Está en boca de todo el mundo: esta crisis provocada por la pandemia COVID-19 sólo podrá ser debidamente combatida mediante medicamentos específicos o la vacunación generalizada de la población. La pregunta que me hago es: ¿necesitamos realmente que las vacunaciones sean obligatorias?

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Pocos temas nos ayudarán tanto para alcanzar de forma tan rápida la confrontación emocional, porque los críticos de la vacunación, así como sus denostados defensores, tienen en sus mentes un sólo objetivo: quieren lo mejor para ellos y sus familias (les ruego no dejar pasar por alto el hecho de que no menciono “lo mejor para sus vecinos”). Y las dos partes hacen uso de un potente argumentario, si bien he de reconocerles desde ya mismo que tengo serias dificultades para apoyar incondicionalmente a uno de los dos “bandos”. Pero todo el mundo tiene derecho a opinar – y poner en práctica- sobre lo que cree que es mejor para sus más cercanos.

Desde el punto de vista de las libertades individuales existe el derecho a la estupidez, el derecho a confiar en el charlatán y el derecho a comportarse de forma antisocial. Efectivamente: somos libres en tanto que no ponemos en riesgo la libertad, la propiedad o la vida de los demás

La decisión de dejarse vacunar (dejar vacunar a un hijo, por ejemplo) o no aceptar una vacunación por mandato legal tiene dos motivaciones primordiales y contrapuestas: la primera es puramente personal: quiero sentirme seguro ante enfermedades / no deseo padecer las consecuencias negativas de una vacuna. Discutir sobre ello en parámetros de libertad se me antoja carente de interés. Cada cual puede hacer con su salud lo que le venga en gana. Ocurre que, como les decía, hay una segunda motivación y esta es puramente social: quien no se deja vacunar reduce la llamada inmunidad de grupo. La inmunidad de grupo (o inmunidad colectiva) describe un tipo de inmunidad que se produce cuando se vacuna a una parte de la población proporcionando protección a los individuos no vacunadosDina Fine Maron lo explica muy bien aquí.

Como ven, la inmunidad de grupo protege especialmente a aquellos que no pueden protegerse a sí mismos. Aquí están incluidas las personas inmunodeficientes, aquellas que no responden a las vacunaciones o, sencillamente, los bebés y muchos ancianos. Efectivamente: no podemos obligar a vacunarse a nadie que no desee protegerse él mismo frente a ciertas enfermedades por temor a posibles consecuencias negativas de la vacuna, pero debemos tener muy en cuenta, y quien no se vacuna de manera muy especial, las consecuencias que para terceros tiene adoptar semejante decisión.

La pandemia del COVID-19, con tasas de mortalidad que varían desde el 1,7% de India al 12,6% en Italia, supone una seria amenaza parala salud de todos y cada uno de nosotros. Si se desarrolla una vacuna segura, ¿accedería usted a vacunarse? Piense en el caso del sarampión: contrariamente a lo que popularmente solemos creer, no es una inofensiva “enfermedad infantil”, sino una enfermedad relativamente severa y altamente contagiosa, con una tasa de mortalidad en los países occidentales que oscila entre 1: 500 y 1: 1000 (para que se haga una idea, la tan temida muerte súbita de los bebés normales presenta una tasa de 1: 1500).

El sarampión es interesante porque en América el Norte y América del Sur, gracias a las campañas de vacunación, se encuentra al borde de la extinción. Piensen: todo el Norte y Sur del continente americano, lo que incluye incluso la barriada más pobre de Sao Paulo. Los brotes en USA se deben en buena parte a las comunidades que niegan la vacunación. ¡Y en España!

Y estos anti-vacunas, ¿qué argumentan? Podemos distribuir las argumentaciones en tres grupos:

  1. Los que argumentan fuertemente contra el malvado lobby farmacéutico, que gana millones, miles de millones de euros, vendiendo vacunas que no funcionan. Estas personas pueden ser probablemente encuadradas en lo que yo llamo “víctimas del comunismo popular”, algo tan típico occidental post-moderno como estúpido. La eficacia de las vacunas hoy en el mercado está sobradamente probada, sus beneficios también. Y sí, cuestan dinero.
  2. El segundo grupo, a pesar de que tiene una fuerte superposición con el anterior, se compone de quienes centran su argumentación en la inexistente eficacia de las vacunas y los daños resultantes de las mismas.  Con los miembros de este grupo es más difícil discutir, porque la discusión se asemeja a un debate sobre el calentamiento global o la discusión sobre la eficacia de la quimioterapia. Hay “científicos”, más o menos prominentes, que tratan de imponer sus estadísticas en las que muestran la peligrosidad e ineficacia de las vacunas. El problema aquí es que el lego tiene grandes dificultades para entender las premisas científicas necesarias a la hora de interpretar datos estadísticos. No se suele tardar mucho, y el debate pasa a convertirse en una disputa sobre cuestiones de fe.
  3. El tercer grupo es el de los asociales: quiero que mi hijo no padezca la enfermedad, pero el riesgo asociado a las vacunas deben asumirlo los demás. Como todos los otros ya se vacunan, no veo necesario que mi hijo lo haga. Esta configuración es simplemente anti-social en el verdadero sentido de la palabra. Pero no está prohibida.

La imposición de vacunaciones obligatorias es difícil de conciliar con una posición de defensa de las libertades individuales. La vacunación fue y sigue siendo una lesión. Tiene riesgos, unos conocidos y otros desconocidos, incluyendo el grave sufrimiento, incluso la muerte. Desde el punto de vista de las libertades individuales existe el derecho a la estupidez, el derecho a confiar en el charlatán y el derecho a comportarse de forma antisocial. Efectivamente: somos libres en tanto que no ponemos en riesgo la libertad, la propiedad o la VIDA de los demás. Me pregunto: ¿hacemos daño a alguien ya por el mero hecho de existir? Un estado que obliga a sus ciudadanos a clavarse una aguja me da miedo. Incluso mucho miedo. Creo que este es un umbral que debemos vigilar con muchísimo cuidado. Pero.

Es tiempo de buscar ideas alternativas. No hacer nada, sentarse y esperar a que el sarampión vuelva a ser endémico de nuevo es absurdo y temerario. Obligar a las personas (preferiblemente bajo amenaza policial) a vacunarse tampoco se corresponde con una comprensión liberal del papel del Estado. Los arriba mencionados marxistas populares y todólogos aficionados son, por lo general, fácilmente comprables. ¿Por qué no debería pagar el Estado por la protección del rebaño? Si pagamos los jardines de infancia, también podemos pagar esto. Por supuesto que pagar a las personas para que hagan algo que les beneficia es absurdo, pero, si funciona… pagos más absurdos hacemos vía Estado y a nadie parece preocuparle en exceso.

En un entorno de libertad los alicientes para vacunarse serían muchos: menor prima en el seguro médico (o de vida), cumplir condiciones de contratación en empresas preocupadas con el tema (o condiciones de acceso a clubs deportivos, etc…), acceso a escuelas, guarderías, …. Medidas hoy imposibles debido a la limitación a la libre discriminación, lo cual conduce a eliminar la libertad de todos sin excepción en pos de la igualdad formal y políticamente correcta.

De forma paralela se me ocurre que lo mejor es informar a la gente sobre la naturaleza no científica de la crítica generalista a las vacunas (y ya de paso a los hermanos en espíritu, como la homeopatía) A las personas hay que convencerlas de, no obligarlas a. No olviden, si la gente prefiere escuchar a los chamanes, homeópatas y otros “expertos”, sus razones tendrán (aunque nosotros no las compartamos). La ciencia y los médicos deben tener entonces mayor credibilidad para alcanzar sus fines. Credibilidad, no poder.

Mi recomendación: en cuanto dispongamos de una vacuna contra el virus que provoca la COVID-19, no lo dude: ¡vacúnese!  Porque hacer uso de mi libertad también supone hacerlo desde mi responsabilidad… con mis vecinos. No espere a que el Estado le obligue por ley: reclame su vacuna, abarrote los centros de vacunación. Si no lo hace, terminarán obligándole. Y será por el bien de muchos.

Foto: CDC


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