Los partidos con poder se han convertido en la llave que abre o cierra aspiraciones, trabajos, puestos, carreras profesionales, contratos y oportunidades de un número extraordinariamente elevado de sujetos. Su influencia se ha capilarizado y ha penetrado tan profundamente en la sociedad que, hasta en lo más intrascendente, gozar del favor de un partido o de su entorno marca la diferencia entre alcanzar un objetivo o tener renunciar a él.
La popular imagen de los partidos como agencias de colocación se ha quedado corta, muy corta.