El descubrimiento de efectos adversos en determinadas vacunas, como son los casos de trombosis, se ha traducido en una sucesión de decisiones contradictorias entre sí, donde la conveniencia política parece haber reemplazado al criterio científico, porque los gobiernos parecen estar mucho más preocupados en aparentar buena voluntad que en actuar con rigor y coherencia. A su vez, los medios de comunicación parecen más interesados en capturar a la audiencia, mediante notas alarmistas, que en contextualizar sus informaciones para que el público se haga una composición de lugar medianamente aceptable. Por si esto no fuera suficiente, los predicadores independientes aprovechan la ocasión para ganar protagonismo —y algo más— con aportaciones que, partiendo de una parte de verdad, se sustancian en teorías de la conspiración….
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