Acaba de publicarse un libro que lleva el mismo título que he puesto a este post de Disidentia: El Mátrix catalán, cuya lectura y consulta recomiendo vivamente a cualquiera que quiera distinguir las voces de los ecos en el conflicto político que está siendo determinante de la vida española en estos últimos años. El libro recoge el paciente y concienzudo repaso que su autor ha hecho del desarrollo y los antecedentes del clima cultural y social que ha llevado a millones de catalanes a ver su vida muy alterada de modo bastante absurdo, y en ocasiones muy dramático.

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El autor no es ni historiador ni político, que son los oficios más frecuentes entre los muchos que han metido su pluma en este enojoso asunto.  José Luis Villa es uno de esos ingenieros sabios y estudiosos que se han acostumbrado a enfrentarse con problemas serios, que requieren muy buena cabeza, estudio, cálculo, audacia, prudencia, y, sobre todo, no confundir nunca los datos reales con las leyendas interesadas ni con las explicaciones y los análisis chapuceros.

Villa cree que hasta que nacionalista no se considere un insulto estaremos en manos de un conflicto civil, viviendo una realidad política ficticia y en riesgo de acabar a palos

El lector podrá preguntarse, con cierta lógica, ¿y qué hace un ingeniero metido en semejante berenjenal?  En primer lugar, José Luis Villa, que ha sido uno de los artífices del gran cambio que ha experimentado Renfe desde los años noventa hasta ahora, ha tenido ocasión de conocer en primera persona el trabajo y las actitudes de los protagonistas de esta historia porque ha desempeñado, durante largos años, responsabilidades importantes en Cataluña, se ha casado allí, ha vivido en esa tierra durante mucho tiempo y por eso dedica su trabajo “a todos aquellos catalanes que sufren discriminación en su tierra por no obedecer los dictados de quienes creen ser sus amos por derechos de sangre, cuando son simplemente unos supremacistas”.

La referencia a Mátrix ayuda a comprender el carácter embustero y malévolo del universo soberanista catalán, una forma de pensar que se funda en el puro y simple engaño, pero con tanta intensidad que, al final los engañadores se han visto envueltos en su farsa y se obligan a vivir en un mundo ridículo, como cuando fabulaban sobre el reconocimiento internacional de una Catalunya independiente y europea o bobadas similares. El libro proporciona muchos y muy bien fundados argumentos para demoler los embustes que se han creado para fortalecer una serie de leyendas sobre la realidad de Cataluña y su supuesta no españolidad que, por desgracia, han conseguido agriar la convivencia entre catalanes.

Lo que resulta inaudito es que esos intentos no hayan sido respondidos de manera inteligente y vigorosa por las fuerzas políticas españolas que, con enorme miopía, han optado muchas veces por mirar para otro lado frente a insultos, mentiras y agresiones, con tal de poder aprovechar el valor de los escaños de quienes han sido y son, de manera tan declarada como absurda, enemigos de la unidad y la libertad de España y de los españoles.

José Luis Villa desmonta todas las falacias victimistas del imaginario supremacista catalán, y recuerda cómo el nacionalismo, al que Pedro Salinas llamó “estupendo sembrador de estragos”, solo ha servido para romper la convivencia, pisotear los derechos individuales y servir de prólogo a matanzas y guerras. Villa cree que hasta que nacionalista no se considere un insulto estaremos en manos de un conflicto civil, viviendo una realidad política ficticia y en riesgo de acabar a palos.

El libro que recomiendo no deja ningún aspecto de la cuestión sin examinar, desde las más abstractas a las más menudas, lo que hace que la lectura de sus casi quinientas páginas, suponga un repaso multidimensional a todos los abundantes escenarios en los que se ha desenvuelto el llamado proceso político, desde los antecedentes históricos más relevantes hasta su andadura en las legislaturas de la democracia del 78. Como es natural, esto se hace sin olvidar los sucesos más recientes y lo que constituye el panorama político de este momento en Cataluña en el que todavía sigue funcionando el argumento implícito que da en considerar como normales lo que constituyen auténticos atropellos a la libertad, a los derechos ciudadanos, a la libertad de uso de la lengua de cada cual, a la neutralidad exigible a las instituciones públicas, a la justicia y al puro buen sentido.

Como señala el autor, la diferencia esencial entre las pretensiones nacionalistas de antaño y lo que ahora ocurre es que se permite que los políticos nacionalistas empleen los recursos públicos, que son de todos, en su exclusivo provecho político, es decir que se pretende construir una nación inexistente con los recursos de un sistema constitucional que no se respeta y que se trata de destruir. Como es obvio, ha habido un cierto freno a las pretensiones máximas de los promotores del soberanismo, desde las condenas judiciales a la absoluta desatención internacional, pero la minoría empeñada persiste en su absurdo propósito y en pisotear los derechos de una mayoría social cada vez más amplia que no quiere seguir siendo rehén de un proyecto enloquecido.

La segunda advertencia que hace Villa se refiere a la capacidad que tiene este asunto de envilecer el conjunto de la política española, en la medida en que en otros lugares se imiten algunos de los pasos de un proceso tan desdichado, una apuesta por una desvertebración creciente de la unidad española,  lo que constituye un camino hacia el disparate, el empobrecimiento y la reyerta civil, pero también porque esta absurda tendencia a la descomposición  puede suscitar movimientos políticos de sentido contrario que entorpezcan todavía más el clima civil de convivencia que es indispensable para progresar tanto en la situación económica como en la libertad.

El libro tiene un segundo volumen de anexos, algo más liviano, en el que Villa ha ido recogiendo temas que le apartarían de forma inevitable de su discurso principal, pero que no ha querido dejar en el cajón de las musas. En esos casi veinte exámenes de cuestiones muy variadas, desde la familia del patriarca Pujol, a la TV3 o el Barça, el autor va recogiendo historias y argumentos colaterales que son analizados de manera más ligera y muy pegada a la experiencia vivida. Es como si José Luis Villa temiera que sus argumentos de fondo, los que componen el primer volumen, se pudieran estimar como teóricos o doctrinarios y quisiera presentar ejemplos palpitantes de la verdad de lo que cuenta. Hay mucha información recogida en estos segundos capítulos y el lector no puede evitar asombrarse de algunas de las cosas que ahí se recogen.

Les recomiendo un libro que es triste por lo que cuenta, pero también divertido por cómo lo hace. Es el libro de un rebelde, de alguien que no se deja apabullar, de un testigo que podría decir con el personaje de Orwell en 1984, una vez que te atreves a afirmar que dos y dos son cuatro, eres de verdad libre. Como buen ingeniero, Villa está convencido de que las cuentas minuciosas son mejores y valen más que los cuentos, en especial, cuando por detrás hay mala intención y deseo de subyugar al que no piense de la misma manera, puro totalitarismo que no es menos por ser catalán.


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J.L. González Quirós
A lo largo de mi vida he hecho cosas bastante distintas, pero nunca he dejado de sentirme, con toda la modestia de que he sido capaz, un filósofo, un actividad que no ha dejado de asombrarme y un oficio que siempre me ha parecido inverosímil. Para darle un aire de normalidad, he sido profesor de la UCM, catedrático de Instituto, investigador del Instituto de Filosofía del CSIC, y acabo de jubilarme en la URJC. He publicado unos cuantos libros y centenares de artículos sobre cuestiones que me resultaban intrigantes y en las que pensaba que podría aportar algo a mis selectos lectores, es decir que siempre he sido una especie de híbrido entre optimista e iluso. Creo que he emborronado más páginas de lo debido, entre otras cosas porque jamás me he negado a escribir un texto que se me solicitase. Fui finalista del Premio Nacional de ensayo en 2003, y obtuve en 2007 el Premio de ensayo de la Fundación Everis junto con mi discípulo Karim Gherab Martín por nuestro libro sobre el porvenir y la organización de la ciencia en el mundo digital, que fue traducido al inglés. He sido el primer director de la revista Cuadernos de pensamiento político, y he mantenido una presencia habitual en algunos medios de comunicación y en el entorno digital sobre cuestiones de actualidad en el ámbito de la cultura, la tecnología y la política. Esta es mi página web