Con lo listos que somos y qué mal gobernados estamos. Se nos da muy bien lamernos las heridas, con lo sencillo que es querer tener una vida normal y vienen a tocar las narices (y la cartera).

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Sánchez pide perdón por la ley «sí es sí», pero no asume responsabilidad. Hasta un niño podría insinuar que, si ha hecho daño sin querer, permite recibir un golpe. No hacen falta esos extremos, pero sí la penitencia adherida al perdón. Y no es que el presidente del gobierno engañe y no sienta culpa por lo ocurrido, simplemente le da igual. Recuerden, tiene la vida solucionada, en pocos meses será un jubilado de sueldo vitalicio con un nombre en la historia. Imagino a Sánchez leyendo libros de historia para subrayar con rotulador su nombre. A mí no me hace gracia, un inútil premiado, un Barrabás. No estoy pidiendo nada del otro mundo, simplemente un gobierno que a final de legislatura deje una administración mejor de lo que estaba. Mientras tanto el PSOE, el termómetro político de España, cambia a Unidas Podemos por el PP, llegan las elecciones. Saben que la moderación da votos, pero la apariencia de moderación es más productiva, porque permite picar de todos lados. Bildu e independentistas catalanes esperan renovar sus alianzas.

Algo falla, si somos tan listos no tendríamos políticos tan tontos. Tal vez sea al revés: nos creemos muy listos y los políticos se hacen los tontos

Precisamente por otro lado Unidas Podemos no pide perdón por la Ley del sí es sí, y asume la responsabilidad de seguir luchando para que ese diseño legal vuelva al terreno de juego tarde o temprano. Es la arrogancia intelectual de treintañeras sin experiencia profesional más allá de circunloquios políticos. No es nada personal contra la juventud (yo formo parte), pero en Derecho la experiencia y prestigio reconocido es un requisito para puestos de responsabilidad y presunción de diligencia y buenas prácticas. Por algo será. En definitiva, podemos ver a Montero y Belarra en el Congreso, con gesto mártir y abrazo de película, lamentando la derogación de su ley. No es que engañen a la sociedad, simplemente piensan que tienen razón, cueste lo que cueste. El problema es que las excarcelaciones de violadores lo han provocado sus preceptos legales, y como en su lógica bienintencionada es imposible, el show debe continuar. Una mujer puede hacer cualquier cosa, y también cagarla. Si lo hubiese hecho el PP las calles se habrían llenado de sus alborotadoras violetas para recordar que los errores de los demás proceden de la maldad, y sus errores no existen, como en la Biblia.

El PP sigue en su tónica. La derecha insegura espera a que todo vaya tan mal para entrar en el gobierno. Eso de ejercer la oposición y definir de una vez sus políticas y socios, es algo que siempre le ha quedado grande. Un partido confuso que ni hace lo que debe ni cuando lo hace es a tiempo. Un partido político que amarga y frustra a partes iguales.

Yolanda Díaz es la nueva marioneta del PSOE. Interesa tener a una aliada que tenga mucho que ganar y que ya tenga deudas con el partido socialista. Ello en aras de tratar de asegurarse un futuro gobierno de coalición. Cambiar a Unidas Podemos por Sumar. Hasta el nombre de «Sumar» no puede ser más claro: sumar escaños. Un nuevo giro en «la izquierda» que juega a la especulación electoral, como otrora Errejón, Pablo Iglesias o Garzón fragmentando a Izquierda Unida. Qué pena de izquierda, que parece que sus últimos referentes útiles se encuentran en Tierno Galván y Anguita.

Vox, desde la moción, sigue siendo Vox. Cuando pasa algo polémico, ahí está. Partido de sensacionalistas y oportunistas que esperan, por obra y gracia de Dios, que la gente les vote, que abran los ojos como San Pablo. Como no hacen nada provechoso o interesante les queda el aire incendiario de Twitter y el toque irónico del matón que repite curso. No representan a nadie, representan sensaciones, y el panorama político no necesita más sentimentalismo.

Elecciones en mayo y a finales de año. Volveremos a hablar de la fiesta de la democracia. El panorama político español sigue resultando lamentable y los ciudadanos se siguen auto percibiendo cada vez más inteligentes, repelen los bulos y engaños con maestría, les dan la razón en los grupos de WhatsApp y tienen muchos seguidores en Twitter. Increíble, eh. Algo falla, si somos tan listos no tendríamos políticos tan tontos. Tal vez sea al revés: nos creemos muy listos y los políticos se hacen los tontos. Pero vendrán nuestros representantes a recordar que debemos votar, no debemos ser tontos. Tal vez sea importante recordar, in fine, que tenemos lo que merecemos, y si pensamos individualmente que no merecemos eso es que tenemos un problema con el actual sistema político y electoral.

Vota, tonto, que otro votará por ti. ¿A quién? ¿Se elige o se juega al pinto gorgorito? Votar es un derecho, y como tal depende de cómo nos cuidamos cuando elegimos. Cuídate de lo que eliges antes de esperar a que te cuiden tus elegidos. Si te da igual, vota, tonto, que eres muy listo si lo haces, ¿no lo ves? Tal vez el problema sea que no tenemos tiempo y estamos ocupados con nuestras obligaciones y quienes se presentan para ser nuestros representantes no son los mejores; bueno sí, los mejores lameculos sí. Pero si lo sabemos, no seamos cínicos y no favorezcamos esas dinámicas.

Foto: La Moncloa – Gobierno de España.


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Luis García-Chico
Luis García-Chico es un pensador y jurista español, con más de diez años de experiencia en el estudio de la mentira como línea de investigación en los campos del derecho, economía, filosofía y psicología. Autor de «Teoría de la mentira» (2022) y «Dios miente. Sobre la capacidad de Dios para mentir y engañar» (2023)..