La libertad es la ausencia de coacción. La coacción es el uso o la amenaza del uso de la violencia. En realidad, amenazar con utilizar la violencia es una forma también de usarla. De forma que la libertad, como señaló Isaiah Berlin, es un concepto negativo, se define por la ausencia de algo: la coacción.
Para que haya libertad, ésta tiene que recaer sobre algo. En primer lugar, sobre la misma persona. Y, de forma derivada, sobre la propiedad que haya sido adquirida… en ausencia de coacción. Por eso, ser dueño de uno mismo y mantener y utilizar la propiedad utilizada legítimamente es el resultado de ser libre.
España ocupa el puesto 28 en el ranking del Fraser Institute, mientras que en la Heritage Foundation España está en el puesto 51 del mundo, entre Armenia y Botswana
Otra cuestión es qué usos damos a esa libertad. Unos usos característicos son la participación en la producción e intercambio con otras personas, de modo que nos beneficiemos de la división del trabajo, y contribuyamos a él. Es el aspecto económico de la libertad, si se quiere.
¿Podemos medir la libertad económica? Muchos se han hecho esta misma pregunta, y han intentado darle una respuesta práctica. El Fraser Institute lleva midiendo la libertad económica desde 1970, y la Heritage Foundation desde 1995. Fraser Institute se basa en cuatro criterios: el tamaño del gobierno (gastos e impuestos), sistema legal y protección de los derechos de propiedad, un sistema monetario sano, la libertad de comercio internacional, y la regulación. La Heritage Foundation sigue los mismos criterios, con excepción del sistema monetario, que saca de la ecuación.
Los dos índices han estado sometidos a críticas, pero los resultados de ambos índices parecen adaptarse bien a lo que podríamos pensar que es la realidad. La verdad es que ambos coinciden en gran medida.
Por ejemplo, los diez países más libres del mundo, según el Fraser Institute, son por orden: Honk Kong, Singapur, Suiza, Nueva Zelanda, Dinamarca, Australia, los Estados Unidos, Estonia, Isla Mauricio e Irlanda. (28).
La Heritage Foundation, yo creo que, con buen criterio, elimina a Hong Kong. Su precaria democracia está demasiado quebrada por el gobierno chino como para considerarlo de forma independiente. De modo que el número uno es quien le sigue en el índice del Fraser: Singapur. El número 3 es Irlanda, y le siguen Taiwán, Nueva Zelanda, Estonia, Luxemburgo, Holanda, Dinamarca y Suecia (Finlandia es el número 11, por cierto).
España ocupa el puesto 28 en el ranking del Fraser Institute, mientras que en la Heritage Foundation (que no considera la gestión monetaria, que beneficiaría a nuestro país por ser miembro del euro), España está en el puesto 51 del mundo, entre Armenia y Botswana.
Siendo todo ello interesante, también lo es lo que se ha propuesto el historiador Leandro Prados de la Escosura. Este catedrático de Historia Económica de la Universidad Carlos III elabora desde hace unos años un índice de libertad económica de 24 países de la OCDE, retrotrayéndose a 1850. Acaba de actualizar su investigación, que comenzó en 2014, lo que le ha permitido incluir los 20 primeros años del presente siglo.
Ha elegido la metodología de uno de los dos think tank, el del Fraser Institute. Pero lo ha mutilado gravemente. Recuerde que el FI tiene cinco criterios, pero deja sólo cuatro (sistema legal, moneda, comercio y regulación), porque deja a un lado el tamaño del Estado.
Si esta decisión es sorprendente, el asombro sólo puede aumentar cuando justifica su decisión. Vamos a citarle in extenso:
“La evaluación de la libertad económica y sus dimensiones se ve dificultada por decisiones discrecionales inevitables en la elección y transformación de variables (de Haan 2003). Una opinión ampliamente compartida es que cuanto más depende una sociedad del mercado y menos de la intervención gubernamental, mayor es su libertad económica. Sin embargo, la libertad de la actividad económica implica «libertad bajo la ley, no la ausencia de toda acción gubernamental» (Hayek 1960: 193). De hecho, el gobierno, como proveedor de protección al individuo frente a la coacción, es esencial para la libertad económica (Friedman 1962). Lo que está en juego es la naturaleza de la acción del gobierno, más que su grado de actividad. Por lo tanto, el tamaño del gobierno no debe considerarse una dimensión de la libertad económica”.
En la obra de Hayek que cita Prados de la Escosura, The Constitution of Liberty (traducido al español como Los fundamentos de la libertad), el economista y filósofo explica la paradoja de que para eliminar la coacción privada (el crimen), es necesario que haya cierta coacción organizada (crimen organizado, podríamos decir), dedicada a luchar contra la coacción privada, pero sometida a unas normas que la minimicen. Es decir, que el problema político consiste en minimizar la coacción. Y, aunque en Derecho, legislación y libertad entiende que es posible un sistema sin un Estado central, lo que propone ahí es un gobierno mínimo, y sometido a unas normas abstractas, generales, y comunes.
Pero es fácil de entender que un gobierno mínimo no es lo mismo que un gobierno que maneja el 50% del PIB, como ocurre en varios países. Es más, a medida que un Estado maneja un porcentaje mayor del PIB, tendrá que hacerlo aumentando los impuestos. O los impuestos presentes, o los futuros por medio de la deuda. Y los impuestos son coacción; es decir, lo contrario de la libertad.
Prados de la Escosura da un salto de proporciones seculares, las del siglo que va de cuando los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia… manejaban apenas la décima parte del PIB a los Estados elefantiásico (y torpes) de la actualidad. La “libertad bajo la ley” exige muy pocos recursos. Y ni las pensiones públicas, ni la educación o la sanidad gestionadas por el Estado, ni las infraestructuras o la Defensa nacionales son materia de la protección de la libertad. Por eso no se puede entender la decisión del gran historiador español.
Pero es lo que tenemos, y el resultado del trabajo de Leandro Prados de la Escosura no deja de ser interesante. Comenzando por lo menos brillante de su planteamiento, la libertad económica no ha dejado de crecer desde 1850. Es normal, porque el elemento que más ha crecido de la actuación del Estado a costa de la libertad de las personas es precisamente el que no considera el autor: su apetito sin medida de gestión de los recursos.
Más interesante es que hay dos profundísimas simas que coinciden con la Primera y la Segunda Guerras Mundiales. El tiempo de entreguerras supone una recuperación de la libertad económica, pero tan tímida que no alcanza los niveles anteriores. Éstos no se recuperan hasta casi finalizada la década de los 50’.
A partir de ahí hay un estancamiento, que coincide con todo el período keynesiano. Pero de nuevo la libertad económica vuelve a subir a partir de las postrimerías de la década de 1970. Según el análisis de Prados de la Escosura, “La apertura internacional ha sido el principal impulsor de la libertad económica a lo largo del tiempo, especialmente a partir de 1950, a diferencia de mis estimaciones anteriores en las que el principal contribuyente eran los derechos de propiedad. El dinero sano fue la principal dimensión 1850-1913”.
Otra de las conclusiones interesantes es que “curiosamente, estos resultados no respaldan la opinión generalizada de que las instituciones de common-law tienden a apoyar más la libertad económica que las instituciones de derecho civil. Canadá, Nueva Zelanda y el Reino Unido, países de tradición jurídica anglosajona, alcanzaron sin duda niveles de libertad económica superiores a los de los países del sur de Europa, pero no superiores a los de Europa noroccidental, y Escandinavia en particular”.
Según avanzamos por el gráfico, nos adentramos en una época en las que los otros informes, el del FI y el de la HF, entran en juego. Los dos aprecian un avance en la libertad económica en las últimas décadas. Y ambos recogen una drástica caída en los años finales.
El FI valora la libertad económica en el mundo con un 7,0 en 2018 y 2019, pero el índice cae a 6,84 puntos. Una caída que nos retrotrae en un solo año a once años atrás. Lo mismo ocurre con el índice de la HF.
Y lo mismo ocurre, esto no debería ser sorprendente, con el índice que ha elaborado Leandro Prados de la Escosura para los 24 países de la OCDE seleccionados por él. Pero, aunque recoge este tropezón del último año considerado, que es el primero de la pandemia, sus datos apuntan a otro lugar. Dice el autor: “La libertad económica alcanzó su punto máximo en 2000 y se estancó y disminuyó a principios del siglo XXI”.
Lo hemos visto con nuestros propios ojos. Hay una creciente desconfianza hacia el comercio internacional. La elección de Donald Trump no es un fenómeno aislado de esa tendencia, que es global. Y si la libertad de comercio es lo que más ha ampliado la libertad económica desde el final de la II Guerra Mundial, su decaimiento no podía dejar de conducir a una merma, como lo refleja el índice del profesor Prados de la Escosura.
Foto: Jens Rademacher.