Cuando China nos infecta y arruina por una temporada como consecuencia de Dios sabe qué andaban haciendo en los laboratorios Wuhan, todos los lideres mundiales, salvo uno, se apresuraron a silenciar cualquier crítica al régimen de Pekín e incluso evitar que hablásemos de «virus chino» para no ofenderles y poner en riesgo relaciones comerciales y compra de deuda.

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Cuando en Corea del Norte están en dificultad porque no saben ni asegurar la alimentación básica de su población y se disponen a realizar pruebas balísticas, invadiendo y despreciando el espacio aéreo o el mar territorial de sus vecinos, esos mismos líderes acuden en su ayuda sin que trascienda demasiado a la opinión pública para intentar apaciguar los desmanes de Pyongyang.

Los asuntos internacionales, mire uno para donde mire, empiezan ya a causar vergüenza, aunque siempre habrá un diplomático de esos de postín, dispuesto a decirnos que no sabemos de lo que hablamos y que el mundo en verdad camina en la dirección correcta que marca el multilateralismo

Cuando Marruecos abre sus fronteras para que miles de marroquíes entren en territorio español de modo ilegal, irregular o como quieran llamarlo, inmediatamente nos esforzamos por entender las razones y motivos que llevan a Rabat a comportarse así y pensar qué hemos hecho o estamos haciendo mal. Movilizamos entonces a todo el Estado y pedimos apoyo al contubernio mediático para transmitir a la opinión pública que hay comprenderles, y de paso, aprovechar para promocionar la solidaridad y ayuda internacional a cargo de quienes se levantan a las 6:00 am para soportar la mayor presión fiscal de toda la OCDE.

Cuando Putin amenaza o se dispone a invadir Ucrania por motivos que en verdad desconocemos, esa cosa que llamamos Comunidad Internacional se activa con intensidad y pone en funcionamiento toda una serie de iniciativas y propagandas para intentar demostrar firmeza, pero lo cierto es que en cuanto huele a pólvora de verdad todos se retiran y dejan solos a los ucranianos después de haberlos envalentonado contra un enemigo contra el que no tienen el coraje de enfrentarse. Nadie habla además de Alemania y la camarilla de Biden, en gran parte responsables del despropósito actual.

Cuando los sátrapas hispanoamericanos y criminales chavistas destrozan un país por décadas y condenan a millones de personas a la más absoluta pobreza, indignidad y miseria, nadie de nuestros importantes líderes mundiales se atreve siquiera a retirar los numerosos mecanismos de financiación, sostenimiento o cooperación que existen con esos regímenes. Ayer Cuba, hoy Venezuela, Nicaragua o Bolivia, mañana no sabemos si Colombia o Panamá. Los criminales hispanoamericanos saben que pueden llegar al poder apoyados en el narcotráfico enarbolando una bandera del Che Guevara y a continuación hacer todas las fechorías que quieran porque obtendrán la comprensión de este nuevo Orden Mundial.

Cuando en Afganistán se toma conciencia de una verdad incómoda, se pasa el mal trago de una huida anárquica y bochornosa, dejando a miles de personas entre la desesperación y las ensoñaciones de la Agenda 2030 a los pies de la mayor barbarie que se recuerde en las últimas décadas, los refinados y cultísimos nórdicos emergen como puente de entendimiento con los talibanes para no se sabe muy bien qué. Los nórdicos y centroeuropeos, que ya no se entienden ni entre ellos y siempre aparecen ahí dispuestos a mediar y conciliar con realidades que ni comprenden ni comprenderán nunca.

Los asuntos internacionales, mire uno para donde mire, empiezan ya a causar vergüenza, aunque siempre habrá un diplomático de esos de postín, dispuesto a decirnos que no sabemos de lo que hablamos y que el mundo en verdad camina en la dirección correcta que marca el multilateralismo. Es el mismo razonamiento, la misma lógica, de aquella reconocida académica que teorizaba sobre los «Estados gamberros» como anécdota. De los resultados que producen las acciones de los tiranos que gobiernan esos lugares nada se dice, se silencia, relativiza o «se contextualiza».

Esta forma de proceder con los asuntos internacionales parece bastante defectuosa y no creo que vaya a traer nada bueno por mucho que se insista en otra cosa en think tanks, academias, observatorios, centros, institutos y organismos de alta política. Este vapuleo constante de los países occidentales es un mal ejemplo y antes o después provocará unos escenarios tan indeseables como, visto lo visto, previsibles. Ahora bien, nadie será responsable, los Kissinger de turno seguirán teorizando y la eurocracia extractiva, completamente desnortada e incapaz de ganarse el respeto en ningún sitio conflictivo, seguirá ofreciendo dinero como método.

Hace años les decía a mis alumnos que tenían que ver la película The remains of the day (1993). Qué gran escena aquella en la que Christopher Reeve (Lewis) se levanta en la recepción de representantes, mandatarios y diplomáticos europeos en los prolegómenos de las invasiones alemanas y les dice:

«You are, all of you, amateurs. And international affairs should never be run by gentlemen amateurs. Do you have any idea of what sort of place the world is becoming all around you? The days when you could just act out of your noble instincts, are over. Europe has become the arena of realpolitik, the politics of reality. If you like: real politics. What you need is not gentlemen politicians, but real ones. You need professionals to run your affairs, or you’re headed for disaster

Dicen que soportar tanta indecencia e indignidad es el precio que tenemos que pagar para evitar conflictos a una mayor escala. Esto es lo que idearon, según parece, los gentlemen…

Foto: The Presidential Press and Information Office.


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