Bajo el título “How can we stem the spread of disinformation online?” (¿Cómo podemos detener la propagación de la desinformación en línea?) la fundación World Economic Forum publicaba un artículo en su web sobre los extraordinarios avances del programa, desarrollado por el MIT, Reconnaissance of Influence Operations (RIO), cuya función es detectar automáticamente narrativas de desinformación en línea.
Más allá de las supuestas excelencias del programa publicitado, esta fundación añadía prácticamente al comienzo del texto la siguiente afirmación: «The spread of disinformation via social media has the power to change elections» (La propagación de la desinformación a través de las redes sociales tiene el poder de cambiar las elecciones). En contraste con el tono pretendidamente solvente del artículo, la afirmación no estaba acompañada de ninguna evidencia o demostración: simplemente se daba por cierta. Y, a partir de ahí, se justificaba la necesidad de implantar sistemas, procesos y tecnologías encaminadas a controlar, señalar y, seguramente, neutralizar (esto es, suprimir) aquellas opiniones o contenidos que fueran considerados nocivos para la opinión pública….
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