Entrevista con Rachele Mussolini, concejal en Roma por Fratelli d’Italia desde 2016.

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Han pasado más de siete meses desde la victoria del centro-derecha y, a pesar de la histeria de la izquierda, no ha habido otra «marcha sobre Roma» ni ha llegado el apocalipsis.

En estos siete meses se ha instalado el nuevo gobierno de centro-derecha elegido democráticamente. Cabe señalar que en los últimos años se han formado gobiernos mediante acuerdos políticos que no reflejaban la voluntad del pueblo. Sin embargo, en estos meses el gobierno ha dado muchos pasos adelante, centrando la acción política en una visión a largo plazo y estructural, de una manera diferente a los gobiernos anteriores. Esto es posible porque el centro-derecha es una coalición cohesionada y decidida, y su duración prevista es de cinco años, salvo imprevistos. Hay, por tanto, muchas ganas de hacerlo bien y de que el cambio se perciba también en el extranjero, porque Italia es un gran país que merece ser visto como lo que es.

Estamos cerca de un cambio drástico en el escenario global y esto requiere, si no queremos vernos desbordados por los acontecimientos, que se ponga fin a ciertas divisiones que anclan a los italianos en el pasado y no permiten que Italia siga creciendo

En las elecciones locales se usó en su contra la campaña del «miedo», pero obtuvo más votos que ningún otro concejal en Roma. ¿Sigue teniendo peso su apellido o estas campañas afectan cada vez menos a los votantes?

Rachele Mussolini.Rachele Mussolini
Rachele Mussolini.

Sufrí los efectos de la campaña del miedo, pero fui la concejal más votada, aunque mi apellido sigue siendo un tema delicado. Cuando me presenté a mi segunda campaña electoral, lo hice con el mismo empuje y pasión que había mostrado en 2016, y había adquirido una mayor conciencia de los retos a los que me enfrentaría. También me sorprendió el resultado que obtuve, que fue convertirme en la concejal más votada de Roma por un amplio margen en comparación con los demás candidatos. Sin embargo, tras este gran éxito, llegaron las habituales críticas sobre mi apellido y el hecho de que solo obtuviera todos esos votos por mi filiación.

La realidad es bien distinta, todo se ha utilizado para atacar mi éxito electoral y en consecuencia a mi partido político, aunque me pregunto, vistos los pobres resultados, si esta izquierda quiere seguir con esta triste farsa. Por poner como ejemplo mi propia situación: en mi primera candidatura obtuve unos setecientos votos, mientras que en la segunda ¡nada menos que ocho mil seiscientos! Está claro que en los cinco años que pasé en la oposición, de 2016 a 2021, hice un trabajo muy apreciado por los ciudadanos de Roma.

Es curioso que la izquierda recuerde con tanto fervor lo ocurrido hace 100 años, pero aún le cueste reconocer a las víctimas de las Foibe  o asesinatos como el de Primavalle que se conmemoró hace unas semanas. ¿Hipocresía o fanatismo?

De hecho, lo que veo es que hay un doble rasero, hay víctimas de primera y de segunda. Por otro lado, me gustaría que hubiera una reconciliación nacional, ya que ha pasado mucho tiempo desde los hechos en cuestión. Creo que esto es absolutamente necesario y no sólo por cuestiones sociales; de hecho, estamos cerca de un cambio drástico en el escenario global y esto requiere, si no queremos vernos desbordados por los acontecimientos, que se ponga fin a ciertas divisiones que anclan a los italianos en el pasado y no permiten que Italia siga creciendo.

Por supuesto, quienes nos prefieren débiles fomentan este tipo de fisuras. Los partidos de centro-derecha lo han entendido bien, a diferencia de la izquierda italiana, que no ha comprendido la magnitud del problema y prefiere, por puro interés político, agitar el fantasma del «fascismo», alimentando así la fractura social entre los italianos. Siempre me sorprende cómo la izquierda italiana sigue recurriendo a este argumento en las campañas electorales, que carece objetivamente de toda crítica real.

Está en su segundo mandato como concejal en la ciudad de Roma, actualmente gobernada por la izquierda. ¿Cómo ha sido su experiencia en estos años? ¿Cuáles considera que son los mayores problemas de la Ciudad Eterna?

Estoy en mi segundo mandato, desgraciadamente todavía como concejal de la oposición. Nuestra política, como grupo capitolino de Fratelli d’Italia, es constructiva y pretende proponer soluciones concretas a los problemas de la ciudad. Por desgracia, desde hace más de 10 años, los problemas de la capital son siempre los mismos: hay graves problemas de recogida de basuras y de decencia urbana, problemas de seguridad y un servicio de transporte público inadecuado. Pero nuestras propuestas para mejorar los problemas críticos, la mayoría de las veces, no son escuchadas. A los problemas acumulados a lo largo de los años se suma la decisión del alcalde de bloquear el acceso, a partir de 2023, a casi toda la ciudad a los vehículos definidos como «no verdes». Se trata de un asunto muy grave que no solo afecta a los ciudadanos de Roma, sino también a la parte más vulnerable de la población. Desde el principio me he posicionado firmemente en contra, expresando mi desacuerdo, tanto en el ayuntamiento como a través de las distintas redes sociales, consiguiendo un gran número de seguidores.

Así que, por desgracia, los problemas no se solucionan, sino que empeoran; en resumen, el alcalde Gualtieri, máximo exponente de la izquierda italiana, no está haciendo un buen trabajo.

En muchas capitales europeas, la izquierda quiere imponer el modelo de “ciudad de quince minutos”.  ¿Qué opina de esta idea?

El concepto de “ciudad de quince minutos” es un modelo urbanístico con aspectos controvertidos, y conceptualmente también es interesante cuando tiende a mejorar la calidad de vida de las personas. Pero en realidad, el modelo que se pretende aplicar a Roma parece más bien una forma de limitar la circulación de los romanos. En cualquier caso, el problema no se plantea porque el alcalde Gualtieri, a pesar de sus promesas al electorado, ha hecho poco o nada después de dos años de mandato con respecto a la “ciudad de quince minutos” y, hasta la fecha, puede decirse que eran palabras con poco contenido; en resumen, estaba contando un sueño a los ciudadanos para salir elegido. Hay que recordar que Roma afrontará en breve importantes acontecimientos internacionales, como el Jubileo, y no debe estar en absoluto desprevenida en la fase organizativa, e incluso los que estamos en la oposición estamos poniendo nuestro granito de arena, porque el bien de la ciudad es lo más importante. Otra cita muy importante para la ciudad es la posible asignación de la Expo 2030 y, naturalmente, mostrar indecisión en la fase organizativa de los eventos no beneficia a la candidatura. Espero que la elección de Roma sea apoyada por todos los estados europeos durante la votación final de los miembros del BIE (Bureau International des Expositions), que tendrá lugar en noviembre de 2023, de lo contrario sería una nueva y muy fea muestra de desunión entre los países europeos.

Volviendo a la “ciudad de quince minutos” en Roma, simplemente no existe, y actualmente sólo está presente en la ferviente imaginación de esta mayoría, el Partido Demócrata, que intenta gobernar la ciudad a base de eslóganes sin realizar lo prometido en la campaña electoral, mostrando, una vez más, la pérdida de contacto con la situación real en la que se encuentran los ciudadanos de Roma.

¿Qué ha cambiado en Italia desde la elección de Giorgia Meloni como Primera Ministra?

Tras la elección de Giorgia Meloni, se produjo un cambio inmediato en la política exterior de Italia. De hecho, hay que subrayar que nuestro país se había mostrado especialmente pasivo ante las decisiones tomadas en Europa, que a menudo han ido en contra de nuestra realidad económica y social. En este sentido, diría que es necesaria una renovación de las instituciones europeas, que parecen alejadas de las situaciones reales que viven millones de italianos y europeos. Por supuesto, Italia y el Gobierno de Meloni por sí solos no pueden dar este giro, pero es una señal importante que puede conducir a un debate encaminado a mejorar situaciones que no funcionan.

Me gustaría subrayar que la situación en el mundo evoluciona constantemente y el equilibrio de poder, entendido tanto militar como económicamente, ha cambiado profundamente. El histórico bloque occidental no puede pensar que sigue teniendo la amplia brecha tecnológico-económica que le situaba en una posición tan claramente ventajosa. Muchos países, a diferencia de Italia, han adoptado políticas muy centradas en los intereses nacionales, por lo que ahora es necesaria una unidad de propósitos lo más compartida posible y que no perjudique desproporcionadamente a unas naciones en beneficio de otras, como ha ocurrido en los últimos años. Esto sigue siendo así en Europa, pero no sólo eso, sino que espero que pueda establecerse un diálogo con los distintos representantes de los gobiernos nacionales para superar ciertas tendencias. Por tanto, el gobierno de centro-derecha de Giorgia Meloni pretende reforzar los intereses italianos, para que quienes tengan la voluntad de vivir en Italia estén mejor, sin llevar a cabo políticas agresivas hacia otros países europeos y también hacia otras naciones del mundo. Existe la posibilidad de que en un futuro próximo volvamos a bloques al estilo de la “guerra fría”, esta perspectiva no me parece la más deseable, hay que buscar una interconexión justa entre las distintas naciones sin borrar sus respectivas tradiciones y evitando imponer teorías discutibles (“género”, “woke”, “cultura de la cancelación”, etc.).

¿Y en Roma?

El impacto de este espíritu renovado en Roma es ciertamente positivo y contribuye a su realce tanto a través de un renovado atractivo como de acciones gubernamentales concretas. Roma es una ciudad única en el mundo, sus peculiaridades son innumerables, y el Gobierno de centro-derecha es muy consciente de que hoy, para hacerla lo más eficiente posible, es necesario aplicar la Constitución italiana y convertirla en una “Roma Capitale”, dotando así a la Administración capitolina de más posibilidades legislativas. Por tanto, es necesario dotar a Roma de más competencias y recursos para resolver los problemas que afectan al territorio metropolitano.

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