Durante los 16 años del mandato de Angela Merkel en la Cancillería alemana, las travesuras de Gerhard Schröder como lobista del gas ruso no fueron motivo de gran preocupación. Todo el mundo creía que Merkel tenía el control. Pero desde que Olaf Scholz asumió el cargo de canciller, los lazos de Schröder con Rusia se han convertido en el foco de atención internacional. Los aliados se han vuelto recelosos y muchos en las capitales de todo el mundo han comenzado a preguntarse cuál es, precisamente, la posición del SPD de Alemania, particularmente cuando se trata de la intersección entre los intereses comerciales, la moral y la política exterior.
¿Schröder todavía tiene influencia sobre el partido demócrata cristiano alemán? ¿Sobre el canciller actual? El hecho de que se hagan estas preguntas es un problema para Alemania, y es un problema que no es particularmente fácil de resolver. Pero es, sobre todo, un problema para Europa y la confianza en sus políticos, que ahora demonizan a Putin, mientras según parece muchos han estado comiendo de su mano sin que los ciudadanos sospecharan que los estaban dejando a los pies de los caballos… mientras se llenaban los bolsillos con sus oscuras relaciones.