Una de las imágenes más perturbadoras de la masacre del 7 de octubre fue ver al liderazgo de Hamás (cómodamente exiliado en hoteles de lujo en Doha, la capital de Qatar), arrodillándose y dando gracias a Alá por el éxito de la operación terrorista contra Israel. Los dirigentes de Hamás mostraban su felicidad por las violaciones, asesinatos y todas las barbaridades grabadas por los terroristas mientras arrasaban todo a su paso. Hamás no es el único grupo terrorista que ha recibido refugio en Qatar, también los talibanes fueron acogidos por el emirato. Cabalgando contradicciones, Qatar también alberga la mayor base militar estadounidense en Oriente Próximo y, de hecho, se ha convertido en una pieza clave en la política exterior estadounidense en la zona.

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El acuerdo de paz entre Estados Unidos y los talibanes del 29 de febrero de 2020, cuya consecuencia fue la desastrosa retirada final de las tropas internacionales de Afganistán, se negoció y firmó en Doha. El resultado ha sido un salto atrás en el tiempo y un Afganistán sometido de nuevo al fundamentalismo radical de los talibanes. Ahora Qatar quiere ser un actor principal en las negociaciones entre Israel y Hamás, pero ¿es un negociador creíble? Podemos encontrar la respuesta en las actividades del emirato durante estos últimos años.

Qatar ha aprovechado sus relaciones privilegiadas con Hamás para ofrecerse como un negociador imprescindible, como antes hizo con los talibanes, del mismo modo que también ha utilizado a la cadena Al Yazira para vender su visión de los conflictos y ofrecerse como intermediario de la paz. Pero ¿cuál es la verdadera agenda del emirato? ¿La financiación de la Hermandad Musulmana o el soborno de los políticos de la Unión Europea?

En 2019, los periodistas de investigación franceses Christian Chesnot, periodista de investigación del canal de radio France Inter, y Georges Malbrunot, reportero de Le Figaro, publicaron su libro “Qatar Papers – Comment l’émirat finance l’islam de France et d’Europe” (Qatar Papers – Como el emirato financia el islam de Francia y de Europa), un libro que constituía el último capítulo de una trilogía sobre el emirato qatarí precedido por “Qatar. Les secrets du coffre-fort” (Qatar – Los secretos de la caja fuerte), publicado en 2013 y “Nos très chers émirs – Sont-ils vraiment nos amis?” (Nuestros queridos emires – ¿Son realmente nuestros amigos?), publicado en 2016. Los dos periodistas, reconocidos expertos en el mundo árabe, conocen de primera el terrorismo porque fueron secuestrados en agosto de 2004 por el Ejército Islámico en Irak, y liberados tras 124 días de secuestro.

El libro muestra la intensa actividad de la ONG “Qatar Charity” en la financiación de los proyectos de la Hermandad Musulmana en Europa. En total, 140 proyectos que abarcaban la fundación de mezquitas y de escuelas coránicas, la compra de iglesias para convertirlas en mezquitas y el apoyo a asociaciones musulmanas, y que recibieron una financiación de 72 millones de euros destinada principalmente a Alemania, Francia, España, Italia y Reino Unido. Según las revelaciones de Chesnot y Malbrunot, las donaciones fueron gestionadas por la “Qatar Charity”, una ONG humanitaria dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores del emirato, subvencionada por instituciones públicas qataríes y la dinastía gobernante, los Al-Thani.

Los autores explicaron en esta entrevista la relación entre los Hermanos Musulmanes y el emirato. “A diferencia de otros países que financian asociaciones islámicas en Europa, Qatar no dispone de recursos humanos. Tiene mucho dinero, pero muy poco apoyo humano. Así que conectó con las redes de los Hermanos Musulmanes establecidas en Europa desde los años cincuenta. Nuestra investigación demuestra que existe una conexión real entre ambos. Además, los Hermanos Musulmanes están en el corazón del ADN político-religioso de Qatar. No sólo en Europa, sino en todo el mundo. Con el jeque Youssef al-Qaradawi como mascarón de proa”. Al-Qaradawi se instaló en Qatar en los años 60, tuvo que abandonar Egipto por su vinculación a la Hermandad Musulmana, y residió en el emirato hasta su fallecimiento en septiembre de 2022.

A finales de 2021, el think tank conservador “Middle East Forum” publicó informaciones que revelaban que el gobierno qatarí estaba utilizando la ayuda “humanitaria” a gran escala para distribuir casi mil millones de dólares a organizaciones islamistas de todo el mundo. Los datos examinados por el MEF contenían cerca de 46.000 subvenciones concedidas por la Asociación Benéfica del jeque Eid Bin Mohammad Al Thani, también conocida como Eid Charity, a 288 organizaciones islámicas entre 2004 y 2019. Uno de sus fundadores, Abdulrahman al-Nuaimi, fue designado “terrorista global” (Special Designed Global Terrorist) por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos el 18 de diciembre de 2013, por financiar y facilitar el terrorismo proporcionando dinero y apoyo material y transmitiendo comunicaciones a Al-Qaeda y sus afiliados en Siria, Irak, Somalia y Yemen durante más de una década. Según la investigación, durante un periodo de tiempo no especificado, al-Nuaimi proporcionó más de 2 millones de dólares al mes a Al-Qaeda en Irak, 600.000 dólares a Al Qaeda en Siria y 250.000 dólares a Al Shabaab en Somalia.

Su historial de donaciones no tiene desperdicio. Eid Charity financió en Yemen a organizaciones benéficas vinculadas a Al Qaeda, como Al Ihsan Charitable Society, cuyo presidente, Abdullah Mohammed al-Yazidi, fue detenido por pertenecer a la rama de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP), o Rahma Charity, designada por Estados Unidos organización terrorista y una fachada para AQAP”. En Gaza, Eid Charity donó 3 millones de dólares al Comité qatarí para la Reconstrucción de la Franja de Gaza, una organización que apoya públicamente a la Yihad Islámica Palestina, y donó otros 5 millones de dólares a la Sociedad Islámica de Beneficencia de Hebrón (ICSH), que pertenecía a una red que transfería fondos a Hamás. En 2020, la Autoridad Palestina detuvo a su líder, Fadeel Jabareen, junto a otros presuntos activistas de Hamás por distribuir ilegalmente caridad en Cisjordania. En Occidente, la generosidad de Eid Charity también ha llegado a los islamistas radicales. En el Reino Unido, la Eid Charity donó 2 millones de dólares al Al Muntada Al Islami Trust, una asociación benéfica vinculada al financiador del ISIS Nabil al-Awadi. En Francia, las donaciones de la Eid Charity terminaron en manos de instituciones de la Hermandad Musulmana, confirmando las revelaciones de los Qatar Papers.

¿Ha comprometido la estrategia qatarí la publicación de los Qatar Papers? En opinión de Christian Chesnot sí, y habría provocado que la financiación del islam en Europa pasase a manos de su aliado, Turquía: “Tienen a cabo la misma estrategia en su región, especialmente en Siria y Libia, y con respecto a la Hermandad Musulmana. Lo que es seguro es que el dinero qatarí ya no se invertirá directamente para financiar el islam político, sino que pasará por las redes de los hermanos musulmanes turcos”.

Sea como sea, el dinero qatarí no ha dejado de fluir. A finales de 2022, Qatar organizó, entre muchas críticas y denuncias de sobornos, el Mundial de futbol. Toda una muestra más del poder blando del emirato, que logró su candidatura en 2010 frente a países como Estados Unidos, Japón o Corea del Sur, pese a su nula tradición futbolística y el calor, que obligó a celebrar el evento en los meses de noviembre y diciembre. La designación de Qatar dio paso a numerosas investigaciones que revelaron que el presidente de la Federación qatarí y titular de la Confederación Asiática de fútbol, Mohammed bin Hamman, pagó hasta 3,6 millones de dólares a 30 miembros de la FIFA para asegurarse el voto favorable a Qatar. Ha sido, hasta ahora, el mayor escándalo de corrupción en la historia del mundo, pero, a pesar de todo, Qatar tuvo su Mundial.

Sin embargo, cuando aún no se habían apagado los ecos del Mundial, saltó un nuevo escándalo de corrupción relacionado con el emirato. El “Qatargate” estalló en diciembre de 2022, con la detención de la eurodiputada griega Eva Kaili, exvicepresidenta del Parlamento Europeo, el eurodiputado italiano Antonio Panzeri y otras dos personas, en cuyos domicilios la policía incautó 1,5 millones de euros en efectivo. Según Panzeri, que decidió cooperar con las autoridades, Qatar compró a varios políticos europeos su red de influencia en las instituciones de la UE. Varios eurodiputados más han sido acusados de recibir sobornos de Qatar, y también de Marruecos, en un caso que aún no ha sido juzgado, pero que ya ha dañado gravemente la credibilidad del Parlamento Europeo. Como afirmó Chesnot, que ha seguido escribiendo sobre el emirato después de los Qatar Papers, en una entrevista antes del Mundial: “Su modus operandi es que cualquier cosa se puede comprar siempre y cuando pagues el precio”.

Qatar ha aprovechado sus relaciones privilegiadas con Hamás para ofrecerse como un negociador imprescindible, como antes hizo con los talibanes, del mismo modo que también ha utilizado a la cadena Al Yazira para vender su visión de los conflictos y ofrecerse como intermediario de la paz.  Pero ¿cuál es la verdadera agenda del emirato? ¿La financiación de la Hermandad Musulmana o el soborno de los políticos de la Unión Europea? En el caso de Israel, ¿es creíble negociar la liberación de rehenes mientras se financia a los secuestradores? La primera condición para mediar en un conflicto es no formar parte de uno de los bandos, y ese no es el caso de Qatar, habría que ser muy ingenuo para creer lo contrario.

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