El diario neoyorkino The Wall Street Journal ha desvelado el contenido de una serie de documentos internos del politburó de Facebook. Facebook creó un programa llamado cross check, o Xcheck, con el ánimo de proteger a sus usuarios más conocidos de ciertos abusos que sufrían por parte de algunos usuarios. Ese programa, concebido para evitar abusos a un conjunto de usuarios influyentes, se ha convertido en una concesión de privilegios para figuras de la cultura, políticos y periodistas. Facebook exime a los poderosos de las normas que impone al resto de usuarios.

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The Wall Street Journal pone ejemplos muy ilustrativos. Facebook e Instagram son como el Vaticano, no pueden albergar imágenes de personas sin el debido recato. Pero al jugador de fútbol Neymar le permitió publicar en IG un vídeo de una ex novia como si fuera Eva, para vengarse de que ella le había acusado de violarla. A cualquiera de nosotros nos habría expulsado de la red, pero a este usuario con 150 millones de usuarios sí se lo permite. El vídeo fue denunciado más de 6.000 veces, pero Fb protegió a Neymar de sus propias normas, y de los automatismos que hubieran conducido a suspenderlo de forma inmediata. “A diferencia del resto de nuestra comunidad, esta gente puede violar nuestras normas sin consecuencia alguna”, ha dicho una fuente anónima del diario.

Facebook no sigue sus propias normas con las personas que tienen influencia. “Facebook hace excepciones de forma ordinaria para actores poderosos”, dice un informe interno de la organización

Otro de los usuarios beneficiados por el cuidado de Fb hacia sus usuarios más influyentes es el ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Una de sus publicaciones obtuvo una calificación de 90 sobre 100 en una escala que mide internamente la posibilidad de que viole las normas internas. Pero el propio Zuckerberg intervino para mantener la publicación. La empresa ha permitido que las publicaciones salvadas por XCheck que violaron las normas de Fb hayan sido vistas 16.400 millones de veces.

Facebook tiene 2.850 millones de usuarios activos. No creo que ninguna creación humana haya albergado a tantas personas creando contenido. Para gestionar el torrente de comunicaciones interpersonales, Facebook podía elegir distintas formas de gobierno interno. La anarquía (literalmente ausencia de normas) pondría a Facebook como una plataforma pura, que ofrece a los usuarios su solución tecnológica para la producción de mensajes, pero no los condiciona o edita, o impone sanciones ni interviene en su alcance.

A mi modo de ver, este modelo es el más honesto. La sociedad es plural y hay grupos que defienden las ideologías más execrables, y entiendo la tentación de acallar las voces más indeseables. Pero hacerlo implica discriminar, y en el mundo de las ideas hacerlo no es fácil por varios motivos.

El primero de ellos es que en ocasiones las posturas más defendibles están históricamente ligadas a otras que lo son menos. Por poner un ejemplo, es difícil decir que defender la secesión dentro de un país en realidad confederado, como son los Estados Unidos, es una idea odiosa. Pero parte de la racionalidad detrás de ese movimiento político (aunque no la más importante) se basaba en el mantenimiento de la esclavitud, que sí lo es.

El segundo es que hay ideas odiosas que forman parte del zeitgeist, como el fascismo en los años 20 en Italia, el nacional socialismo en la Alemania de los 30, o el racismo o el sexismo en la actualidad de la mano de la ideología identitaria. Yo creo que si Alemania hubiera ganado la II Guerra Mundial, Hollywood o su equivalente seguiría siendo la industria guardiana de la ideología crítica de la sociedad actual, pero desde el nazismo.

Mas hay una segunda tentación, que es prácticamente inevitable con una herramienta tan poderosa en las manos, y es la de querer condicionar el modo de pensar de millones,  decenas o centenares de millones de personas. Mark Zuckerberg no ha podido resistirla. Pero como no hay acción sin coste, el empresario tiene que asumir que se enfrenta a una parte de la sociedad a la que su criterio no le vale. Lo que ocurre con la ideología, pasa también con la estética o la moral.

Ese es uno de los problemas que tiene el gobierno de una plataforma, ya a medio camino hacia un portal de carácter editorial. Otro de los problemas, a los que hace mención el informe interno recabado por The Wall Street Journal, es que Facebook no sigue sus propias normas con las personas que tienen influencia. “Facebook hace excepciones de forma ordinaria para actores poderosos”, dice un informe interno de la organización. Y añade que “es un problema permanente en casi todas las áreas de la empresa”.

La dirección de Facebook carece del valor moral para hacer valer sus propios criterios. Asume su fracaso internamente, pero tiene una actitud hipócrita y taimada con el exterior; tanto con la prensa como con el Congreso y el resto de instituciones estadounidenses. La última ante la que va a tener que responder, según el periódico, es la SEC.

¿Qué explica este comportamiento corrupto por parte de la red social? Creo que el abuso de poder y la corrupción no son el comportamiento que merece una explicación, porque está ínsito en la naturaleza humana. La moral, en las empresas, se impone por la dura competencia. Pero Facebook apenas tiene competencia, y es lo que explica este comportamiento inadecuado.

Foto: Anthony Quintano.


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