Hace unos días pude ver “El primado de Polonia”, una película polaca que cuenta, en mi opinión con bastante acierto, la historia del cardenal Stefan Wyszynski (cardenal primado de Polonia de 1948 hasta su muerte en 1981), desde el momento de su liberación, el 26 de octubre de 1956, hasta la elección del Papa Juan Pablo II. Wyszynski fue encarcelado en 1953, durante una ola de persecución de las autoridades comunistas contra la Iglesia católica, y fue liberado porque el secretario general del partido comunista (Partido Obrero Unificado de Polonia), Władysław Gomułka, quería conseguir la colaboración de la Iglesia polaca para las elecciones que se iban a celebrar al año siguiente.

Publicidad

Gomułka, que había sido encarcelado en 1951 por su predecesor Bolesław Bierut por oponerse a las políticas de Stalin, salió de prisión en 1954, un año después de la muerte de Stalin, e inició una serie de políticas reformistas, que se conocen como el “deshielo Gomułka”, tras las protestas obreras en Poznań en 1956. El nuevo líder comunista entendió la fuerza que el catolicismo conservaba en el pueblo polaco, a pesar de los esfuerzos del régimen por enseñar las maravillas del socialismo a los obstinados polacos, y decidió negociar con Wyszynski. El eje central de la película son las negociaciones del régimen con el primado, que intenta restaurar la labor y la misión de la Iglesia bajo el férreo control, y los ocasionales momentos de represión, de las autoridades comunistas.

Wyszynski, que fue beatificado en 2021, fue un hombre excepcional en unos tiempos muy difíciles porque no tuvo miedo a decir la verdad y a enfrentar el mal

La película me hizo recordar una increíble historia que también ocurrió en Polonia en aquellos años convulsos. Del mismo modo que los soviéticos quisieron convertir Berlín oriental en una ciudad modelo del paraíso socialista frente a la decadencia del Berlín occidental (todos sabemos cómo acabo la historia), los comunistas polacos construyeron una nueva ciudad socialista muy cerca de Cracovia, Nowa Huta, que debía albergar a más de 30.000 obreros que iban a trabajar en una nueva planta siderúrgica, la Acería Lenin. Nowa Huta fue inaugurada en 1954, después de cinco años de trabajo, como una ciudad modelo socialista: una enorme plaza central presidida por una enorme estatua de Lenin; parques y lagos para disfrutar con la familia; amplias avenidas para pasear, etc. Lo que no había en Nowa Hutta eran iglesias, porque los trabajadores no necesitaban a Dios. Sin embargo, los obstinados trabajadores polacos querían tener una iglesia y las autoridades, siguiendo el espíritu del “deshielo Gomułka”, permitieron la construcción de una iglesia en 1958. Los sucesos de Nowa Hutta no se mencionan en la película, pero sí vemos a Wyszynski reunirse con un joven sacerdote, Karol Wojtyła, para comunicarle que el Papa le había nombrado obispo auxiliar de Cracovia; el futuro Papa tendrá un papel fundamental en esta historia.

Impacientes por celebrar su fe, los habitantes de Nowa Hutta levantaron una cruz de madera en el sitio designado para la construcción de la iglesia y se empezó a celebrar regularmente la misa. Sin embargo, la celebración de misas en lo que debía ser una ciudad modelo socialista tuvo que causar urticaria a más de un dirigente del Partido, por lo que las autoridades decidieron echarse atrás y prohibir la construcción de la iglesia. Wojtyła intentó infructuosamente convencer a los comunistas, pero no le escucharon. Así, en la mañana del 27 de abril de 1960, un grupo de trabajadores acudió al derribar la cruz de madera, pero los transeúntes les hicieron frente y corrieron la voz. En poco tiempo, se había reunido una multitud de ciudadanos de Nowa Hutta para impedir el derribo la cruz. Las autoridades consideraron esto como un acto de rebeldía y enviaron a la milicia; los milicianos se emplearon a fondo contra los defensores de la cruz, usando porras y gases lacrimógenos, pero estos no cedieron y los enfrentamientos se prolongaron hasta el anochecer.

Gomułka calificó a los manifestantes como “escoria” y “alborotadores”, y unas doscientas personas fueron encarceladas, multadas o perdieron el trabajo como consecuencia de los disturbios. El ambiente estaba muy tenso, pero la cruz seguía en su sitio. Wojtyła intercedió ante las autoridades y desde ese momento las protestas en favor de la construcción de la iglesia fueron pacíficas. Siete años después, en 1967, los obreros de Nowa Hutta pudieron levantar su iglesia junto a la cruz por la que tanto habían luchado, el Arca del Señor (Kościół Arka Pana), que fue consagrada en 1977 por el propio Wojtyła, que en ese momento era cardenal. Hoy, Nowa Huta es un barrio de Cracovia; la plaza central se llama “Ronald Reagan” y está presidida por un monumento al sindicato Solidaridad.

Volviendo a la película, hay dos frases que resumen el momento que viven sus protagonistas. La primera es del obispo Antoni Baraniak, al que vemos siendo torturado brutalmente por la policía al principio de la película: “No te puedes fiar de los comunistas”; una lección de sentido común político que muchos parecen haber olvidado. La otra corresponde al cardenal Wyszynski: “Al mal se le vence con el bien y con la verdad”; otra lección de fe y de vida que muchos también han abandonado. Wyszynski, que fue beatificado en 2021, fue un hombre excepcional en unos tiempos muy difíciles porque no tuvo miedo a decir la verdad y a enfrentar el mal. Esa clase de hombres, como Karol Wojtyła, los defensores de la cruz de Nowa Hutta o los obreros de Solidaridad, tuvieron la fe y el valor de enfrentarse a una mentira sostenida con las armas detrás de un telón de acero, y fueron una pieza clave para derribarlo. Ellos son el espejo en el que debe mirarse Occidente.

Foto: El cardenal Stefan Wyszynski con el Papa Juan Pablo II en octubre de 1980.

¿Por qué ser mecenas de Disidentia? 

En Disidentia, el mecenazgo tiene como finalidad hacer crecer este medio. El pequeño mecenas permite generar los contenidos en abierto de Disidentia.com (más de 3.000 hasta la fecha), que no encontrarás en ningún otro medio, y podcast exclusivos (más de 250) En Disidentia queremos recuperar esa sociedad civil que los grupos de interés y los partidos han silenciado.

Ahora el mecenazgo de Disidentia es un 10% más económico al hacerlo anual.

Forma parte de nuestra comunidad. Con muy poco hacemos mucho. Muchas gracias.

¡Hazte mecenas!