Si las personas no nos muriéramos hace tiempo que habríamos superado el fantasma del socialismo. Tendríamos claro que no funciona; ¡lo habríamos vivido en nuestras propias carnes, y tantas veces! Eso de conocer las cosas del pasado por medio de la historia, como nos ocurre a los que nos morimos, tiene un gran inconveniente: que solemos creernos mejores que los que, antes que nosotros, la vivieron.

Publicidad

Nos creemos más inteligentes, más bienintencionados, ¡más vivos! Creemos que los años le dan a la especie humana un nuevo empuje, y que lo que Castro no hizo del todo bien en la isla sí lo hará bien Maduro en Venezuela y mucho mejor Petro en Colombia. Craso error. No se puede aprender de los errores cuando los errores nacen de un error. Uno puede aprender del que sabe montar en bicicleta, pero del que no sabe: «¿qué se puede aprender de él?».

Todos los regímenes socialistas acaban necesariamente en la pobreza más absoluta. No hay de otra. No importa lo inteligente, o carismático que resulten sus líderes

Y es que el socialismo no funciona y no funcionará nunca, tampoco dentro de mil años. Y estoy segurísimo de ello porque el ideal socialista se apoya sobre una contradicción que es irresoluble. Partimos del hecho de que los empresarios son los creadores de la riqueza y que el gobierno sustrae parte de esta riqueza para financiar su aparato político y administrativo. El gobierno necesita al empresario para sobrevivir, pero el empresario necesita tener lejos al gobierno para generar riqueza. Chocan como el agua y el aceite. No hay posibilidad de reconciliación entre el uno y el otro, no es verdad que los fallos del mercado se subsanen con el gobierno: ¡se subsanan con más libertad en esos mercados, no con menos!

Lo que pasa es que el socialismo necesita de la riqueza de los empresarios para sobrevivir, pero no puede soportar la libertad con la que los empresarios producen la riqueza. Y no lo soporta porque la riqueza es, en esencia, libertad y la libertad es, ante todo, antisocialista. El socialismo necesita tener atados a los empresarios para extraerle grandes trozos de sus ganancias, pero el empresario para tener ganancias necesita sentirse libre de las manos asfixiantes del gobierno. Ante esta contradicción el socialismo siempre termina apostando por acabar con la libertad del empresario incluso si eso supone erradicar cualquier posibilidad de que los empresarios generen la riqueza de la que luego se alimenta el gobierno.

Puestos a elegir prefiere un pueblo pobre con un gobierno empobrecido que un pueblo próspero con un gobierno debilitado. Solo en la primera de las opciones el gobierno puede conservar el poder y hacer que las cosas giren a su voluntad. Hacer de otra manera sería como inmolarse, quedarse fuera de juego, ceder, en definitiva, el poder a la libertad. ¡Y eso es absolutamente inconcebible! ¡Es propio el Anticristo! Por eso todos los regímenes socialistas acaban necesariamente en la pobreza más absoluta. No hay de otra. No importa lo inteligente, o carismático que resulten sus líderes ni lo mucho y bien que esté ideologizada la conciencia del pueblo o de lo fácil que sea mover a las masas de un lado y para otro.

Porque la riqueza no procede del bien, ni de la justicia, ni del poder, ni tan siquiera del conocimiento: la riqueza procede de la libertad y producirla es responsabilidad de su único órgano competente: los EMPRESARIOS. Todo lo demás es puro cuento. Y esto te lo dice alguien que, por desgracia, ha contado muchos cuentos en su vida, la mayoría de las veces sin saberlo. Con este artículo ayudo a mi redención y también a la tuya.

No tendrás nada y (no) serás feliz

No tendrás nada y (no) serás feliz: Claves del empobrecimiento promovido por las élites. Accede al nuevo libro de Javier Benegas haciendo clic en la imagen.

¿Por qué ser mecenas de Disidentia? 

En Disidentia, el mecenazgo tiene como finalidad hacer crecer este medio. El pequeño mecenas permite generar los contenidos en abierto de Disidentia.com (más de 3.000 hasta la fecha), que no encontrarás en ningún otro medio, y podcast exclusivos (más de 250) En Disidentia queremos recuperar esa sociedad civil que los grupos de interés y los partidos han silenciado.

Ahora el mecenazgo de Disidentia es un 10% más económico al hacerlo anual.

Forma parte de nuestra comunidad. Con muy poco hacemos mucho. Muchas gracias.

¡Hazte mecenas!

Artículo anteriorPeor que la Mafia
Antonini de Jiménez
Soy Doctor en Economía, pero antes tuve que hacer una maestría en Political Economy en la London School of Economics (LSE) por invitación obligada de mi amado padre. Autodidacta, trotamundos empedernido. He dado clases en la Pannasastra University of Cambodia, Royal University of Laws and Economics, El Colegio de la Frontera Norte de México, o la Universidad Católica de Pereira donde actualmente ejerzo como docente-investigador. Escribo artículos científicos que nadie lee pero que las universidades se congratulan. Quiero conocer el mundo corroborando lo que leo con lo que experimento. Por eso he renunciado a todo lo que no sea aprender en mayúsculas. A veces juego al ajedrez, y siempre me acuesto después del ocaso y antes del alba.