No pueden resolver los evidentes problemas de integración que nacen de los movimientos migratorios, son incapaces para acometer las necesarias reformas en el sistema político europeo y español, no pueden evitar que a poco que demos una patada en el erial corporativista patrio salgan casos de corrupción como si de arena se tratase, el paro estructural se camufla tras las cortinas del empleo estatal, la crisis del sistema de pensiones es asunto de otros y el empobrecimiento paulatino del sistema educativo español es evidente tras décadas de abandono en manos de indoctrinadores en lugar de educadores. La pobreza energética ha dejado de ser un concepto para convertirse en cruda realidad de muchos hogares, seguimos huérfanos de un tejido empresarial amplio y competitivo, la investigación básica en nuestras universidades es eso: básica y no logran detener la fuga de los excelentes, … algunos de los problemas de hoy.

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Pero si de los problemas del futuro se trata, ahí están los políticos con sus ideas, leyes y discursos. Que si las bicicletas del futuro, las energías del futuro, las redes sociales del futuro, la temperatura global del futuro, … nuestros políticos se pasan el día trazando las líneas entre las que debe discurrir nuestro mañana, entre las que deberán moverse los que lleguen mañana a resolver los problemas de mañana. El futuro perfectamente encasillado entre hormigonados quitamiedos en forma de leyes, tratados, propuestas y brindis al sol de todos los unicornios imaginables.

Invito a los políticos de todos los partidos, de todas las naciones occidentales a tomar cartas en el asunto. Déjense de “solucionar” los problemas de mañana, ocúpense de los problemas de hoy

La esencia del gobierno de nuestros días es su esfuerzo por mostrar a aquellos que todavía no han nacido que se ha pensado en ellos. Quienes somos padres sabemos perfectamente que los hijos en algún momento, inevitablemente, seguirán su propio camino y cometerán sus propios errores, sin importar cuan detallado y extenso hubiera sido nuestro esfuerzo por modelar la voluntad de nuestros vástagos. Nuestros próceres, sin embargo, diseñan un futuro «mejor» a sabiendas que no podrán controlarlo. O tal vez no lo sepan, y crean realmente que pueden hacerlo. Esto sería peor.

Se pasan el día lanzando bombas de humo de la marca «ACME» (Accionismo Coordinado Mundial Efectista) para impedir la vista sobre los problemas que tenemos delante de la puerta de casa. Cuanto más inmensas y alejadas en el futuro las tareas propuestas por los políticos, más se apartan del debate necesario y sereno sobre los problemas reales de hoy. Tareas de futuro que evaden el debate social, puestas en manos exclusivas de la clase política y que nos dejan en el papel de meros espectadores, víctimas de nuestro hoy, pero ilusionados en que mañana todo será mejor… gracias a los políticos.

¿Se imaginan vivir cocinando en un fuego de leña? ¿Quemando estiércol para calentarse en invierno? ¿Ir al hospital temiendo que en medio de su operación se produjese un apagón?

En el África subsahariana, el número de personas sin acceso a los servicios básicos de electricidad aumentó en 30 millones en 2020. Así lo demuestra un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). La razón es la pandemia de Covid-19, cuyo impacto en la pobreza energética en África es significativo. Últimamente también el aumento en los precios del gas y las materias primas.

Desde 2013, el número de personas sin acceso a energía fiable en el continente africano había ido disminuyendo de forma constante. Este progreso está siendo revertido por los últimos acontecimientos. El África subsahariana, donde viven las tres cuartas partes de los casi 800 millones de personas de todo el mundo que no tienen acceso a la electricidad, es la más afectada por este retroceso. Los peores efectos se temen en Etiopía, Kenia, Burkina Faso y la República Democrática del Congo, entre otros.

Hay varias razones que explican el aumento de la pobreza energética en África, principalmente por la falta de recursos financieros disponibles. La crisis sanitaria ha obligado a los gobiernos a desplazar sus prioridades inmediatas hacia medidas puramente de emergencia, lo que ha provocado una falta de financiación disponible para la ampliación y mejora de las infraestructuras eléctricas.

Ahora, el número de personas que siguen dependiendo de los combustibles tradicionales, como el carbón vegetal, los excrementos disecados, el gasóleo o la leña, está aumentando sin cesar. No podemos olvidar que el acceso prioritario a servicios energéticos asequibles, modernos y fiables sigue siendo un requisito esencial para ampliar la atención sanitaria, reforzar la economía y la agricultura y proteger a las poblaciones más pobres.

Ya tenemos un problema de verdad, en este mismo momento. No debemos esperar a 2030, ni siquiera a 2025. Cientos de millones de personas están sufriendo ahora las consecuencias de la pobreza energética. Con hambre y muerte por enfermedad. Invito a los políticos de todos los partidos, de todas las naciones occidentales a tomar cartas en el asunto. Déjense de “solucionar” los problemas de mañana, ocúpense de los problemas de hoy. Empezar por la propia casa igual no era mala idea.

Foto: Noah Silliman.


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