1.- La democracia, el control de los gobernantes por los gobernados, es, a diferencia de las formas del gobierno monárquicas o aristocráticas, un campo abonado para el éxito del modo de pensamiento ideológico: basta que se presente como una ideología igualitaria para avivar la pasión de la envidia. Jean Baechler ha mostrado que han existido y existen muchas formas de democracia en las distintas culturas y civilizaciones empezando por la tribu y la horda. [1] Alguien ha llegado a contar más de seiscientos tipos de democracia. La palabra democracia sin adjetivar es equívoca. Por otra parte, como decía Ortega, el orden político es epidérmico, superficial y en situaciones de emergencia las formas de Estado -monarquía o república- o las de Gobierno -monarquía, aristocracia, democracia y sus variantes- son secundarias. Como decía Gustavo Bueno, refiriéndose precisamente a la democracia, ésta «no flota al margen de cualquier patria», cosa «mucho más importante que la democracia»,

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2.- Una causa de la proliferación contemporánea de las versiones de la democracia es que, al ser la ideología la “fórmula política” (G. Mosca) simplificada de una religión secular o “política” (E. Voegelin) o “de la política” (E. Gentile) o “de la guerra” (M. Revelli), puede prosperar fácilmente cualquier indocumentado, arribista o deficiente mental. Decía Chateaubriand anticipándose a Tocqueville: “la igualdad y el despotismo mantienen lazos secretos”. Invocando la igualdad, el fanático de la democracia o del nacionalismo, el psicópata narcisista, cualquier imbécil atraen los votos de los creyentes y seducidos. Y, si los demagogos incrédulos que existen siempre, vislumbran la posibilidad de prosperar a su lado adulándole y predicando sus tonterías, consignas fáciles de aprender o/y la justicia social, aumentan el número de sus partidarios más o menos entusiastas. Si consigue sumar los votos necesarios -de cuya calidad depende el tipo de democracia-, se hace con el poder y captando clientelas y votos con el dinero de los impuestos puede desgobernar indefinidamente.

Es una explicación plausible del hecho de que, aliado con el lumpen académico y los okupas del país, presida Dr. Sánchez la pandilla que desgobierna España. Además, en un momento de cambio de época según ellos mismos.

3.- La situación política española -y la econó-mica- es mucho más estupefaciente que, por ejemplo, la de Francia, donde la ley Avia apro-bada recientemente hostiga también la libertad de expresión.

3,1.- El currículo laboral e intelectual de Macron, otro megalómano erotizado por el poder de la casta burocrática de los enarcas diagnosticado de psicópata narcisista, es infinitamente superior al de su amigo el Dr. Sánchez. Lo mismo que el de su cuadrilla en la que no hay ministras ni ministros por méritos matrimoniales. No obstante, Guy Millière, reconociendo que Francia ha tenido ministros y presidentes nulos, afirma que jamás de un nivel tan bajo como los actuales: “cabe preguntarse si son idiotas, crápulas o las dos cosas a la vez” sin que sirva de excusa la epidemia del coronavirus. Reaccionando contra el macronismo, el nietzcheano Michel Onfray, un conocido filósofo ateo, defensor de lo que llama la filosofía popular -el sentido común- frente a la educación institucionalizada, e intelectuales de distintas tendencias religiosas y políticas están promoviendo un “Frente Popular”.

Los media, con un Pravda al frente y numerosos Izvestia, divulgan la versión de la realidad del agit-prop, que controla directa o indirectamente la mayoría de los medios de comunicación, y la mayoría de los españoles, especialmente los votantes, son de izquierdas sin saberlo y creen en el sistema

Algo impensable e imposible en España, donde impera la dictadura del consenso político,[2] que preparó el terreno (¿ingenua o inconscientemente?) para hacer de la nación el laboratorio sociológico en que se dirime ahora algo así como la lucha final por el poder absoluto de la izquierda “anticapitalista” aupada desde el gobierno del Lº Rodríguez por el socialismo crematístico y el leninista del siglo XXI de origen hispanoamericano. Infiltrada en todas partes con la anuencia estúpida o interesada -poderoso caballero es Don Dinero- de sus rivales dentro del consenso,[3] atosiga, en la medida que puede, a la inmensa mayoría a la que sólo interesa de la política el espectáculo y lo que la afecta directamente: impuestos, orden y seguridad, algunas libertades. Los media, con un Pravda al frente y numerosos Izvestia, divulgan la versión de la realidad del agit-prop, que controla directa o indirectamente la mayoría de los medios de comunicación, y la mayoría de los españoles, especialmente los votantes, son de izquierdas sin saberlo y creen en el sistema. El agit-prop condena ya a los partidos y la gente que clasifica como derecha y, si incordia mucho, les sataniza como populistas, extrema derecha, facha, fascista, nazi o lo que se les ocurra a los apparatchiks.[4]

3,2.- Armando de Miguel describe la versión indígena del revolucionarismo de Monnerot, la transición hacia la democracia avanzada -el objetivo del consenso político establecido para sustituir el Movimiento Nacional- prescrita en el preámbulo de la Carta constitucional de 1978, como “el estado de crisis permanente”.[5] Crisis agravada, res ipsa loquitur, los hechos hablan por sí mismos, por el frustrante desgobierno del Dr. Sánchez desde junio de 1918 y sus amigos inexpertos en el arte de gobernar. Los escépticos ridiculizan los Consejos de Ministros sanchistas comparándolos con el famoso camarote de los hermanos Marx. Un desgobierno marxista en que unos dicen, otros contradicen y todos se desdicen y contradicen en la intimidad de sus akelarres y en público. Decía Sun-Tzu: “Si las instrucciones no son claras y las explicaciones y órdenes no son confiadas, la falta es del general”.

3,3.- El consenso no es el compromiso, uno de los grandes artefactos de la civilización, decía Simmel. El consenso político usurpa la voluntad popular.[6] Es, diría Aristóteles, la causa intrínseca material y formal, y la extrínseca eficiente y final, que ha llevado a la nación a la penosa situación actual. La cínica irracionalidad del gobierno, que miente desvergonzadamente -por ejemplo, “Sánchez ha salvado 300.000 vidas” con el confinamiento”, asegura la ministra portavoz Marisú Montero añadiendo la estupidez de que no poder ver a la familia, es “una nueva forma de relación personal basada en la distancia social” -, deslegitima el consenso establecido para reinstaurar la Monarquía.[7] Pero ni la oposición más sensible a la realidad -que es lo mismo que la verdad- se atreve de desligarse del consenso y enfrentarse a su tiranía[8] con todas las consecuencias. Agravadas, cuando el gobierno social/comunista decidió aprovechar la epidemia para “politizar el dolor”. Cabe preguntarse si tardó en reaccionar para no interrumpir la luna de miel del duunvirato (de duo viri, dos hombres; no tiene que ver con virus, aunque pueda parecerlo en este caso) formado por el Dr. Sánchez y el Dr. Iglesias, o para dejar que se extendiese la epidemia y justificar hábilmente la proclamación del estado de alarma. Una situación jurídica en que al ser prácticamente inexistente el control parlamentario y judicial, pueden tratar a la nación como en un Gulag o Konzentrationlager, mayor cuantitativamente a los de Corea del Norte y Cuba, por ejemplo. Con la ventaja sobre los estados de excepción y de sitio, en que en éstos se pueden suprimir algunos derechos concretos, pero está vedado tramitar leyes ordinarias como las que está promoviendo el gobierno. Como dice el gurú del comunismo reciclado, Slavoj Zizek, “el coronavirus es un golpe al capitalismo a lo ‘Kill Bill’ que podría reinventar el comunismo”.

4.- El estado de alarma es también un pretexto del duunvirato para infiltrar a los activistas en los centros de poder y en las instituciones, difundir su ideología lysenkiana -adaptar la realidad a la religión social/comunista- y obligar a los adversarios consensuados -a los que considera enemigos políticos existenciales- a cooperar a instaurar la supuestamente progresista dictadura leninista bolivariana -de momento, por prudencia, dentro de la reinstauración monárquica- que culminaría la marcha hacia la democracia avanzada. El partido ciudadanos, dispuesto a pactar con el diablo para no desaparecer, ha caído ya en la trampa y, como cree percibir el periodista Sr. Marhuenda «Sánchez ha impuesto una dictadura constitucional».[9] Con la que tienen que cooperar afirmativamente o absteniéndose a lo Pilatos el partido popular y asimilados si no se atreven a romper con el consenso. Es decir, si no denuncian la farsa de la transición.

El estado de alarma le permite también al desgobierno consolidar, entre otras cosas, los independentismos, aprobar leyes totalitarias como la de educación de la ínclita ministra Celáa, que quiere suprimir de paso la educación especial para los deficiente mentales

5.- El estado de alarma -el golpe de Estado encubierto del que hablan algunos críticos-[10], “sólo violenta la movilidad” según la portavoz Marisú. Le permite también al desgobierno consolidar, entre otras cosas, los independentismos, aprobar leyes totalitarias como la de educación de la ínclita ministra Celáa, que quiere suprimir de paso la educación especial para los deficiente mentales -¿tendrá in mente la ley sobre la eutanasia consustancial con la mentalidad socialista, también en trámite?-, demonizar la iniciativa privada sin descartar la simbiosis con grandes empresarios -destacaba ya antes del virus un gran banco- por simpatía, conveniencia o temor -es famosa la frase de Lenin sobre la colaboración de los grandes capitalistas-, acabar fiscalmente y con leyes restrictivas absurdas -ecologistas, sanitarias, securitarias, etc.- con lo que queda de la mediana y pequeña propiedad; pues la propiedad no es lo mismo que la gran empresa y es uno de los límites que ponía Bodino a la soberanía jurídica del Estado para que no sea tiránica. La finalidad no es otra, que aumentar el número de dependientes de la renta básica o mínima o “el salario básico universal” que pide el papa en sintonía con la concepción lúdica de la vida de los estudiantes del 68. La famélica legión de parados que se prevé, subvencionada por el Estado supercapitalista al ser el único propietario legal, se convertiría a la religión socialista por necesidad y, cuidada por el gobierno desde el nacimiento a la sepultura, acabaría acostumbrándose a no trabajar y a no tener hijos como en la URSS, uno de cuyos talones de Aquiles era la caída demográfica. Costumbre y caída que comenzaron casualmente en España coincidiendo con la puesta de largo del consenso por el partido socialista del entonces descamisado don Felipe González Márquez, que consiguió aumentar en seguida el número de parados y paniaguados.

6.- De dónde sacaría ahora el Estado el dinero, no se sabe: ¿del impuesto sobre los ricos, que acaba repercutiendo en los pobres? ¿Fabricando billetes? ¿Lo toleraría la Unión Europea? En todo caso se trata, en último análisis, de una lucha entre religiones como dice por ejemplo John Gray, “el budista europeo schopenhaueriano de nuestro tiempo” (S. Critchley): «La política de la Edad Contemporánea constituye otro capítulo más de la historia de la religión».[11] Las religiones políticas son fanáticas y buscan el triunfo sobre las auténticas sin reparar en los medios. Se echa de menos una vicepresidenta o vicepresidente encargado de promocionar la fe socialista con la ayuda de burócratas sacerdotisas y sacerdotes que disminuirían el paro. Fe bastante muerta pues la esperanza de casi todos los militantes socialistas y comunistas hodiernos, consiste en llegar a enriquecerse. Ha sido y es tan obvio en el caso de los consensuados, que la dictadura socialcomunista de los nuevos ricos -igual que en Venezuela, Cuba, Argentina, Bolivia- sería el remate de la política de la democracia avanzada del consenso utilizando la epidemia como aconseja Zizek, para acabar con el “orden mundial liberal-capitalista».

7.- La democracia avanzada es lo único democrático (de nombre) de la transición-transacción a la monarquía del consenso y con el Dr. Sánchez (discípulo del bolivariano Lº Rodríguez) se comienza a hacerse real el mito -μῦθος, mythos, significa relato, cuento- de las dos Españas reavivado en la transacción-transición:[12] la España del consenso y la sometida al consenso. La de los ricos y la de los pobres en las meditaciones de Platón, si consigue proletarizar a las clases medias. Es el problema de los problemas de la España actual, que se entiende mejor teniendo en cuenta la ley de hierro de la oligarquía.

Descubierta por Gaetano Mosca[13] y en parte por su amigo Wilfredo Pareto, la formuló Robert Michels[14] estudiando el funcionamiento del partido socialista italiano en el que militaba, de cuyos líderes decía Pareto que formaban una «aristocracia de los bandidos”. La desmitificadora ley de hierro es inexorable: es una ley de leyes que condiciona la política, las constituciones y la vida colectiva. Gonzalo Fernández de la Mora definió certeramente la oligarquía como la forma trascendental del Gobierno: [15] todos los regímenes, monárquicos o republicanos, aristocráticos o democráticos son oligárquicos. En unos, la oligarquía lo es todo; en otros, tiene más o menos en cuenta el Bien Común. Depende de la vigencia del êthos que, sostenido por la religión, unifica las sociedades.

8.- Aristóteles y Maquiavelo interpretaban la evolución histórica como un conflicto permanente entre oligarquías. No por cierto entre clases, como se cree desde Marx. Y el truco del consenso consiste en que la única oligarquía sea la de los consensuados, encubriendo su carácter oligárquico con la amable palabra consenso. La lucha entre los partidos que lo integran no es política. Son disputas por el botín a las que quiere poner fin el duunvirato del Sr. Sánchez y el Sr. Iglesias, ambos doctores y campeones de la justicia social en el Estado de Malestar en el que el gobierno hace de tutor y niñera bien pagada. El dúo -la santísima trinidad, dicen irreverentemente algunos que consideran a su Rasputín, Sr. Redondo, el espíritu santo que les ilumina- ha debido oír a algún fascista el dictum de Charles Maurras “los jefes jamás se equivocan”. Seguro de sí mismo, se afana en ser el gran truchimán que reparta ecuánimemente el botín entre los partidos, sindicatos, Ongs, grupos, mujeres e incluso hombres heterosexuales merecedores de participar en el festín de la corrupción. Sin olvidar, son gente agradecida, a los activistas.

9.- Desde el punto de vista de la política realista, el gran problema es que no hay una oligarquía que defienda al pueblo. Pues los partidos de la oposición y las instituciones políticas que podrían hacerlo se han acostumbrado o se sienten cómodos haciendo el papel de Kerensky. Además, pueden tener la oportunidad de participar crematísticamente, como hizo escandalosamente la que es el nudo gordiano del consenso, señalando el camino a la corrupción estructural que lubrica a los consensuados. Como nadie rompe con el consenso y no se vislumbra una nueva oligarquía incontaminada decidida a denunciarlo y enfrentarse a los oligarcas del establishment, únicamente una rebelión popular -el pueblo salvándose a sí mismo como en la guerra de la Independencia- podría impedir la instalación de un Estado sólidamente Totalitario. Que sería por cierto el primero en emprender vigorosamente bajo la batuta liberadora del Dr. Sánchez la lucha, cada vez más urgente, contra el cambio climático -se dice que el virus es una venganza de la Naturaleza ¿o de la Pacha mamma? cueste lo que cueste,[16] dirigida por la aguerrida ministra ecologista Ribera, lo que garantiza el éxito, poner “en marche” los ideales LGTBI y hacer por fin de España una nación de naciones.

Decía Ortega, que las revoluciones auténticas están hechas previamente en las cabezas y puede que la gestión de la epidemia contribuya a aclarar y generalizar la sensación de que el sistema de la transición-transacción es, dicho suavemente para no escandalizar, una tomadura de pelo

10.- Decía Ortega, que las revoluciones auténticas están hechas previamente en las cabezas y puede que la gestión de la epidemia contribuya a aclarar y generalizar la sensación de que el sistema de la transición-transacción es, dicho suavemente para no escandalizar, una tomadura de pelo. Las encuestas son engañosas y pueden estar manipuladas. Dicen que los gobernados confían ya más en las empresas, más solidarias, incluso caritativas, que en el gobierno, que trata la pandemia con las anteojeras de su ideología lysenkiana (como todas las ideologías): la enfermedad debe adaptarse a lo que la ideología dice que es verdad. No es raro que se diga, que el gobierno se ríe de los muertos. Por lysenkismo, negó al principio que tuviese importancia, hasta que se le ocurrió cómo aprovecharla pro domo sua. Por eso tiene que mentir en las cifras de víctimas para disimular su incapacidad y que no afecte a su proyecto totalitario. Su preocupación solidaria por los niños no abortados autorizando abrir los bares antes que los colegios prueba su buena voluntad.

11.- Si la historia española no ha sido normal desde la guerra de la Independencia,[17] la del consenso, tan abundante además en misterios, la supera. Muy brevemente.

11,1.- El consenso seguía en España el rumbo europeísta sovietizante denunciado por Revel, Bukovski, etc., del consenso socialdemócrata antes que viniera la political Correctness desde USA. Refuerzo que le vino muy bien al Lº Rodríguez para introducir el guerra-civilismo en la política con la ley de la memoria histérica. A lo que añadió, para dividir todo lo posible a la nación, la ley de la violencia de género que alienta la guerra de sexos, el divorcio express para destruir la familia, el refugio natural contra la tentación totalitaria, la simpatía con el independentismo, el despilfarro económico, y otras maravillas,[18] que empezaron a distanciar a España de la trayectoria, buena, mala o regular pero coherente, de la Unión Europea.

11,2.- La nación española forma parte ciertamente de la hispanoamericana, aunque esté geográficamente en Europa. Cuya situación histórica-política, advierten Sloterdijk y otros desde hace unos diez o quince años, es prerrevolucionaria. Lo confirman los gilets jaunes, que se oponen al plúmbeo Estado jacobino que el gobierno de M. Macron es incapaz de manejar como está demostrando la epidemia, y los llamados populismos en otras naciones. Movimientos espontáneos algo confusos, pero claramente antiestatistas, lo que significa antisocialistas. Nacidos de la irritación y de lo que llamaba Christopher Lasch la traición de las élites más que de actitudes políticas contrarrevolucionarias, adolecen de líderes cualificados, aunque parecen perfilarse algunos.

En la España tan controlada por el consenso, no han aparecido populismos como los europeos[19] y el Dr. Sánchez, tras el extraño cese impulsado por su “no es no” del extraño Sr. Rajoy (¿por qué no dimitió?), ha podido retener el poder sin graves sobresaltos desde junio de 2018. Repitiéndose por cierto tácitamente lo “de la ley a la ley”, que esquiva la grave cuestión de la legitimidad.[20]

11,3.- Finalmente, en la lidia por el asentar definitivamente de la democracia avanzada, el Dr. Sánchez, dio la alternativa en una jugada maestra a otro torero valiente: el Dr. Iglesias, eximio representante del socialismo bolivariano del siglo XX como un desafío a los facistas Trump y Bolsonaro sin el menor temor a poner España en su punto de mira y a distanciarla de la decadente Unión Europea aburguesada. Casi coincidiendo por cierto, con la equiparación, por fin o en un descuido, por parte del Parlamento europeo, del comunismo al nacionalsocialismo. Es de suponer, que la condena incluye el bolivaria-no, castrista o, sencillamente, hispanoamerica-no.

11,4.- Merece ser mencionada una particularidad de la versión sanchista de esta tendencia hispánica. El socialismo es, igual que el comunismo, una religión sentimental. Para mantener viva la gloriosa tradición socialista de más de cien años de honradez, acrisolada durante la transición, mitifica la II República lo que estrecha los lazos con los podemitas. Y como la teología de la liberación no tiene tanto arraigo en España como en el otro lado del Atlántico, ha empezado a revivir su enemistad a la Iglesia y al cristianismo, del que son herejías, a fin de cuentas, el socialismo y el comunismo. Así pues, la particularidad consiste en que se ha empezado a infringir la libertad religiosa y de culto hostilizando al clero, a los católicos, los lugares de culto, prohibido en las calles (no por cierto a los musulmanes), a amenazar y multar a sacerdotes y a algún cardenal, a intentar derribar cruces. Y no estaría mal una nueva desamortización de los bienes eclesiásticos para ayudar a cubrir los déficits presupuestarios.

12.- Los historiadores suelen decir, utilizando generalmente la revolución francesa como ejemplo, que los gobiernos proceden cada vez más torpemente cuando se los va a llevar por delante la oposición popular.

12,1.- Intuyendo -instintivamente, no racional-mente, pues las neuronas de los desgobernan-tes no dan para tanto-, que podría saltar la chispa que encienda la mecha de una confrontación con el pueblo, como su punto fuerte es la propaganda, se les ha ocurrido controlar la libertad de expresión e información que subsisten a trancas y barrancas bajo el consenso. Su actitud, -incitan incluso a la delación por insolidaridad de quienes quebranten el arresto domiciliario o hablen mal del gobierno-, ha aumentado empero la natural tensión del confinamiento liberticida.[21] La gente que blande cacerolas contra el gobierno, empieza a echarse a la calle y a manifestarse a pesar de las prohibiciones. Y como los dirigentes reaccionan mandando a la policía, que, de momento, sólo pone multas, aumenta la irritación -las mismas fuerzas de seguridad están irritadas- y las prohíben, comienza a extenderse la protesta por toda la nación exhibiendo simbólicamente la bandera española, igual que frente al independentismo catalán. Con todo, perseveran las acciones contra las libertades, administradas por los cada vez más numerosos asesores correligionarios, parientes, amiguetes, acémilas y activistas bien pagados con el dinero público que no es de nadie. Lo que explica y justifica, dicho sea de paso, las famosas mordidas o comisiones, que podrían quizá aclarar lo de la importación de mascarillas malas o inútiles, que podrían fabricarse en España con todas las garantías. Como dice Carlos Barrio,[22] “el PSOE está gestionando mal una pandemia con el único fin de garantizar la permanencia en el poder de un grupo de individuos cuya meta parece consistir en garantizar su subsistencia gracias al erario público”. Pero aunque parecen tontos, hay más.

Tras el lógico desconcierto inicial, la mayoría de los gobiernos se enfrenta a la epidemia procurando que no disminuya la actividad económica, que podría causar tantas o más muertes que el virus. En cambio, como la abstracta ciencia económica es economía política para los gobiernos, el hispano coacciona absurdamente la libertad de trabajar al mismo tiempo que aumenta el gasto público de acuerdo con la consigna, seguramente delictiva, “politizar el dolor”. Se sospecha que con la idea de que no se trabaje, ni adoptando las precauciones obvias, para que sea mayor el paro previsible con la ayuda de nuevos impuestos y la subida de los existentes. Arruinar la economía es una táctica marxista-leninista para conseguir el poder absoluto.[23]

12,2.- El único obstáculo serio con que tropieza el gobierno incompetente y sectario, es de momento la cerril burocracia socialdemócrata de Bruselas. Apegada a ideas económicas trasnochadas, es incapaz de entender la innovadora teoría calvinista del dinero y pone pegas -en realidad se niega-, a repartir incondicionalmente el suyo con el derrochador gobierno todavía semibolivariano. El Dr. Sánchez, tendrá que mandarles a la Sra. Calvo, doctora y profesora como los duunviros, para que se la explique a los mandamases europeos a ver si les convence. El hueso más duro de roer es la Sra. Merkel, cuya mentalidad antifeminista de ama de casa, no concibe que se computen como inversiones los gastos del gobierno español -malversación incluida, pues hay que hacerse ricos rápidamente por si se acaba el momio- para engañar y comprar voluntades esclavizando el voto, las propinas dinerarias a las comunidades autonómicas adictas y a los separatistas para borrar de la memoria histérica la unidad de la nación, y otros gastos que considera inadecuados.

12,3.- Ni la Sra. Merkel, en cuya ayuda ha salido el Bundesgerichthof rechazando las relativas complacencias buenistas de la burocracia euro-peísta, ni los demás capitostes de la UERSS entienden el reconocimiento práctico del derecho de propiedad a los okupas de cualquier cosa, los bulos y la propaganda, bastante ridícula, más bien infantilmente envidiosa, contra la oposición que gobierna con más acierto –o con más sentido común y de la realidad- que el gobierno y sus amigos (a la verdad, no es nada difícil hacer mejor las cosas que el lumpen antigobernante). Tampoco entienden que sean tan descaradas las subvenciones-regalo a los media y a los agentes “culturales”, de 125 millones de euros a la fundación de Bill Gates, etc., etc. Los críticos critican, porque no les entienden, a los tozudos desgobernantes celtibéricos -entre los que hay hispanos de ultramar en cargos relevantes-, que ni siquiera saben disimular.

12,4.- Adictos a la lysenkiana ciencia económica del capitalismo de Estado en que han sido formados o deformados, según se mire, socialistas y podemitas -recuérdese que el doctorado del Sr. Sánchez es en Ciencias Económicas-, saben a ciencia cierta, que la mejor manera, quizá la única, de afrontar los descalabros económicos y subsistir, consiste en subvencionar todo lo susceptible de ser subvencionado para tenerlo atado y bien atado. La ciencia económica, abstracta como todas las ciencias, es en cierto modo una ciencia de la salud, que depende de la situación económica. Y «es desolador, escribe otro director de periódico, el Sr. Bieito Rubido, que nos sigan penalizando fuera de España las mentiras de Sánchez en la gestión del virus, y que la prensa internacional lo empiece a retratar como un mentiroso compulsivo capaz de utilizar a la OCDE como coartada para pervertir la cifra de tests practicados en España». Sin embargo, no es casualidad que esté la nación en manos de las cuadrillas del duunvirato: es la lógica de la transición. La lógica del consenso que da sentido a sus actos compensando sus inmensas carencias personales.

Hablan de democracia hasta sin venir a cuento. Lo peor es que no lo hacen para engañar, sino porque no tienen la menor idea de lo que significa esa palabra

13.- Los demócratas avanzados Lenin y Trotsky intensificaron el desgobierno antes de conseguir adueñarse del poder central Predicaron, por ejemplo, la autonomía y casi independencia de todas las regiones y nacionalidades reales existentes en la inmensa Rusia y asesinaron al zar y su familia para cortar los vínculos de fidelidad y lealtad. Los totalitarios no necesitan ser especialmente inteligentes. Sobre todo, cuando son ya los dueños de la máquina estatal. Les basta el instinto de poder que tiene cualquiera. Es como un afrodisíaco, decía Kissinger. Fue el caso de Hitler, aunque éste no era precisamente necio ni inculto ni lo eran sus opositores: no vinculados por un consenso político, fueron engañados en una situación determinada por la crisis económica del 29 -como la que se prevé en el mundo y singularmente en España, de etiología empero muy distinta y en un Zeitgeist diferente- y circunstancias políticas como la caída de la Monarquía, la amenaza de desintegración de la unidad alemana -al principio Baviera, finalmente Prusia- y la desmoralización general. Era necesario un poder fuerte -la necessitá de Maquiavelo- y los alemanes empobrecidos y asustados votaron a Adolfo Hitler, que era sincero y renegaba de la democracia. Algo que no harían para no despertar sospechas, el duunvirato del Dr. Sánchez y el Dr. Iglesias ni sus cuates. Muy al contrario. Hablan de democracia hasta sin venir a cuento. Lo peor es que no lo hacen para engañar, sino porque no tienen la menor idea de lo que significa esa palabra.

14.- Lo que sí saben, es que la epidemia les proporcionó la oportunidad de ejercer su poder narcisista que seguramente les erotiza. No es casual que, traicionados quizá por el subconsciente, comparen el estado de alarma coronavírico con un estado de guerra, en el que todo es admisible, si es total. Forma de guerra en la que debe pensar el gobierno en vista de su actitud contra quienes protestan contra su estupidez, la manipulación de la pandemia y su vocación totalitarias. También decía Sun-Tzu, que era chino, pero no un virus: El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar”. El lenguaje bélico ayuda.[24]

La alarma por motivos eróticos e ideológicos no ha impedido que sea España el país más infectado y con más muertos proporcionalmente a causa de la epidemia. En cierto modo, la ha alentado el duunvirato con su más que deficiente gestión, quizá delictiva, piensan bastantes juristas, como si estuviese aliado con el virus. España es el segundo centro difusor después de China. Pero tiene la ventaja de fomentar la irresponsabilidad social de forma que los gobernados abdiquen sus responsabilidades en los gobernantes. Tensionar mantener a la tensión –una consigna del Lº Rodríguez- entre el miedo y la esperanza creando un estado de pánico, facilita al gobierno tener libres las manos para hacer lo que se le ocurra. Por ejemplo, contagiar su infantilismo bolivariano a una sociedad muy infantilizada después de cuarenta años de consenso y cansada de avanzar ad kalendas graecas hacia la democracia.[25]

15.- Los duunviros han imaginado y creado dos comisiones parlamentarias cuyos nombres parecen inventados por Orwell. Una “para la reconstrucción” (¡¿?!), denominación, según Amando de Miguel, de otra similar inventada por Stalin; la segunda, “para la nueva normalidad” (¡¿?!) dirigida por un apparatchik inútil público y un experto experimentado en leninismo; se supone que para disciplinar al pueblo después de reconstruir lo destruido.

Los Tribunales, si no se ponen de perfil, de lo que sea acusado el Constitucional por alguna sentencia considerada absurda, son en todo caso impotentes

La sociedad civil desvigorizada por el consenso sovietizante no existe y las otras instituciones pertinentes del poder ejecutivo, la Monarquía, el Ejército, están mudas en una situación devenida tan anormal por la actuación y la actitud del gobierno, que excede mucho a la provocada por la pandemia. Se limitan a contemplar el espectáculo. Tanta paciencia puede parecerle al pueblo tancredismo y a los mal pensados complicidad, o, lo que es peor, debilidad: los pueblos desprecian a los débiles.

Los Tribunales, si no se ponen de perfil, de lo que sea acusado el Constitucional por alguna sentencia considerada absurda, son en todo caso impotentes. Pero afines al gobierno tachan ya a los jueces no complacientes de “burgueses fascistas” en tono de amenaza y algunos simpatizantes dictan sentencias poco conformes a derecho y a la justicia.

“La teología, decía Donoso Cortés, es la luz de la historia”. Pero la Iglesia española, no ha sido precisamente la “luz de Trento” que decía Menéndez Pelayo, en la transición. Respetada antes de estar mediatizada por la Conferencia Episcopal, una especie de Parlamento bis, ni está ni se la espera. Renunció hace tiempo a ejercer libremente su legítima auctoritas religio-sa y moral y es mejor que se calle en vez de apelar al espíritu de la transición o a la Consti-tución como si fuese el Evangelio.

Por fortuna, la incultura de los desgobernantes parece ser enciclopédica, aunque abundan doctores y profesores. Como no tendrán idea de que existió Napoleón, ignoran que, cuando no quería que se resolviera algún asunto, nombraba una comisión.

16.- La situación del mundo y España no es comparable a la de Rusia en 1917, a la de Alemania en 1933, a la del Chile de Allende, a la Bolivia con Evo Morales o a la de la Venezuela de Chávez. Pero con todo, la historia es magister vitae y ayuda a comprender el tiempo histórico. La peste ha sacado muchas cosas a la luz, ha abierto muchos ojos, aguzado los oídos y puede suscitar un cambio de tendencia, como decía Ranke, o un cambio de trayectoria, como prefería decir Julián Marías. Cambio que puede ser tan radical, que anonadaría, reduciría a la nada las religiones políticas, cuya punta de lanza es la socialista, que han marcado la historia desde la revolución francesa; sobre todo en el siglo XX, el siglo del totalitarismo. Y no por cierto mediante una contrarrevolución, sino, con palabras de Xavier de Maistre, como “lo contrario de la revolución”. Como un cambio psicológico, es decir, estético.

[1] Démocraties. París, Calmann-Lévy 1985. Desaparecida la URSS en 1989 y divulgadas sus lacras, la religión comunista se desentendió del dogma de la lucha de clases fragmentándose la democracia popular en numerosas herejías. Aparte de la igualitaria, tan temida por Tocqueville porque pervierte las libertades, y es el comodín de todas las falsificaciones de la democracia, las más destacadas parecen ser en este momento: la democracia genital que habían dado ya la luz las revoluciones de 1968, como otro comodín, la bolivariana, la islámica, la feminista con variantes como la LGTBI y la abortista tan caras a la ONU como la ecologista. Todas frecuentemente mezcladas. Podría hablarse también de la democracia medicalizada y la sanitaria descubierta por la epidemia del coronavirus. La más abarcadora es la totalitaria de la gobernanza dirigida por expertos o ingenieros sociales: la democracia tecnocrática.

[2] Después de 1945, prosperó en Europa el consenso socialdemócrata para hacer frente a la amenaza comunista. Su «izquierda» socialista avanzó hacia el progresismo, la “derecha”, generalmente demócrata cristiana, siguió sus pasos y Europa es progresista, pero más marxista que leninista. Los gobiernos son hostiles al pueblo: impuestos, legislación infinita que condiciona la conducta y destruye el consenso social, etc. La respuesta del pueblo son “populismos” combativos. En España, donde el principio rector del consenso socialdemócrata es la democracia avanzada, al final, en este momento, es decididamente leninista bolivariana. La única respuesta popular son tímidas “caceroladas”, que expresan, según el gobierno, el egoísmo de señoritos y burgueses privilegiados.

[3] El consenso es de izquierdas conforme al imperativo constitucional de establecer la democracia avanzada. Es sabido que don Adolfo Suárez prometió a don Felipe González no representar a la derecha, pues su idea era superarle por la izquierda, que el Sr. Aznar afirmó «yo nunca he sido de derechas», y que el Sr. Rajoy no quería liberales ni conservadores en su partido. Configurado el consenso como una oligarquía de oligarquías sin competidores, es una dictadura disfrazada de pluralismo. La novedad de la política del partido socialista dirigido por el Dr. Sánchez parece consistir en manipular a los demás para fagocitarlos poniendo fin a la ficción del pluralismo, la coartada del consenso

[4] Se ha abusado tanto de palabras como facha, fascismo y franquismo, que, se dice, suenan como un piropo, por lo que debieran sancionarse o prohibirse en virtud de la ley de violencia de género.

[5] Libertaddigital.com (7.VII.2019). La pseudopolítica del consenso político instalado como una nomenklatura hace unos cuarenta años suplantando al natural consenso social, enmascara el revolucionarismo legalista descrito por A. de Miguel en ese artículo: la política se ha reducido para los viejos partidos españoles a algo semejante a un inveterado juego de envite. Cada partido juega con las cartas que le ha proporcionado el azar de las elecciones. El objetivo real de los partidos con posibilidad de decidir el nuevo Gobierno no es tanto ganar como seguir jugando, un placer en sí mismo. Haría falta una nueva política para que los gobernantes dejaran de preocuparse por lo que ahora de verdad les interesa: aposentarse en suculentos cargos y nombrar a ciertos conmilitones para otros puestos. Para ello tendrían que contar más con partidos de nuevo cuño (como Vox), más cercanos a la vieja idea del servicio público. El problema, en el que no entra de Miguel, es que ese consenso es incompatible con la idea de servicio público. Se consensuó para asentar la oligarquía, cuyos representantes principales -Monarquía, partidos, sindicatos- constitucionalizó.

[6] El compromiso, de compromissum, comprometerse con otro, es la clave de la política liberal. Vid. B. de Jouvenel, Teoría pura de la política. Madrid de Occidente, 1965. El consenso político, advertía Ayn Rand en los años sesenta del siglo pasado, es la nueva forma del fascismo Suplanta el espontáneo consensus omnium (Cicerón) basado en la confianza mutua o amistad civil, que hace posible la convivencia -que no es lo mismo que la coexistencia- entre gentes que no se conocen y se respetan.

[7] Es la tercera reinstauración de los Borbones desde que Carlos IV y Fernando VII regalaron España a Napoleón. La juancarlista renegó de su legitimidad de origen (la voluntad de Franco) en la ley de la memoria histórica, pero no ha ganado la de ejercicio y, tal como están las cosas, es dudoso si será la definitiva o la última. Aunque consiga superar el antimonarquismo sanchista, podemita e independentista, el Zeitgeist republicano imperante en todo el mundo, la indiferencia o republicanismo de las nuevas generaciones de españoles y su pasividad política no facilitarán su continuidad. Parodiando a Emiliano Aguado, autor de La República, último disfraz de la Restauración (Madrid, Editora Nacional 1972), la III República de la coalición gobernante podría ser, como la II, un disfraz de la reinstauración juancarlista con un resultado empero muy distinto: leninista bolivariana. Pues no hay ningún partido que postule la República nacional.

[8] Cf. D. Negro, “La tiranía del consenso”. Razón Española. Nº 143 (2007). La crítica del consenso establecido en España tras la muerte del general Franco, es central en el pensamiento de Antonio García-Trevijano. El resultado es un Estado inequívocamente de izquierdas mucho más radical que el descrito por C. Jung/T. Gross en Der Links-Staat. Rottenburg Kopp Verlag 2016. La naturaleza del Estado es la neutralidad, sin perjuicio de que los gobiernos sean de izquierdas o de derechas. Un Estado no neutral deviene inevitablemente tiránico y la política del consenso consiste desde el primer momento en “Izquierdear”, apartarse de lo que dictan la razón y el juicio según el DRAE. Vid. E. Gallego, “Izquierdear”. El Debate de hoy (28.I.2020)..

[9] Se calcula que, desde el inicio de la pandemia, el Gobierno ha dictado más 180 normas especiales no rara vez contradictorias, sin contar las autonómicas. Sobre las vulneraciones de la Constitución y las leyes, C. Ruiz Miguel, “Crisis del coronavirus: ¿está en riesgo el Estado de Derecho?” Periodista Digital, 13.V.2020. Cabe preguntarse: ¿prosperarán las numerosas demandas y querellas contra los gobernantes? En los casos afirmativos, ¿quién indemnizará a los recurrentes? ¿los gobernantes o el Estado (o sea los contribuyentes)? ¿Y qué pasará, si prospera alguna querella y alguno o algunos de los gobernantes es condenado como delincuente? Esta posibilidad, ¿no les incitará a aferrarse al poder y utilizarlo sin límites? Es a lo que apunta el real decreto-ley 16/2020, de 28 de abril (BOE del 29), de «medidas procesales y organizativas para hacer frente al COVID-19 en el ámbito de la Administración de Justicia». Los demandantes y querellantes no podrán acudir al juez natural, sino a un juez especial, designado con criterios también “especiales” por el gobierno. Vid. R. Grau Morancho, “El Gobierno «okupa» la Justicia buscando su impunidad judicial”. Panam Post (15. V. 2020)

[10] Por ejemplo, Alfonso Ussía: «Todo empezó con los complejos de inferioridad en la transición, escribe Alfonso Ussía. Complejos de la UCD. Con los años finales del socialismo de Felipe González. Con la soberbia, la entrega al nacionalismo catalán de Pujol, protagonizada por Aznar, el que se sabía rodear de los mejores. De los mejores ladrones, quiero decir. Con el desastroso período de Zapatero. Con la corrupción heredada que no ha querido atajar Rajoy. Con el PSOE enfangado hasta las cejas con sus ERE. Con la reaparición del estalinismo en España, y la exaltación de la venganza. Con unos políticos que se han aplicado en restaurar la guerra finalizada ochenta años atrás. …. España está inmersa en un golpe de Estado. Los golpistas están en el Gobierno, en Podemos, en el comunismo, en lo que queda de la ETA, en el nacionalismo y en el separatismo». “El precio es España”. Verdades Ofenden (18.V.2020)

[11] Misa negra. La religión apocalíptica y la muerte de la utopía. Barcelona, Paidós 2008. Al principio. Gray tiene en cuenta el libro de 1957 de N. Cohn En pos del milenio: revolucionarios, milenaristas y anarquistas místicos de la Edad Media. Barcelona, Barral 1972. «La verdadera historia de la humanidad es una historia religiosa que se remonta al canibalismo primitivo», corrobora R. Girard desde otro punto de vista en Los orígenes de la cultura. Madrid, Trotta 2006. III, 4, p. 101.

[12] A. Valladolid, “Covid-19, el ‘procés’ español”. Vozpopuli.com (7.V.2020).

[13] Elementi di scienza política. Roma, 1896 (1ª parte) y 1923 (2ª parte). G. Mosca, La clase política. Selección e introducción de Norberto Bobbio. Fondo de cultura económica. México 1975.

[14] Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna. Buenos Aires, Amorrortu 1972. La ley de bronce de los salarios y la lectura de Renan, quien consideraba el sufragio universal una ley de hierro que degrada la política al impedir la selección de los mejores, pudieron sugerirle a Michels llamarla así. Donoso Cortés la había anticipado en cierto modo. Cf. E. Gallego García, Estado de disolución. Europa y su destino en el pensamiento de Donoso Cortés. Madrid, Sekotia 2017. I, 1, p. 28. Bujarin –condenado a muerte en uno de los procesos de Moscú-, aplicó el estudio de Michels a la sacrosanta cofradía del partido comunista soviético y llegó a la misma conclusión. Lógicamente, se ocultó.

[15] Vid. “La oligarquía, forma trascendental del gobierno”. Revista de Estudios Políticos. Nº 205 (1976). La partitocracia. Madrid, Instituto de Estudios Políticos 1977. J. M. Ortí Bordás, Oligarquía y sumisión. Madrid, Encuentro 2013. D. Negro, La ley de hierro de la oligarquía. Madrid, Encuentro 2015.

[16] Al parecer, estaban previstos 100.000 millones de euros antes de oficializarse la epidemia. No se sabe si incluyendo o no las comisiones, débito o impuesto paralegal implantado como un peaje desde los albores del consenso. La Ley de Cambio Climático y Transición Energética es otro proyecto en tramitación.

[17] Cf. J. M. Ortí Bordás, Revoluciones imaginarias. Los cambios políticos en la España contemporánea. Madrid, Encuentro 2017

[18] El comunismo arrasó el medio ambiente y machist y belicoso, perseguía a los homosexuales. Sin embargo, el ecologismo, el feminismo, el pacifismo, el movimiento LGTB son radicalismos de izquierdas.

[19] Lo notaba Chantal del Sol, que conoce bien España, hace unos cinco años, en Populismos. Una defensa de lo indefendible. Barcelona, Ariel 2015.

[20] De M. Ayuso, vid. De la ley a la ley. Cinco lecciones sobre legitimidad y legalidad. (Madrid, 2001) y cf. De la democracia “avanzada” a la democracia “declamada”. Madrid, 2018. Ambos en Marcial Pons.
[21] Vid. F. del Pino, “El confinamiento como experimento totalitario”. Expansión (15.V.2020). El confinamiento puede evitar muertes, pero puede afectar a la salud mental, fomentar la violencia doméstica y otras morbilidades dañinas para la salud. Datos que se han tenido en cuenta en Suecia, cuyo número de muertos ha sido proporcionalmente, por lo menos hasta ahora, muy inferior al de España.
[22] “Política y policía”. Disidentia (19.V.2020).

[23] Vid. el comentario de J. Mª. Rotellar, “La ruina como palanca para asaltar el cielo”. OKdiario (18.V.2020)

[24] Sobre el lenguaje belicista, J. A. Gabelas, “La podredumbre de la retórica bélica”. Disidentia (15,V.2920)

[25] Vid. L. de Miguel Ortega, “El efecto Lucifer para una post-democracia”. Verdades Ofenden.com (9.V.2020).

 

Foto: Bert Verhoeff / Anefo

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Dalmacio Negro
Nací en Madrid en 1931. Soy doctor en Ciencias Políticas y licenciado en Derecho y Filosofía. He sido catedrático de "Historia de las Ideas y Formas Políticas" en la Universidad Complutense de Madrid y de "Ciencia política" en la Universidad San Pablo CEU. He escrito una decena de libros, en el último de los cuales La ley de hierro de las oligarquías (2015) advierto sobre la excesiva capacidad legislativa de los Estados, que promulgan una cantidad ingente de leyes y medidas detallistas provocando una gran indefensión del individuo. Así, el ciudadano común se ve incapaz de conocer, y por tanto de respetar, todas las normas legales.