Entrevista con Pedro Díaz Flores, voluntario español en la Legión Internacional del ejército ucraniano. El pasado 6 de febrero, Pedro, que se encontraba en España desde noviembre, se enteró de su propia muerte y de que había sido “desnazificado” por las fuerzas rusas en Bajmut el 25 de enero. Distintos canales rusos y muchos propagandistas del Kremlin difundieron la noticia de que “el mercenario español que vendía dedos embalsamados de soldados rusos muertos fue liquidado en Bajmut el 25 de enero. Así lo informó su hermano, Bajmut sigue dando regalos”. La noticia, como tantas otras de la propaganda rusa, era mentira.

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¿Qué pensó cuando vio su propia esquela y se enteró de su muerte?

Me enteré por un amigo, Víctor, que también estuvo en Ucrania como voluntario. “La has cascado”, me dijo Víctor. Incluso publicaron una esquela anunciando mi funeral el 1 de febrero. Lo cierto es que me lo tomé como una broma, no me lo tomé en serio.

Pedro Díaz Flores voluntario español en la Legión Internacional del ejército ucraniano

También ofrecían una recompensa por su cabeza y le acusaban de vender dedos de soldados rusos.

Sí, todo esto viene del pasado diciembre. En Navidades me escribieron varias personas preguntándome si vendía “trofeos”, dedos u otros miembros de soldados enemigos. Fueron tan pesados que al final le respondí a uno que vendía dedos por Ebay, aunque dejé claro que no hablaba en serio. Hicieron una captura del mensaje, lo cortaron para que no se leyese que era una broma y lo difundieron.

Sin embargo, el que comete todo tipo de barbaridades y las hace públicas es el Grupo Wagner.

Exactamente. Pero todo lo que ellos dicen y hacen lo achacan al otro bando. Esto es típico en la guerra.

¿Cuándo se fue a Ucrania para alistarse?

Empecé a buscar información el 25 de febrero en distintos canales de Telegram ucranianos y me encontré con el de Azov. Así que les pregunté qué documentos eran necesarios para poder alistarme en las fuerzas territoriales de Ucrania, me informaron de todo y me fui con un amigo en autobús hasta la frontera, y allí nos recogieron. Lo cierto es que en aquel momento, el 1 de marzo, todo era un caos.

Nuestro pelotón capturó a unos cuantos violadores y se los entregó al SBU (Servicio de Seguridad de e Ucrania). En sus móviles encontramos videos de las violaciones, obligaban a los maridos y niños a mirar

¿Por qué razón decidió ir a combatir a Ucrania?

Soy una persona bastante impulsiva y cuando vi lo que estaba pasando, lo que le estaba sucediendo a la gente allí, decidí que tenía que intervenir. También tengo claro que mi vocación militar me empujó a alistarme porque sabía que mi experiencia militar podía resultar muy útil. Serví cuatros años en el ejército español, en la BRIPAC, y en 2018 estuve en Irak. No me lo pensé dos veces y no me arrepiento de ello.

Tengo entendido que algunos voluntarios fueron rechazados por falta de experiencia militar.

Llegaron muchos voluntarios, pero los que no tenían experiencia militar no pudieron unirse al ejército, aunque hubo algunos que sí recibieron formación militar de la Legión Georgiana. Recibimos dos semanas de instrucción y un curso intensivo de dos días de paramedicina. Pasamos una entrevista con el jefe del batallón, firmamos un contrato de seis meses y después nos entregaron el equipo: chaleco, un viejo Ak74, dos cargadores y poco más. Todos los complementos para el arma tenías que comprártelos por tu cuenta porque no había nada.

Sí, los primeros meses Ucrania cuenta con un equipo bastante anticuado. ¿Cuándo notaste el cambio con la llegada de mejores armas?

Fue entre mayo y junio. Al principio, como te decía antes, todo era muy caótico. Se formaron milicias de civiles para combatir y fue necesario organizarlas de manera regular. No obstante, si los ucranianos no hubiesen peleado como lo hicieron, no habrían podido detener a los rusos. Los ucranianos son increíbles. Muchos regresaron a su país para luchar y creo que poca gente estaría dispuesta a dejarlo todo para ir a combatir.

Pero la Legión Internacional, a la que usted se une, está considerada como una unidad de élite.

Sí, mi unidad era Charlie Uno, dirigida por la Inteligencia Militar ucraniana, y más tarde me rotaron a Bravo Dos. Había excelentes profesionales, la mayoría eran estadounidenses y también muchos hispanos. Conocí a un mejicano al que también acusaron de vender cráneos y huesos humanos.

Primero estuve en Kyiv, donde mi unidad permaneció unos meses, y luego en el sur, que fue donde me hirieron. Recibí dos balazos, uno en el muslo izquierdo y el otro en el hombro. La bala del muslo se quedó dentro y tuvieron que sacármela en un hospital de campaña.

¿En algún momento se planteó que había tomado una mala decisión?

No, nunca lo pensé. La verdad es que me sentía muy seguro con mi batallón. Había soldados con mucha experiencia, con mucha más que yo, y nunca me planteé volverme ni que iba a morir allí.

¿Ha tenido contacto con prisioneros rusos?

Sí, capturamos a muchos rusos, pero los que hablaban con ellos eran nuestros interpretes ucranianos. Algunos eran muy jóvenes, de 17 y 18 años, y otros parecían vagabundos, muy mal equipados y con cascos soviéticos. Su armamento es obsoleto y no tiene nada que hacer frente al armamento occidental. Eso está marcando la diferencia en la guerra.

¿Y con la población civil?

Sí, además estuvimos haciendo escoltas a ambulancias y camiones que iban a centros de reparto de comida y de ropa. Conocí a muchas familias con las que aún tengo contacto. Sin conocerte de nada te ofrecían agua, comida o su casa para dormir. Te lo dan todo. Los ucranianos son fabulosos y son un ejemplo de unión, lo que hace falta en España.

¿Ha visto pruebas de los crímenes de guerra rusos, como las fosas comunes descubiertas en Irpin?

No me ha hecho falta ver fosas comunes porque he visto civiles asesinados en cunetas en la carretera, acribillados dentro de sus coches o ahorcados. También hubo muchas violaciones. Nuestro pelotón capturó a unos cuantos violadores y se los entregó al SBU (Servicio de Seguridad de e Ucrania). En sus móviles encontramos videos de las violaciones, obligaban a los maridos y niños a mirar. Cuando volví a España, la policía me pidió información sobre crímenes de guerra y les envíe todas las fotos y vídeos que había recopilado.

Además de las heridas físicas, ¿qué otras secuelas le ha dejado la guerra?

Sigo teniendo pesadillas y necesito pastillas para dormir. Al principio, cuando llegué a España, me costaba acordarme de muchas cosas y estaba obsesionado por ver las noticias de la guerra, por saber cómo estaban mis compañeros. Son recuerdos muy fuertes y a veces te desconectan de la realidad, o escuchas un ruido que te lleva al pasado. Creo que todos los voluntarios están pasando por esto.

¿Ha pensado en volver?

Sí. Tengo que arreglar algunos papeles aquí, como mi pasaporte, y después volveré a alistarme.


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