Hasta la invasión rusa de Ucrania, el empeoramiento de las relaciones de Rusia y China con la Unión Europea y los Estados Unidos significaba que el orden mundial corría el riesgo de conformar dos bloques rivales, como durante la Guerra Fría: europeos y estadounidenses contra rusos y chinos. Pero desde el 24 de febrero de 2022, eso ya no está tan claro. Cuanto más aumenta Rusia la violencia en Ucrania, pero también la ansiedad estratégica (al poner en alerta a sus fuerzas nucleares), más difícil se vuelve para otras potencias mantenerse completamente al margen y no aprovechar la coyuntura para ganar posiciones en sus áreas de influencia.
Los puntos calientes se multiplican. Parece ya evidente que no regresaremos a un orden bipolar, sino que avanzamos a otro multipolar. Y que, en vez de una nueva Guerra Fría, lo que despunta en el horizonte son guerras calientes. Nos adentramos en un mundo mucho más peligroso donde ningún enemigo es pequeño y donde cualquiera está dispuesto a desafiar a cualquiera.