Arvid Hallén es director de programas y cofundador de Oikos, el único think tank conservador de Suecia. Especialista en política energética, Hallén ha trabajado como editorialista, comentarista político, gestor de activos para fundaciones y ha sido presidente de la organización estudiantil conservadora sueca Heimdal.

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Un diputado de la izquierda radical ha calificado la apertura del parlamento sueco con un mitin de extrema derecha. Para la extrema izquierda todo es extrema derecha, pero ¿tanto ha cambiado la política sueca desde 2022? 

Esto no ha cambiado desde las elecciones de 2022, sino que viene de antes, de 2015 y la gran crisis migratoria que golpeó a toda Europa. Esto fue especialmente dramático en Suecia, porque una gran parte de los migrantes llegaron a Suecia y todos, salvo la izquierda radical, entendieron que la situación no era sostenible. Antes de eso, ni siquiera se podía plantear en público que la inmigración pudiese causar problemas, pero después, incluso el gobierno de centroizquierda tuvo que admitir que la política migratoria no funcionaba y que había que reducir las entradas. Esto abrió un debate que antes sólo era planteado por los Demócratas Suecos y que entonces llegó a la opinión pública. Al mismo tiempo, los problemas con las bandas criminales estallaron y empezaron a empeorar, haciendo imposible negar la relación obvia entre estas bandas y la inmigración, algo que siempre se había negado, aunque la gran mayoría de los miembros de estas bandas son inmigrantes o hijos de inmigrantes. Desde la crisis migratoria de 2015, el debate ha girado a la derecha y criticar la inmigración se ha normalizado en el debate público, como pasaba en Dinamarca y como parece que está empezando a suceder en Alemania.

La idea de que los criminales deben ser expulsados no es controvertida en Suecia. Algunos miembros de la extrema izquierda fueron muy ridiculizados porque su argumento en contra era: “¿Por qué expulsamos a los criminales extranjeros y no a los criminales suecos?”

¿Es este cambio de mentalidad es el que ha propiciado que los Demócratas Suecos se convirtiesen en la primera fuerza de la derecha?    

No estoy seguro de eso porque el apoyo a los Demócratas Suecos es anterior al cambio en el debate público. Mucha gente estaba enfadada porque no se podía hablar de este tema y ya estaban votando a los Demócratas Suecos. En cierto modo, diría que el cambio en el debate ha reducido el crecimiento potencial del partido, porque muchos votantes que opinan que la inmigración no está yendo bien o que hay que reducir la criminalidad, pueden permanecer en sus viejos partidos. Hasta 2015, los Demócratas Suecos tenían el monopolio en la crítica a la inmigración; ese monopolio se ha roto.

Por primera vez, más inmigrantes han abandonado Suecia de los que han entrado.

Sí, esto incluye la re-emigración voluntaria y hay algunas cuestiones relativas a los números, pero la dirección que se está tomando es clara y es muy buena.

Esta política no es problemática cuando el retorno es voluntario, pero ¿ocurre lo mismo cuando se trata de personas expulsadas por haber cometido delitos? 

La idea de que los criminales deben ser expulsados no es controvertida en Suecia. Algunos miembros de la extrema izquierda fueron muy ridiculizados porque su argumento en contra era: “¿Por qué expulsamos a los criminales extranjeros y no a los criminales suecos?”. No tiene ningún sentido. Cuando hablamos de inmigrantes ilegales que no han cometido un delito, salvo entrar ilegalmente en el país, la izquierda moderada no parece estar de acuerdo con la expulsión, pero saben que ahora no pueden defenderla en el debate público.

Los delitos cometidos por las bandas criminales en Suecia son noticia incluso en países como España que mantienen una política laxa frente a la inmigración ilegal. ¿Ha mejorado la situación desde la llegada del actual gobierno?

Sí. Este es uno de los grandes logros de este gobierno. Se han producido muchos cambios en las leyes y muchos más están por llegar. Se está preparando una nueva ley que hará que los delitos cometidos dentro del ámbito de las bandas criminales tengan el doble de pena. Creo que no hay mejor modo para combatir el crimen organizado, y esta es una medida que se está aplicando desde hace años en Dinamarca, es decir, hemos copiado la ley danesa.

Dinamarca, con un gobierno de izquierdas, ha sido pionera en muchas medidas contra la inmigración ilegal y en la lucha contra las bandas criminales.

Totalmente. Dinamarca es la gran fuente de inspiración para la derecha sueca en estos temas. Esto es muy interesante porque hace 10-15 años, Dinamarca era descrita como el peor lugar posible y periodistas y políticos de centro y de izquierdas la comparaban con Mordor o la Alemania Nazi, y decían que Suecia nunca sería así. Se hablaba de Dinamarca como hoy se hace de Hungría. Ahora todos piensan que Dinamarca es fantástica y que nosotros tendremos que ser más duros porque llevamos diez años de retraso. Es un cambio radical de perspectiva y en el tono del debate en la opinión pública.

Se dice que dentro de cada sueco, aunque sea de derechas, hay un socialdemócrata. ¿Ha habido cambios en ese sentido?

Sí, pero por supuesto eso no significa que se vaya a desmantelar el Estado del bienestar, todo lo contrario, la derecha es una gran defensora de ese modelo que estaba amenazado por las políticas migratorias. No hay nuevas ideas liberales para recortar impuestos o para privatizar el sistema de salud, sino que, en su discurso de apertura del parlamento, el primer ministro dijo que el gobierno iba a centrarse en las cuatro ‘K’: Crimen, clima, competitividad y la guerra (en sueco estas palabras empiezan por ‘K’). Estos son los grandes desafíos para nuestro gobierno: aplastar el crimen, reducir las emisiones, incrementar la competitividad económica y ayudar a Ucrania a ganar la guerra contra Rusia.

En su discurso tampoco se olvidó de la inmigración: “La re-emigración voluntaria también debe ser fuertemente incrementada y estimulada”. Estoy convencido de que este discurso no es la mera opinión del primer ministro, sino que se ha consensuado entre todos los partidos que apoyan al gobierno, incluidos los Demócratas Suecos.

¿Las políticas verdes no han resultado dañinas, como en otros países, para la economía?

No, no lo creo. Las políticas verdes han llevado al cierre de 6 de nuestras 12 centrales nucleares, las más anticuadas y pequeñas. Esto provocó una subida de precios de la electricidad en 2022, pero ahora mismo los precios son extremadamente bajos y la electricidad es la más barata de Europa. Respecto a los combustibles, las políticas verdes dispararon los precios al obligar la mezcla de la gasolina y el gasóleo con biocombustibles, algo que enfadó a la población, pero el gobierno actual ha flexibilizado esa medida y reducido los impuestos sobre los combustibles fósiles, logrando la bajada de precios. Gracias a eso, en Suecia no existe el enfado popular sobre los asuntos verdes que abunda en otros países.

También es importante señalar que muchos en el centro y en la derecha no son escépticos con el clima y lo consideran un problema importante. Cuando el gobierno dice que una de sus prioridades es el clima, sabe que es un asunto que preocupa a los votantes suecos.

Respecto a la guerra, ¿va a haber un mayor apoyo a Ucrania? ¿Qué papel quiere jugar Suecia en la OTAN?

El apoyo a Ucrania va a ser mayor: más armas y más dinero, y haciéndolo de una forma decidida y sin vacilaciones. También se ha mencionado un encargo al fabricante de armas SAAB, lo que podría interpretarse como los preparativos para donar cazas Gripen a Ucrania en el futuro.

Suecia quiere ser un país de primera línea en la OTAN. El presupuesto militar va a seguir creciendo y se van a enviar tropas suecas a Letonia este año, y es posible que, junto con Noruega, también se desplieguen tropas en Finlandia. No es, por tanto, un enfoque gradual de integración en la OTAN, sino el inicio de una carrera en la que Suecia quiere ir por delante.

¿Qué opinión tiene la población sueca sobre su ejército?

Ha cambiado mucho. Tuvimos servicio militar, se abolió y después ha vuelto a ser reintroducido. Antes había una percepción negativa del ejercito porque se le consideraba débil e incapaz de defender el país, ahora, las encuestas muestran que la población tiene una visión mucho más positiva de sus fuerzas armadas. Asimismo, cuando empezó la guerra en Ucrania en 2022, hubo un gran incremento en el número de voluntarios de nuestra Fuerza de Defensa Territorial. Otro ejemplo son las encuestas en las que se pregunta a la gente si estaría dispuesta a defender a su país con armas, los tres países en Europa con la respuesta afirmativa más alta son Turquía, Finlandia y Suecia. En lo relativo a la defensa, tenemos una mentalidad muy fuerte.

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