Este viernes ha sido un día importante para la carrera de Kamala Harris a la presidencia de los Estados Unidos. La candidata demócrata ha recibido el apoyo (endorsement) de Cuca Gamarra desde las páginas, virtuales y progresistas, del diario El Español.
Gamarra ha buceado en su oceánico conocimiento de la historia (oceánico al menos por la parte del Atlántico), para concluir que “normalmente en los momentos en crisis aparece una mujer con fuerza”. No nos da pistas sobre cuáles son las fuentes en las que basa su conclusión, ni su método de análisis. Quizás está tan maravillada con su hallazgo que no puede perder un minuto en contárselo a la periodista (María Marañón).
Que vivimos un momento de crisis parece evidente. La buena noticia para Kamala es que Cuca Gamarra no ha querido mostrar como epítome de esta ley histórica, la Ley-Gamarra, a su compañera de partido Isabel Díaz Ayuso, sino a la vicepresidenta de los Estados Unidos. Yo creo que con estas palabras, Harris acaba de asegurarse su candidatura en la convención demócrata que se celebrará en Chicago el 19 de agosto. Con estas palabras de admiración por parte de Cuca y con el apoyo de los Obama, que también habrán aportado su granito de arena.
Kamala Harris es lo que en España llamaríamos una niña pija. Sus padres son un profesor de economía de Stanford, post keynesiano, y una afamada investigadora sobre el cáncer. Los dos son comunistas de estricta observancia
Pero no perdamos el tiempo con Barack y Michelle. Lo importante es que Cuca está expectante sobre “hasta dónde llega”. No obstante, ella observa que “en apenas unos días ha revolucionado el tablero de la política americana”.
Lo más sorprendente de estas palabras de Cuca Gamarra es que son predecibles. ¿Cómo es posible que la número dos del Partido Popular, su secretaria general, haga un elogio público de una líder ultraizquierdista? ¿Por qué adhiere su imagen a la de Kamala Harris? ¿Cuál es el razonamiento, si me permiten este atrevimiento, que le ha hecho pensar a Gamarra, Cuca, que hablar en esos términos de Harris le iba a beneficiar, a ella o a su partido? Uno se queda asombrado. Pero, como digo, la causa del estupor es comprobar que ha acontecido lo que era previsible: las referencias exteriores del Partido Popular están en la izquierda; mejor, cuanto más extremas sean.
¿Qué explica esta paradoja? Yo lo achaco a dos fenómenos paralelos y vinculados. Por un lado, el vaciamiento ideológico del Partido Popular. José María Aznar hizo dos obras políticas fundamentales en el centroderecha español. Por un lado, dotó al partido de una pátina ideológica que, aunque quizás no muy profunda, sí estaba enfocada. Se atrevió a hablar de bajar los impuestos, en una época, hoy no lo recuerdan más que los viejos entre los que me empiezo a contar, en la que era un anatema. Habló de controlar el gasto, desregularizar la economía (cumplió a medias) y el mercado de trabajo (incumplió), y de regenerar la democracia española. Esta promesa fue su más grave incumplimiento. Y si hoy estamos como estamos es en gran parte por culpa de José María Aznar. Fuera, las opciones estaban claras: La OTAN y la Unión Europea. E Iberoamérica como espacio de proyección de España. Intramuros, la lucha contra el terrorismo como manifestación extrema de la insolidaridad de algunos españoles ante otros. La otra gran obra política de Aznar fue convertir a su partido en la única referencia del centroderecha español.
Mariano Rajoy, que no ha concebido una idea en su vida, rechazó expresamente el liberalismo y el conservadurismo en el Congreso de Valencia de junio de 2008. Yo estuve allí. Fui testigo de todo aquello. Rajoy renunció a proponer a los españoles un proyecto político que no fuera el de heredar a José Luis Rodríguez Zapatero. Y lo consiguió, porque sufrimos la mayor crisis económica desde la Gran Depresión. Alberto Núñez Feijóo, que tiene un miedo enfermizo e irracional hacia las ideas, no tiene una buena crisis económica que le sirva de palanca para llegar al poder. El PP es un cascarón vacío. Lo único que ofrece a sus electores es estar ahí para heredar el poder de Pedro Sánchez.
De modo que está el vaciamiento ideológico. Pero hay otro proceso no menos importante, que es el cambio fundamental que se ha operado en la derecha, en España como en todo el mundo. La vieja alianza liberal conservadora ha perdido impulso, y emerge una nueva derecha identitaria, imagen especular de la izquierda identitaria actual. Es una derecha nacionalista, proteccionista, y refractaria ante las imposiciones ideológicas de la ONU, la Unión Europea y demás organismos internacionales.
La renovación intelectual y política de la derecha no le favorece al Partido Popular, y sí a Vox, que se subsume en esa corriente. A la izquierda, el PSOE, que no creó o asumió una ideología socialdemócrata propia, ha acabado mimetizándose con el zurderío más extremo. ¡Con Kamala Harris, Cuca! Pero el PP no ha hecho eso. Tiene a la ideología liberal conservadora por ahí, perdida el algún cajón. Quizás esté en ese armario, que no se toca desde… pero no lo abras, no vaya a aparecer algo de Bárcenas. Han creado una organización para concentrar todo el pensamiento del partido. ¿Han oído hablar de esa organización? Ya.
Kamala Harris es lo que en España llamaríamos una niña pija. Sus padres son un profesor de economía de Stanford, post keynesiano, y una afamada investigadora sobre el cáncer. Los dos son comunistas de estricta observancia, y le dieron a Kamala sus principales argumentos para su carrera política: dos cromosomas homogaméticos y un origen racial alejado de la tez blanca. Y conexiones muy importantes con varios políticos de primer nivel del Partido Demócrata. Entre esas conexiones está la figura de Willie Brown, en su momento portavoz demócrata en el Congreso de California. En 1994, Brown doblaba la edad a Harris, de 30 años. La convirtió en su novia, y la colocó en diversos puestos políticos. Nada que envidiar a Pablo Iglesias.
Tiene una probada incapacidad para hablar en público. Y, a ciertas horas, en privado. Pero la suerte y las componendas políticas en el Partido Demócrata (es una mujer del ámbito de los Obama) le han colocado en la posición que ocupa. Ha seguido estrictamente, una por una, todas las políticas de la izquierda estadounidense. Las podría enumerar, pero sería muy tedioso. Lo que más afecta a Cuca Gamarra, a su partido y a sus votantes es que, según Harris, una persona que sea sinceramente católica no puede optar a un cargo público. No es que crea que no sería bueno que lo hiciera, sino que cree que no tiene derecho a hacerlo. ¿Sabía eso Cuca? ¡Qué más da!, ¿verdad? Lo importante es hacerse la simpática ante quienes nunca le van a votar.
Foto: PP Comunidad de Madrid.
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