La Jugendorchester Gustav Mahler, que suele actuar regularmente en Madrid, fue fundada en Viena por Claudio Abbado en 1986, anticipándose a la caída del Muro de Berlín, para integrar los jóvenes talentos de la música clásica europea. Desde entonces, se ha convertido no solo en la más brillante orquesta de jóvenes del mundo, sino también en una de las mejores en categoría absoluta.

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Su última interpretación, hace unos años, en el Auditorio Nacional de Madrid de la 9ª sinfonía de Mahler –quizás la última gran sinfonía de la historia, por no hablar de la interpretación que exige una orquesta con mas de cien músicos- bajo la dirección de su fundador marcó un hito difícil de superar,  tal y como comentó el crítico de música clásica más leído de entonces, Juan Ángel Vela Campo.

El formidable éxito de esta orquesta es resultado de un conjunto de ejemplares factores: una selección abierta y exigente mediante audiciones a ciegas entre todos los jóvenes interpretes europeos –que al cumplir 26 años deben abandonar la orquesta- que compiten entre ellos por cada plaza; un fundador carismático –recientemente fallecido- que encabezaba la dirección orquestal y transmitía maestría, admiración, respeto y autoridad; el trabajo duro e ilusionado de los miembros de la orquesta entregados en los ensayos y en los conciertos a la dirección orquestal.

El éxito de la joven orquesta se debe a una carrera profesional basada en la disciplina, el rigor, la jerarquía del saber, el esfuerzo y el mérito

La espléndida experiencia de esta joven orquesta es un perfecto ejemplo de una carrera profesional basada en la disciplina, el rigor, la jerarquía del saber, el esfuerzo y el mérito, valores que la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) desterró de las aulas españolas para perjuicio del futuro de los niños y jóvenes que ahora son formados en principios ajenos a la búsqueda de la excelencia en libre competencia.

A los progresistas defensores de la igualdad de género estas cuentas no deben gustarles, porque se salen de las cuotas que tanto les gustan: a ellos les sobran 11 mujeres y la mitad de los españoles.

Es curioso que quienes mas importancia otorgan a la igualdad de fines –no de oportunidades que nadie discute- son los mismos que defienden la LOGSE, que lejos de favorecer el progreso social basado en la educación lo viene a cuestionar.

La Jugendorchester Gustav Mahler tiene una plantilla de 120 miembros, de los cuales 71 son mujeres y 21 españoles. A los progresistas defensores de la igualdad de género estas cuentas no deben gustarles, porque se salen de las cuotas que tanto les gustan: a ellos les sobran 11 mujeres y la mitad de los españoles. A quienes estamos a favor de la igualdad de oportunidades y la libertad individual y admiramos el esfuerzo, la disciplina, el mérito, la legítima autoridad del maestro y la libre competencia en el mercado, la Jugendorchester Gustav Mahler es el perfecto epítome del funcionamiento de la instituciones.

El desigual y, a juicio de los progresistas de las cuotas, «injusto» reparto del género en esta orquesta se extiende en España a muchos otros ámbitos profesionales: derecho, medicina, ingeniería, etc y prácticamente a todas las oposiciones a la puestos en la Administración Pública, en las que las mujeres, en libre competencia con los hombres, suelen obtener mejores resultados.

Allí donde se da la igualdad de oportunidades, donde la selección se produce por estricto mérito la distribución de resultados es la mas justa

Por tanto, allí donde se da la igualdad de oportunidades, donde la selección se produce por estricto mérito –caso de las oposiciones- la distribución de resultados es necesariamente la mas justa aunque beneficie a las mujeres y no responda al asombroso canon progresista de la igualdad finalista de género que solo defienden quienes, hombres o mujeres, seguramente nunca han trabajado ni competido libre y abiertamente por lograr resultados.