la “doctrina Monroe” de los Estados Unidos, que es una política hegemónica, pero no imperial. Desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos mantiene su hegemonía gracias a que otros países coordinan su política exterior y de seguridad a cambio de todos los beneficios que conlleva ser aliado de los Estados Unidos. Es una política hegemónica y los aliados son voluntarios, por eso se llaman aliados, pero ese hegemonismo se convierte en imperialismo cuando Rusia apoya a Lukashenko y no reconoce a Svetlana Tijanóvskaya, cuando invade Georgia y cuando invade Ucrania con la excusa de defender a los rusos que viven allí. Esta es la pequeña, pero importante, diferencia entre hegemonismo e imperialismo.
Menciona a menudo la apatía de la sociedad rusa, ¿es esa apatía la que permite a Putin mantener el control sobre Rusia?
Isaiah Berlin dijo que mayor contribución de Stalin al arte de gobernar es el concepto de “dialéctica artificial”, es decir, la capacidad de mantener un rumbo medio entre la apatía y el fanatismo. Esto ayudó a Stalin a mantener el poder, y la Rusia postsoviética y especialmente Putin también gobiernan en este sentido.
El Kremlin ha reaccionado con mucha dureza contra las protestas de grupos de madres y esposas de soldados. ¿Teme a qué se repita lo ocurrido durante la guerra de Afganistán?
Hay una enorme diferencia entre la guerra de Afganistán en los años ochenta y está guerra: el dinero. Los soldados soviéticos en Afganistán no ganaban apenas dinero y sus familias no cobraban nada cuando morían; ahora un soldado ruso en Ucrania gana 2.000 euros al mes, el doble del sueldo medio ruso, y si muere la familia recibe entre 60.000-80.000 dólares. Esto no puede pagar la pérdida de los seres queridos, pero sí puede posponer el enfado de los población. Mientras Putin pueda comprar a su gente o a otros, como los norcoreanos, para hacer la guerra, lo hará.
La llegada de los norcoreanos, veremos en qué números, podría retrasar la necesidad de una nueva e impopular movilización.
Claro. No es que Rusia no tenga gente, la tiene, pero Putin no quiere poner en peligro su gobierno y su poder enfadando a los rusos. Él cree saber el limite de los rusos, y su poder no estará en peligro mientras pague enormes indemnizaciones y sueldos. Está empleando la dialéctica artificial.
Se ha especulado mucho con la posibilidad de que el fracaso en la guerra condujese a la caída de Putin.
Sí, también circularon muchos rumores sobre su mala salud que fueron desmentidos por el MI6. Los rusos dicen que Putin ya tiene en su cabeza quién va a ser su heredero, aunque esa persona no lo sabrá hasta que Putin decida retirarse. En caso de que se produjera un cambio brusco, no veo ninguna figura de la oposición ni del mundo político que pueda sustituirle, y creo más posible que se trate de un tecnócrata como el primer ministro Mijaíl Mishustin. No obstante, creo que la posibilidad del golpe palaciego no parece creíble.
Sin embargo, tuvimos el caso de la cabalgada de Prigozhin hacia Moscú. ¿Qué opina de este suceso? ¿Cómo es posible que un delincuente como Yevgueni Prigozhin pueda alcanzar tanto poder?
Prigozhin era el cocinero de Putin, lo que no es poca cosa en la tradición rusa porque el abuelo de Vladimir Putin era el cocinero de Stalin. Por tanto, era una persona de absoluta y máxima confianza porque todos los tiranos temen ser envenenados, pero, dicho esto, Putin le deja enriquecerse por esa confianza, lo que no significa que realmente tuviera poder político. Cuando Prigozhin va hacia Moscú, es casi una cuestión de condiciones laborales porque el ministro Shoigu no le da lo que pide para seguir matando ucranianos. La figura de Prigozhin había crecido en gran medida porque los franceses le responsabilizaron de todo lo ocurrido en África, cuando los verdaderos responsables fueron y son las fuerzas armadas rusas, y, al final, Shoigu es el que tenía verdadero poder político.
¿Cómo es posible que un personaje como Prighozin consiga tanta notoriedad? Esto es común en muchos países postcomunistas. Por ejemplo, en muchos lugares en Bulgaria, un país de la Unión Europea, pagas el seguro de tu coche y luego lo pagas un “seguro” en tu barrio para que no te rayen el coche o le pinchen las ruedas. En regímenes como el ruso, que son híbridos, es normal este tipo de situaciones. Ucrania también era así antes de la guerra y aún hoy sigue peleando contra la corrupción.
Hemos hablado de los errores de Occidente a la hora de juzgar a Rusia, ¿y con respecto a la guerra?
Las tres grandes expectativas de Occidente cuando se inicio la guerra en 2022 no se han cumplido: caída del régimen de Putin por un golpe palaciego y cambio de régimen; colapso de la economía rusa por las sanciones y la congelación de activos rusos; y, por último, una victoria decisiva ucraniana. Desgraciadamente, la narrativa occidental sobre Rusia desde febrero de 2022 no ha sido acertada.
Pero la sensación, que muchos ucranianos comparten, es que Occidente no proporciona los medios para que Ucrania gane la guerra, sino para que Rusia no gane.
Sí, lo necesario para no perder la guerra, pero no para ganarla. También hemos visto que muchos países se están deshaciendo de sus arsenales antiguo, enviándolos a Ucrania, para adquirir otros nuevos. Creo que eso tampoco es justo.
La cuestión es que mientras a Ucrania se le imponen líneas rojas, Rusia no las tiene, como hemos visto con la llegada de las tropas de Corea del Norte.
Estoy convencida de que los norcoreanos no van a ir a territorio ucraniano. Rusia ha hecho una imitación perversa de lo que hizo la OTAN en Kosovo, que fue a proteger a los kosovares del régimen de Slobodan Milosevic, y a partir de ahí es cuando los rusos hablan de proteger a su población en los países post soviéticos. Con la excusa de que Ucrania recibe armas y entrenamiento de Occidente y de que, aunque no se hable mucho de ello, hay soldados occidentales que controlan el uso del armamento sobre el terreno, Rusia dice que esos norcoreanos han venido a supervisar el armamento entregado y, al mismo tiempo, a entrenarse porque no han tenido una guerra real desde 1952. Rusia está asistida por el Derecho Internacional si emplea esas fuerzas en la región de Kursk, aunque eso ya representa una escalada. Si las usan en Ucrania la escalada será mucho más dramática.
Aquí también hay otro factor: China. Corea del Norte es un país controlado por China y a Beijing no le gusta nada que Rusia fortalezca sus lazos con Corea del Norte. Así que Putin está mandando también un mensaje a China: dependo muchísimo de ti y hay quien dice que voy a convertirme en tu vasallo, pero todavía tengo capacidad para pactar con tu mayor aliado. Este asunto tiene distintos enfoques, pero sus consecuencias van a ser graves.
¿Puede Occidente permitirse otra retirada de Kabul? ¿Podemos permitirnos perder en Ucrania?
Por supuesto que Occidente no puede y no debe permitirse otra salida, en este caso de Ucrania, como la de Kabul porque esto supondría una clarísima amenaza a la arquitectura de seguridad y defensa de Europa y de la Alianza Transatlántica en su conjunto. La cuestión aquí es ver si Europa y la Alianza tienen suficientes instrumentos para impedirlo sin entrar en una escalada mayor con Rusia. En mi opinión esta guerra va a acabar al estilo de las dos Coreas, es decir, con una división de territorio, aunque no sea reconocida internacionalmente, o en una larga guerra de desgaste, que teniendo en cuenta la fatiga de la guerra, no sé adonde puede llegar. Muchos hablan de que la guerra acabará el año que viene, pero eso no está nada claro.
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