La necesidad y el deseo de paz entre los hombres tienen un carácter moral y radican en el seno mismo de la civilización. Sin embargo, la máxima latina atribuida al escritor romano Vegecio, Si vis pacem, para bellum (Si quieres la paz, prepárate para la guerra), ha sido, de manera realista, el principio que ha permitido la supervivencia, el desarrollo y la expansión de lo que hoy entendemos como nuestra civilización occidental.

Publicidad

Como recuerda el catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla, Francisco José Contreras, en un artículo publicado recientemente por el Centro Diego de Covarrubias:

El parágrafo 2265 del Catecismo de la Iglesia Católica establece: ‘Una guerra de agresión es intrínsecamente inmoral. En el trágico caso de que estalle la guerra, los responsables del Estado agredido tienen el derecho y el deber de organizar la defensa, incluso usando la fuerza de las armas’. Y San Juan Pablo II afirmó en un discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas (el 5 de octubre de 1995) que ‘el Magisterio reconoce la importancia de la soberanía nacional, concebida ante todo como expresión de la libertad que debe regular las relaciones entre los Estados’«.

Contreras agrega, en cuanto a lo que se considera una guerra justa:

Santo Tomás, desarrollando ideas ya apuntadas por Cicerón y San Agustín, planteó tres requisitos para la licitud de una guerra: que sea declarada por el gobernante legítimo, que tenga ‘justa causa’ (y la causa justa por antonomasia es la defensa del país frente a una invasión extranjera) y que haya ‘intención justa’ (uso de medios proporcionales al fin legítimo perseguido)”.

Volviendo a la máxima de Vegecio, si con justicia y legitimidad una nación o una alianza de naciones dentro de un marco civilizatorio en su conjunto se encuentra agredida o en peligro de serlo, lo que conllevaría la pérdida de su libertad y soberanía, tiene todo el derecho de armarse en su defensa y garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Es decir, Si vis pacem, para bellum.

El “No a la guerra” sesentayochista del extremismo izquierdista y el pacifismo hippie es compartido hoy por una gran parte de la derecha patriótica europea con consignas como “Sí a la paz, no a von der Leyen”, “No al rearme de Úrsula” o “¿Rearmar Europa? No, gracias, prefiero hospitales y escuelas”

El Parlamento Europeo acaba de aprobar Rearm Europe, el plan para la defensa de Europa presentado por la Comisión Europea, que insta a actuar con urgencia para garantizar la seguridad de la Unión. La resolución fue aprobada por una gran mayoría: 419 votos a favor, 204 en contra y 46 abstenciones.

Sin embargo, en la Unión Europea todo parece estar en el aire, todo es un dilema. En lo que, en principio, no debería generar división, como la defensa y la seguridad frente a una amenaza concreta en tiempo y lugar —una guerra de agresión en el continente con la amenaza clara y permanente por parte de Rusia hacia Occidente—, asombrosamente, tanto la izquierda como la derecha prefieren no verlo.

¿Es necesario que los gobiernos europeos gasten más dinero en armas para disponer de una sólida capacidad de disuasión frente a un agresor como Rusia? Para muchos, no. Se cuestionan el rearme, la defensa y la seguridad de los europeos, unos por motivos ideológicos y otros por razones menos claras, con sospechas de complicidad, intereses económicos o razones oscuras en juego.

Excusas para tomar posición sobran; lo que falta es la sensatez de reconocer que la tragedia que hoy parece lejana, a unos miles de kilómetros, mañana podría suceder en casa. Peligrosamente, parece que estamos volviendo a un necio nacionalismo dentro de un nuevo marco geopolítico que recuerda a los tiempos previos a la Gran Guerra.

La paz se ha convertido en un mantra repetido tanto por la izquierda como por la derecha. El “No a la guerra” sesentayochista del extremismo izquierdista y el pacifismo hippie es compartido hoy por una gran parte de la derecha patriótica europea con consignas como “Sí a la paz, no a von der Leyen”, “No al rearme de Úrsula” o “¿Rearmar Europa? No, gracias, prefiero hospitales y escuelas”. De la llamada «derecha punki» hemos pasado a la «derecha hippie» sin escala, en un retroceso alucinante de principios que, directa o indirectamente, solo favorece la agresión militar y la invasión de una nación soberana por parte de una potencia enemiga de Occidente.

Traigo nuevamente las palabras de Contreras:

Los que seguimos creyendo en algunos principios básicos de moralidad internacional (antiguallas de la Guerra Fría, según ciertos popes del hispano-trumputinismo), como la distinción entre el agresor y la víctima, la superioridad de la democracia sobre la dictadura o la aspiración a un orden mundial basado en principios que vayan más allá del egoísmo nacional más alicorto, debemos hablar ahora o callar para siempre”.

Una vez más, es pertinente recordar las palabras del conservador estadounidense Ronald Reagan:

No nos equivocamos al pensar que la paz se logra a través de la fuerza. La debilidad solo invita a la agresión. Es decir, Si vis pacem, para bellum.

No tendrás nada y (no) serás feliz

No tendrás nada y (no) serás feliz: Claves del emponrecimiento promovido por las élites. Accede al nuevo libro de Javier Benegas haciendo clic en la imagen.

¿Por qué ser mecenas de Disidentia? 

En Disidentia, el mecenazgo tiene como finalidad hacer crecer este medio. El pequeño mecenas permite generar los contenidos en abierto de Disidentia.com (más de 3.000 hasta la fecha), que no encontrarás en ningún otro medio, y podcast exclusivos (más de 250) En Disidentia queremos recuperar esa sociedad civil que los grupos de interés y los partidos han silenciado.

Ahora el mecenazgo de Disidentia es un 10% más económico al hacerlo anual.

Forma parte de nuestra comunidad. Con muy poco hacemos mucho. Muchas gracias.

¡Hazte mecenas!