¿Puede la Unión Europea expulsar a Viktor Orbán? Merecería la pena, dado que incluye en sus políticas la prohibición del proselitismo en la homosexualidad en los menores de 18 años. Además, hay antecedentes. En 1971, la Asamblea General de las Naciones Unidas reemplazó a Taiwán por China; expulsó al régimen de Taipéi por el de Pekin. Algo parecido ocurrió con la República Federal de Yugoslavia. Y Grecia fue expulsada del Consejo de Europa durante la dictadura de los años 60. Es más, el artículo 7 de la Unión Europea prevé la suspensión de los derechos de voto de sus miembros, “si un país rompe grave y persistentemente los principios en los que se fundó la UE”. Así las cosas, ¿podría la UE expulsar a Orbán?

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Si el planteamiento de la cuestión le parece un dislate es porque, efectivamente, lo es. Resume el contenido de una web que pasa por seria, y que se llama The Conversation. La realidad es que nadie en la Unión Europea está pensando en expulsar a Hungría del club de naciones europeas. Y la realidad, claro está, es que una mayoría de húngaros han refrendado a Viktor Orbán en su puesto de primer ministro.

Los motivos de su enfrentamiento con la UE quedan ejemplificados en la ley para la protección de la infancia, que prevé la prohibición de que haya grupos que expongan a los menores de edad a mensajes que promuevan la homosexualidad

Orbán es el primer ministro del país desde hace 12 años, y lo será durante cuatro más. En 1989, mientras se derrumbaba el sistema socialista, Orbán dio un mítin en la Plaza de los Héroes de Budapest que forjó su carrera en la Alianza de Jóvenes Demócratas, Fidesz, que es el partido que ha llevado al poder en Hungría.

Viktor Orbán ha sido un oportunista desde el punto de vista ideológico. Durante el primer gobierno democrático, de centro-derecha, Fidesz se quedó en la oposición. Y asumió algunas de las posiciones de la izquierda. Durante el Gobierno izquierdista de Gyula Horn, Orbán se definía como un líder de “centro-derecha”. Y su gobierno entre 1998 y 2002 refrenda esa posición política.

En 2002 le supera una coalición de izquierdas, apoyada por una mayoría de los medios de comunicación también a la izquierda. Es entonces cuando deja caer su discurso a la derecha y hacia el nacionalismo. De nuevo, un gobierno de la izquierda fracasa estrepitosamente en Hungría, y en las elecciones de 2010 una mayoría abrumadora le da el poder a Viktor Orbán. En 2012, con dos tercios del Parlamento, modifica la Constitución de Hungría.

El nuevo Texto menciona la tradición cristiana como propia de Hungría, y acuña el término “familia” como unión de un hombre y una mujer. Aumenta la proporción de escaños elegidos en circunscripciones uninominales, lo que favorece la sobrerepresentación del partido mayoritario, que ha sido el suyo en las últimas elecciones.

¿Qué hace de Orban una figura tan polémica? ¿Debe plantearse la Unión Europea romper con Hungría, como planteaba desesperadamente el analista de The Conversation?

Los motivos de su enfrentamiento con la UE quedan ejemplificados en la ley para la protección de la infancia, que prevé la prohibición de que haya grupos que expongan a los menores de edad a mensajes que promuevan la homosexualidad. Lo cierto es que es cada padre quien debe entender cómo se protege mejor a sus hijos menores. Pero eso vale tanto contra las normas que prohíben ciertos mensajes, como la de Hungría, como contra las que obligan a los niños a pasar por sesiones de propaganda favorable a la homosexualidad.

La Corte Constitucional se enfrentó al Gobierno. La pertenencia a la UE hace que en determinados aspectos prevalezca el derecho comunitario. Orbán lo resolvió restándole poder a la Corte Constitucional, para poder afirmar la primacía del derecho nacional. Esta es la cuestión de mayor calado de las que se han puesto en juego en las últimas elecciones húngaras: La confusión del derecho comunitario con una ideología, y el papel de las comunidades nacionales en la elección del derecho que les afecta a ellas. No hay democracia sin “demos”, y el pueblo está constituido en comunidades nacionales.

El presidente húngaro cree firmemente en el papel que juegan los medios de comunicación en la creación o refuerzo de mayorías políticas. Por eso se ha aliado con un conjunto de empresas afines al poder que poseen los principales medios de comunicación. Le ha dado la vuelta, así, a una prensa mayoritariamente de izquierdas.

Testimonio de su idea de cómo deben funcionar los medios de comunicación en su país es que su gobierno ha impedido que la televisión nacional le dé voz al candidato de la oposición en las últimas elecciones, hasta que no le ha obligado a ello la corte electoral.

Por último, Orbán ha establecido una alianza estratégica con Rusia (no tiene más remedio) y con China. Hungría es el voto a distancia en la UE de estos dos regímenes dictatoriales. Y eso es muy preocupante.

Foto: European People’s Party.


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