El Dr. Oleksandr Shulga es el director del Instituto de Estudios y Análisis de Conflictos de Rusia (IKAR), la única institución de Ucrania que realiza un seguimiento sociológico mensual en Rusia. Posee 16 años de experiencia avanzada en el campo de la investigación sociológica cuantitativa y cualitativa, y ha realizado estudios en diversos campos, incluyendo áreas de riesgo potencial de escalada de tensiones e inestabilidad.

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Dr. Oleksandr Shulga.

¿Sabemos cómo es Rusia y la sociedad rusa en Occidente? ¿O solemos caer en el mito y en la propaganda?

Escribí un trabajo sobre esto para el Center for European Foreign Policy Analysis (CEPA – Centro de Análisis de la Política Exterior Europea) y lo titulé “Rusia – Un mito envuelto en encuestas de opinión”, así que sí, es cierto que nos dejamos llevar por el mito. En Occidente la mayoría no tiene ni idea de lo que es Rusia ni de los procesos que suceden allí, ni tampoco de las actitudes u opiniones de la sociedad rusa en diferentes aspectos. Para el régimen ruso es muy conveniente que esto sea así y, de hecho, tratan de exportar estos mitos sobre si mismos. El mito mas importante es: “No puedes entender a Rusia, ni siquiera lo intentes”. Para el régimen ruso esto constituye una ventaja, porque si no entiendes a tu homólogo y no intentas entenderlo, has perdido desde el principio.

Existe una disonancia muy importante y dramática para la sociedad rusa: los rusos respetuosos con la ley llevan más de un año en la guerra y los presos con delitos muy graves son indultados y liberados tras seis meses de servicio

Mantener a Rusia bajo palio sagrado es también un objetivo de la oposición liberal rusa. Los que son apoyados por los países occidentales y se llaman a sí mismos alternativa al régimen de Putin. Para la oposición, negar la posibilidad de entender la sociedad rusa les da la ventaja cuando se enfrentan al escepticismo sobre si Rusia puede convertirse en una sociedad democrática, porque ellos se presentan como los únicos que pueden entender y explicar a Rusia, y, por tanto, sólo se puede tratar con ellos. Pero cuando realizamos estudios científicos vemos, por ejemplo, que la sociedad rusa ha apoyado la invasión de Ucrania y que no se trata sólo de la “guerra de Putin”, eso significa que la oposición liberal no habla el mismo lenguaje que su sociedad y que sus eslóganes de democracia y libertad no calan en Rusia.

Por eso, ese “palio sagrado” es el primer mito que hay que desmontar y ese es nuestro trabajo y objetivo estratégico en el IKAR.

Una de las encuestas más llamativas y cuyo resultado se ha repetido a lo largo de los años, es la que sitúa a Stalin como personaje histórico mas importante para los rusos. ¿Esto es consecuencia de la falta de descomunización tras el hundimiento de la URSS o está más relacionado la propaganda del régimen de Putin que ha hecho de Stalin y de la Segunda Guerra Mundial el mito nacional ruso?

La falta de descomunización en Rusia que ha mencionado es muy importante. Tras la caída de la Unión Soviética, Rusia ni siquiera intentó cambiar sus narrativas históricas. Por eso el mito nacional histórico más importante de Rusia fue heredado de la Unión Soviética: la victoria en la “Gran Guerra Patriótica”, que es como llaman a la Segunda Guerra Mundial. Para Rusia la guerra comprende de 1941 a 1945, olvidando que de 1939 a 1941 fueron aliados de los nazis y se repartieron Polonia, ocuparon los Países Bálticos, y atacaron Finlandia. Después de la Perestroika, la elite rusa, Putin incluido, se entregaron al capitalismo salvaje y a hacerse con todo lo que pudieran, pero con la llegada de Putin al poder se volvió a las antiguas formas y a los viejos discursos. Por eso no es sorprendente la visión positiva de Stalin. Y esa falta de descomunizacion es también la que ha impedido que en Rusia haya existido una democracia real, y este es otro problema para la oposición liberal, porque no hay un punto al que regresar, no hay una edad dorada a la que volver.

Otro mito muy repetido en Occidente, especialmente para atraerse las simpatías de los sectores conservadores, es el de una sociedad rusa tradicional y muy religiosa. Sin embargo, las cifras, por ejemplo, de asistencia a festividades religiosas son ridículas.

Si, es un ejemplo de la disonancia entre lo que creen y lo que están haciendo. La sociedad rusa, en términos de autoidentificación de cara a Occidente, promueve la religión y los valores tradicionales. Pero eso no es nada nuevo y viene unido a otros mitos nacionales: “nación, autocracia y ortodoxia”. La nacionalidad rusa compuesta por bielorrusos, ucranianos y rusos; la autocracia, dirigida por un autócrata, es decir, un hombre fuerte, ya sea el zar, el secretario general del Partido o el presidente; y la ortodoxia, la verdadera religión. Estos mitos tienen una larga historia y nos remontan a la Tercera Roma tras la caída de Bizancio. Este es el trasfondo social e histórico del mito. Pero por otro lado tenemos la realidad. Encuestas recientes hechas en Rusia nos muestran que el porcentaje de personas que acuden a misa o a festividades religiosas es realmente mínimo, y el de aquellos que llevan a cabo alguna practica religiosa, como no comer carne en determinadas fechas, es marginal.

Al fin y al cabo, es una sociedad heredera de la sociedad soviética.

Si, pero en esa afirmación ortodoxa también encontramos un sentido de superioridad frente a los decadentes países occidentales: “Somos mas espirituales y tenemos mayores valores morales que vosotros”.

En la guerra de Afganistán hubo una reacción de parte de la sociedad rusa ante el número de soldados muertos que hizo mucho daño al régimen soviético. Ahora, con unas bajas enormes en comparación con la de aquella guerra, ¿cree que puede producirse una reacción similar?

En marzo-abril de 2023, un año después del inicio de la invasión, preguntamos a los rusos cuál era el límite de bajas de la operación militar especial. Un 55% señalo que las bajas ya eran enormes y que habían superado el límite, y casi un 20% pensaba que mas de 20.000 muertos y heridos ya eran demasiados, una cifra que en ese momento ya estaba superada con creces. Es decir, hace 9 meses tres cuartas partes de los rusos pensaban que las bajas eran enormes.

La sociedad rusa esta automatizada, carece de lo que se llama “sociedad civil”, y a lo largo de los años el régimen se ha encargado de que siga así, dando vida a grupos afines al Kremlin y tachando a todos aquellos fuera de su control como “agentes extranjeros”, lo que significa que si intentan realizar su labor en Rusia pueden ser juzgados y condenados. La represión es parte de integral de este sistema, como hemos visto en las protestas de las madres y esposas de los movilizados.

Precisamente, fueron las madres y esposas de los soldados soviéticos las que empezaron a protestar por las bajas en Afganistán.

Si, y en esta guerra hemos observado una evolución. El primer paso fue el ejército profesional, y el problema para el Kremlin fue que muchos soldados profesionales quisieron romper sus contratos militares por las grandes bajas sufridas. El segundo fueron los reclutados en Donetsk y Lugansk, ocupadas desde 2014, y vimos las quejas de sus parientes y esposas. Esta es una vieja táctica rusa y ya la empleaban los tártaros, conquistan un territorio y usan a los hombres del territorio ocupado para conquistar otro. El tercer paso fue el reclutamiento de presos, que empezó tan pronto como en verano de 2022. Y el cuarto paso ha sido la movilización de 300.000 hombres en septiembre de 2022. En Daguestán hubo muchas protestas contra la movilización y allí se redujo el numero de hombres reclutados, pero no sucedió lo mismo en el resto de Rusia, donde empezaron las protestas del “Consejo de Madres y Esposas”, una asociación que fue calificada como “agente extranjero” y tuvo que cesar su actividad. Ahora nos encontramos en el quinto paso, una movilización continua, abierta o encubierta, que ya suma un número mayor de reclutas que la movilización de septiembre de 2022. Todo esto ha provocado una disonancia muy importante y dramática para la sociedad rusa; por un lado, cientos de miles de rusos que no eran militares han sido arrastrados para servir en esta guerra y un año después siguen en el frente; por otro lado, tenemos a decenas de miles de presos que han sido absueltos de sus crímenes y que vuelven a casa después de seis meses de servicio. Esta desproporción es realmente dramática: los rusos que obedecen la ley siguen en la guerra y presos con delitos muy graves son perdonados y liberados. Esto está provocando agitación social y representa una amenaza para el Kremlin, porque puede plantear problemas en su carrera presidencial. Por esa razón, Putin se reunió durante la Navidad ortodoxa con familiares de soldados caídos en el frente.

¿Existe la posibilidad de que se produzca una agitación social en Rusia que pueda cambiar el curso actual de los acontecimientos?

Sí, existe esa posibilidad y es muy importante entender que es posible. Putin no va a ir a las trincheras, ni va a enviar a sus familiares o amigos, por lo que va a seguir enviando a los rusos como carne de cañón. ¿Qué afecta a los rusos? ¿Qué puede hacer que cambien de idea y se opongan a esta situación? La razón mas importante y crucial para un cambio sería un fracaso operativo o estratégico en la línea del frente. Si los ucranianos consiguen armas precisas que puedan demostrar a la sociedad rusa que esta guerra y todas sus pérdidas han sido inútiles, y los rusos son conscientes de que convertirse en carne de cañón no cambiara nada y sólo afectara sus vidas y la de sus familias, puede producirse un cambio. La imagen de Putin como un líder que tiene un plan y que siempre va dos o tres pasos por delante ya está siendo cuestionada, y el motín de Prigozhin confirmó estas dudas.

Paradójicamente, proporcionar ahora más armas a Ucrania puede significar tener que entregar menos armas a largo plazo en una larga guerra de trincheras, porque eso es lo que puede forzar que se detenga la guerra más rápidamente. Demostrar los fallos estratégicos en el frente, como la liberación de la ciudad de Kherson o del oblast de Kharkiv, afectan a la sociedad rusa porque demuestran que la guerra es inútil y que su liderazgo ha perdido el sentido de la realidad y capacidad estratégica. Esto puede provocar que la sociedad rusa, incluidas sus elites, consideren que su líder ha perdido su visión y que ha llegado el momento de cambiar de rumbo.

Foto: Egor Filin.

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