Desde que me he enterado de que los jefazos del G20 han acordado que la temperatura del planeta no puede subir más de un grado y medio no me quito el viejo ska de los Muguruza de la cabeza. Hemos dejado atrás la fatal arrogancia de Hayek, para instalarnos directamente en la grotesca sinrazón. En mi cabeza se representan como a una suerte de emperadores romanos, tocando la lira, encantados de haberse conocido, decididos a pasar a la Historia después de haber arreglado el mundo, prendiendo fuego a la Ciudad Eterna a base de regulaciones, liberticidios y cacicadas sin tregua.

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En efecto, son muchos los desequilibrados que han tocado el poder a lo largo de los años. No pretendemos caer en la estúpida modernez de juzgar a los pasados con las reglas presentes. A Calígula o a Nerón ya se les consideraba algo más que excéntricos en sus días y acabaron su vida de aquella manera. Supongo que Carlos II, el Hechizado, también resultaría algo original a sus coetáneos, por poner algún ejemplo de la tierra. Los líderes nazis o comunistas del siglo pasado habrían sido diagnosticados con alguna dolencia psicológica o psiquiátrica si se hubieran dejado diagnosticar. Cabe preguntarse en este caso, si es que para llegar a ser alguien en la alta política hay que estar un poco trastornado o por el contrario uno pierde el oremus cuando alcanza las cotas más altas de poder. El germen de este trastorno, me temo, ya está dentro de todos ellos y, con toda probabilidad, dentro de todos nosotros.

Ignorancia y miedo para dominar a las masas. Autoconvencimiento y trastornos mentales para llevarlo a cabo. O simplemente maldad. Escojan lo que más les reconforte

Supongo que todos se percatan de lo ridículas que suenan sus proclamas contra todo el progreso generado en el siglo XX tras las Revolución Industrial, utilizando todos y cada uno de los canales que ese progreso ha puesto a su alcance. Boris Johnson denigrando a la máquina de vapor, la que tanto hizo prosperar a su país antes que a muchos otros, suena a broma de pésimo gusto, a mucha distancia de aquellos chistes de mariquitas gangosos. No pueden ser tan estúpidos, por lo que solo queda la opción de que sean malvados. Se reservan el progreso para ellos y a los demás lo que sobre.

El abandono de la ciencia para poder igualar a todos en ignorancia es clave en la receta. Los científicos siguen haciendo su trabajo, aquí en estas páginas suele hacerse eco Don Luis Gómez, pero poco importa todo aquello que no se alinea con el plan. Las cumbres de altos mandatarios, bien sean las del G20, las de la UE o cualquiera que a ustedes les plazca, recuerdan a aquellas cumbres empresariales, casi sectarias, llenas de ejercicios de team building. Todos juntos pisando con fuerza las brasas ardiendo o dejándose caer de espaldas sobre los compañeros. Gritando consignas, mantras, lemas. Vacías de contenido y de sentido común. El grupo por encima del individuo, también entre los que quieren dirigir el grupo. No hay lugar para la reflexión y el pensamiento lateral, para la disonancia. Los locos señalan al cuerdo, acusándole de ser él el que perdió la chaveta.

Todo tiene un aire de tragicomedia de serie zeta. Su abuso del avión oficial, la impostada pompa, la grandilocuencia desmedida. Todo es de un cartón piedra carísimo. Todo está suena a dimensión paralela, a irrealidad. Al meno a mi me lo parece, porque el miedo y las subvenciones convencen a muchos, que aplauden con entusiasmo los dislates de Greta, que es sin duda uno de los personajes que mas tristeza producen en todo este sainete. La joven bien podría ser un personaje de Dickens en medio de una película de Tarantino.

Ignorancia y miedo para dominar a las masas. Autoconvencimiento y trastornos mentales para llevarlo a cabo. O simplemente maldad. Escojan lo que más les reconforte. Seguramente haya un poco de todo. Lo que es innegable es que todo huele al fin de una época de prosperidad. Queden tranquilos que no es la primera, ni será la última.

Apenas salimos de un año y medio largo y complicado que no sabíamos muy bien que nos iba a deparar y ya estamos inmersos en otro montón de problemas, de suministros o energéticos, con los que veremos como lidiamos. Es duro ver como quienes deberían propiciar los escenarios que pudieran hacer esta incertidumbre más llevadera, se dedican a torpedear todo atisbo iniciativa realista. Alguien decía por ahí que son mucho más nocivas las medidas que se toman para paliar el Cambio Climático que el propio Cambio Climático, y no le faltaba razón. Cuarenta años después nos estamos lamentando de nuestra política con la energía nuclear, como botón de muestra. El panorama que tenemos delante es igual de halagüeño.

Aun así, sigo siendo una persona optimista. Prefiero no hacer cábalas sobre lo que vendrá. Hoy solo quería contarles la sorprendente frecuencia con la que un descerebrado acaba en un despacho oficial. Como viene siendo algo que ocurre desde que el mundo es mundo y hemos llegado hasta hoy, supongo que pese a tanto majareta llegaremos algún día a algún lado, ya que hemos llegado hasta aquí. Si ya estaban locos aquellos romanos, será cuestión de buscarnos algún que otro Panoramix a ver si es cierto que existe la pócima mágica. Seguro que no lleva ni miedo ni subvenciones.

Foto: Number 10.


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José Luis Montesinos
Soy Ingeniero Industrial, me parieron autónomo. Me peleo con la Administración desde dentro y desde fuera. Soy Vicepresidente del Partido Libertario y autor de dos novelas, Johnny B. Bad y Nunca nos dijimos te quiero. Escribí también un ensayo llamado Manual Libertario. Canto siempre que puedo, en cada lugar y con cada banda que me deja, como Evanora y The Gambiters.