Stanislav Aseyev es un escritor y periodista ucraniano, licenciado en filosofía y máster en estudios religiosos por la Universidad de Donetsk. Autor de una colección publicada de cuentos y de una novela “El elefante Melchor”, empezó a informar sobre lo que estaba ocurriendo en Donetsk entre 2015 y 2017 (bajo el seudónimo de Stanislav Vasin) para el periódico Mirror Weekly y otros medios ucranianos, razón por la que fue detenido e internado en una cárcel secreta durante más de dos años. Aseyev fue liberado en un intercambio en diciembre de 2019. Sus despachos desde la República Popular de Donetsk fueron recopilados y publicados bajo el título “In Isolation- Dispatches from Occupied Donbas” (En Aislamiento – Despachos desde el Donbás ocupado) y posteriormente publicó un libro relatando sus experiencias en el campo de tortura, “The Torture Camp on Paradise Street” (El campo de tortura de la calle Paraíso).

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Desde su liberación, Aseyev participó activamente en la lucha por los derechos de los cautivos de prisiones ilegales en Rusia y en los territorios ocupados, interviniendo en distintos foros como el Consejo de Europa o la Conferencia de Seguridad de Múnich. También fundó Justice Initiative Fund para localizar a los que habían dirigido Izolyatsia y sitios similares, y a otros criminales de guerra. En 2023, Aseyev se alistó en las Fuerzas de Defensa Territorial de Ucrania como soldado de infantería. A finales de abril, mientras servía en la 109ª brigada de defensa territorial separada, recibió una contusión durante los combates en Donbás, por lo que fue enviado a retaguardia para recuperarse. En ese período, antes de su regreso al frente, hicimos esta entrevista.

“Las principales tareas aquí son sobrevivir después de que el deseo de vivir te ha abandonado y ya nada en el mundo depende de ti, preservar tu cordura mientras te tambaleas al borde de la locura y seguir siendo un ser humano en condiciones tan inhumanas que la fe, el perdón, el odio e incluso los ojos fijos de un torturador con su víctima se cargan de múltiples significados”.

The Torture Camp on Paradise Street

En 2014 su ciudad es ocupada por milicianos prorrusos, pero usted decide quedarse. ¿Por qué?

En 2014 me quedé en Donbás principalmente por circunstancias familiares. Yo era el único hombre de la familia y era responsable de mi madre y de mis dos abuelas. Si me hubiera ido, se habrían quedado solas en la guerra, así que no me lo podía permitir.

En junio de 2017 es detenido porque envía despachos bajo seudónimo de lo que está ocurriendo en la “República Popular de Donetsk”. ¿Cómo describiría lo que se vivía allí entonces? ¿Fue determinante la influencia de la propaganda rusa en la población?

Respecto a lo que pasaba allí entre 2014 y 2017, era como un regreso a la Unión Soviética con elementos de lo que escribía Orwell en “1984”, es decir, un bombardeo masivo de propaganda rusa para formar a la población a imagen y semejanza del “homo sovieticus”, presentando una imagen épica del pasado soviético como modelo al que había que aspirar y enseñando sistemáticamente a la población a odiar a los que estaban al otro lado de las barricadas. La propaganda estaba presente en cada paso que dabas, empezando por los grandes carteles publicitarios y su particular estilo decorativo, y terminando incluso en los pequeños medios de comunicación locales.

Se le acusa de “espionaje” y “extremismo”, y es enviado a un campo de detención secreto en la calle Paraíso, algo ciertamente orwelliano. Usted lo describe como un campo de tortura.

El campo de detención en el que estuve se llama Izolyatsia (Aislamiento), y todavía está operativo.

¿Por qué se llama “Aislamiento”? Porque durante la Unión Soviética era una antigua fábrica de materiales aislantes. La fábrica cesó su actividad en 1990, y desde 2010 albergó una plataforma para iniciativas culturales, una fundación de Arte también llamada “Aislamiento”. En 2014, tras la ocupación de las instalaciones por parte de militantes prorrusos, la fundación se mudó a Kyiv, y Aislamiento se convirtió en una suerte de campo de concentración. Los prorrusos readaptaron los sótanos y las oficinas en celdas y salas de tortura en las que, generalmente, se aplicaba la tortura con corriente eléctrica.

¿Cómo era la vida en el campo? ¿Quién lo dirigía?

En “Aislamiento” vi casi todos los tipos de crímenes de guerra: la tortura, la humillación a la dignidad humana, y también el asesinato de los prisioneros, la violencia sexual, los trabajos forzados…

Era un régimen muy duro, que fue establecido por la administración local de la RPD. El director era Denis Kulykovsky, apodado Palych*, y sus subordinados en la administración de “Aislamiento” eran en su mayoría locales, la mayoría habían pertenecido a los organismos penales/policiales ucranianos, pero también había civiles. Sin embargo, el control del campo estaba en manos del Quinto Departamento del FSB, que hoy ya opera “oficialmente” en ese territorio, ya que Rusia lo considera propio.

¿Cómo se soporta la tortura durante tres años? ¿Es posible mantener la esperanza en un lugar así?

Lo que me ayudó a aguantar fue el apoyo de mis seres queridos, porque sabía que, a pesar de que casi no tenía contacto con ellas, mi madre y mi novia me esperaban. También el odio a la administración del campo, ya que quería tomarme mi venganza y, por último, sobrevivir, salir de allí y, al menos, contar lo que había ocurrido en este lugar. Al final, lo logré y pude escribir un libro sobre ello.

Hábleme de su liberación y de su vuelta a Ucrania.

Pasé 28 meses en “Aislamiento”, después de lo cual me trasladaron a una prisión oficial, un centro en Donetsk que había sido parte del sistema penitenciario de Ucrania. Pasé 18 días allí, tras lo cual me enviaron a un campo para criminales, en el que incluso había un cuartel separado para prisioneros de guerra y rehenes civiles. El campo estaba en la ciudad de Makiivka. Allí pasé medio mes antes del intercambio a fines de diciembre de 2019.

Y respecto a cómo sucedió. No nos dijeron nada sobre el intercambio hasta el último momento, es decir, nos enteramos del intercambio justo en la mañana del intercambio en sí, pero había señales de que algo se estaba preparando; por ejemplo, el día antes nos dieron ropa de la Cruz Roja, y estaba claro que las personas que lo recibían pronto serían intercambiadas. Simplemente nos llevaron en autobuses a los puestos de control donde realmente se realizó el intercambio. La parte ucraniana entregó a los rusos a prisioneros que habían sido detenidos bajo los artículos de terrorismo o colaboracionismo y, por parte rusa, los prisioneros de guerra ucranianos y los rehenes civiles como yo, fueron devueltos al territorio controlado por Ucrania.

¿Cuántos ucranianos han encontrado un destino similar desde la invasión rusa?

Si hablamos en concreto del “Aislamiento”, varios miles de personas han pasado por allí desde 2014, tal vez dos mil o dos mil quinientos; no hay datos exactos, porque hasta el año 2017 no se realizaron intercambios grandes. Y también hay gente que salió de allí de forma privada, individual.

Si hablamos de prisioneros de guerra, sólo de Azovstal hablamos de varios miles prisioneros, sobre todo del movimiento Azov. Y sobre los civiles, es muy difícil decir un número. Es posible que nuestras autoridades tengan algunas estadísticas, aunque lo más probable es que esta información esté clasificada y nadie diga números con seguridad.

Después de todo lo que ha vivido, se unió al ejército y está combatiendo al invasor ruso en el frente. Otros que han vivido experiencias similares han hecho lo mismo, ¿dónde encuentra la fuerza para continuar?

Para los ucranianos y el Estado Ucraniano en general, la pregunta es si seguiremos existiendo y sobreviviremos, o si simplemente desapareceremos del mapa político del mundo; por lo tanto, la cuestión de dónde sacar la fuerza no surge como tal. Si no luchamos, nuestro Estado simplemente dejará de existir  y en su lugar habrá sitios como “Aislamiento”, o como otros centros de tortura que vimos en el territorio liberado de la ocupación, en la región de Kyiv, en la región de Kharkiv, en la región de Kherson… Dondequiera que han estado los rusos ha habido torturados y entendemos que, incluso si ahora nos rendimos y decimos que acabamos con la guerra y que tomen de nosotros los territorios que quieran, ellos simplemente nos mataran a todos o nos meterán en campos rusos como “Aislamiento”.

Y por eso la lucha contra Rusia es para nosotros una cuestión existencial, porque, como dijo Vladimir Putin, el territorio de la ex Unión Soviética es la Rusia histórica (para ellos). Esa es la respuesta a lo que está sucediendo. Él no necesita la región de Donetsk, no necesita Luhansk o la región de Kherson. Necesita volver a unir la Unión Soviética y Ucrania es lo primero que le impide avanzar en este camino, al menos la que le plantea una resistencia seria. Creo que en Occidente no lo entienden; no escuchan estas palabras de Putin y todavía piensan que necesita algunas regiones de Ucrania. No, él necesita los territorios de la antigua Unión Soviética. Y si Ucrania cae, luego irán Moldavia o los estados bálticos.

*Palych, que se deleitaba torturando y agrediendo aleatoriamente a los reclusos, fue detenido en la capital ucraniana el 9 de noviembre de 2021 por el servicio de seguridad ucraniano, SBU, con la ayuda de Aseyev y del periodista Christo Grozev. Palych ha sido condenado a quince años de cárcel por supervisar y participar en detenciones ilegales y en las torturas descritas ante el tribunal por más de 20 víctimas, entre ellas el propio Aseyev.

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