¿Nos hemos convertido los humanos en una fuerza geológica capaz de influir en el entorno natural a escala planetaria? ¿Somos los responsables de los llamados desastres naturales como inundaciones, huracanes, sequías e incluso terremotos? ¿Hemos cambiado el clima más allá de sus fluctuaciones naturales y promovido la tierra hacia una nueva época geológica, el Antropoceno, en el que la humanidad se ha convertido en una fuerza planetaria comparable a las fuerzas geológicas y climáticas que definían las fases de la historia de la Tierra?

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La idea del Antropoceno ganó reconocimiento allá por el 2000, cuando los científicos Paul Crutzen y Eugenie Stoermer comenzaron a usar IGBP (2001) pág. 17 del documento. Sin embargo, la gran popularidad de la idea de que el hombre es responsable del nacimiento de una nueva época geológica es relativamente reciente.

La idea de que el hombre es responsable del nacimiento de una nueva época geológica, el Antropoceno, es relativamente reciente

El Antropoceno fue recibido con entusiasmo en los círculos académicos, no solo en las ciencias naturales sino también en el campo de las humanidades… y de la política. Aparecía una nueva forma de narcisismo extremo que certifica la propia verdad, de ciertos científicos, como la más alta forma de verdad, lejos de lo que deberíamos considerar buena ciencia: aquella en la que el conocimiento y la inteligencia van de la mano con la curiosidad, la apertura a cosas nuevas, la autocrítica y la continua reevaluación de lo que percibimos como real.

La primera pregunta que debemos plantearnos sería: ¿qué es una época geológica? El sistema clásico de la escala de tiempo geológica divide la historia de la tierra en eones, eras, períodos, épocas y edades. Los eones son las secciones más largas, que abarcan medio billón de años o más. Las edades son las más cortas, pero pueden oscilar entre unos pocos miles y algunos millones de años.

El Antropoceno fue recibido con entusiasmo en los círculos académicos, no solo en las ciencias naturales sino también en el campo de las humanidades… y de la política. Aparecía una nueva forma de narcisismo extremo que certifica la propia verdad, de ciertos científicos, como la más alta forma de verdad

La clasificación se basa en los hitos significativos en la historia de la tierra, como extinciones masivas y / o grandes cambios climáticos. Así, por ejemplo, el Jurásico (período geológico entre 201 millones y 145 millones de años antes de nuestro tiempo) comenzó cuando el supercontinente Pangea se separó en dos grandes masas de tierra continental. Este cambio tectónico alteró el clima de seco a húmedo y permitió a los reptiles prosperar en medio de una rica y abundante biodiversidad.

¿Una nueva época geológica a causa de los humanos?

Lo que nos lleva a la segunda pregunta: ¿somos los humanos responsables del nacimiento de una nueva época geológica?  Entre las épocas más recientes encontramos el Pleistoceno (hace 2,588,000 a 10,700 años) y el actual Holoceno (conocido como Interglacial) que comienza hace unos 10,700 años y es en el que nos encontramos en la actualidad. Algunos científicos ahora nos proponen que ingresemos en una nueva época: «Hay evidencia clara de cambios fundamentales en el estado y las funciones del sistema de la Tierra que están fuera de las fluctuaciones del Holoceno, y se deben a la actividad humana.”

Los procesos antropogénicos como la extracción de recursos, la agricultura, la urbanización y el cambio climático serían de tal magnitud que nosotros mismos nos habríamos convertido en el mayor factor de cambio del sistema de la naturaleza, por encima de los posibles cambios naturales en los sistemas tectónicos, atmosféricos y biológicos. ¿Es esto correcto?

Hay factores que no debemos olvidar: las fuerzas naturales que causan que el clima planetario oscile entre glacial e interglacial siguen activas, aunque en su mayoría funcionan en períodos de milenios y probablemente por ello nos es difícil valorarlas desde nuestra relativamente corta percepción temporal. Los geólogos han calculado que estas fuerzas provocarán el fin del interglacial actual en algún momento de los próximos 2.000 años.

Los geólogos han calculado que las fuerzas naturales darán lugar a una nueva edad de hielo dentro de los próximos 2.000 años

Ese sería el comienzo de una nueva edad de hielo que sería mucho más desafiante para el Homo sapiens y el resto de especies vivas sobre el planeta que los 0,85 grados Celsius (algunos autores postulan 1°C, otros 0,70°C) en los que la temperatura de la superficie del planeta ha aumentado desde finales del siglo XIX. Lo cierto es que en estos momentos carecemos de datos fiables que nos confirmen que debido a las emisiones de COantropogénico hayamos abandonado los niveles de variabilidad natural propios del Holoceno.

¿Prolongamos artificialmente el período interglacial actual mediante el efecto invernadero? Tampoco lo sabemos. Pero pensando seriamente en las consecuencias de un nuevo período glacial, tal vez sería bueno si lo estuviésemos haciendo.

Algo en lo que no se ponen de acuerdo los expertos en el Antropoceno es sobre cuando comienza esta nueva época geológica. Algunos sugieren que comience con la llamada «gran aceleración» del período de la posguerra mundial. Otros se remontan a la Revolución Industrial a fines del siglo XVIII o incluso al desarrollo de la agricultura hace unos 8.000 años. La gran dificultad a la hora de encontrar un momento en que la humanidad se convirtió en una «fuerza planetaria» nos dice mucho sobre las grietas en las páginas de los libros sobre el «Antropoceno».

No se ponen de acuerdo los expertos sobre cuando comienza el Antropoceno

El impacto de los seres humanos en el planeta es innegable, aumentando de forma natural a medida que aumentaron nuestra población, el consumo de recursos y la tecnología. Esto no es algo nuevo, pero no somos la única especie que ha tenido un impacto significativo en la naturaleza. No existe nada como el cianobacterioceno, por ejemplo.

El "Antropoceno" o la extrema vanidad y arrogancia humanas

Buscando el inicio del Antropoceno en la historia de la relación del hombre con su medio ambiente, los científicos parecen estar investigando algo que no tiene nada que ver con una anomalía geológica. No olvidemos que muchos defensores del concepto “Antropoceno” son sociólogos y que la idea original nace de un químico y un biólogo, no de un geólogo.

Muchos defensores del concepto “Antropoceno” son sociólogos y la idea original nace de un químico y un biólogo, no de un geólogo

El objetivo de la geología es explorar la historia del planeta a escala geológica, no a escala humana. Las rocas contienen evidencias de climas pasados, condiciones ambientales, seres vivos y movimientos tectónicos de la Tierra. Aunque es posible que algún día los geólogos del futuro encuentren rastros humanos (como el plástico, isótopos nucleares y patrones cambiantes en las capas sedimentarias) en los depósitos de sedimentos, no parece que el debate vaya por ese camino.

 

El Antropoceno como categoría política

En ausencia de argumentos de peso desde el punto de vista geológico debemos dar un breve repaso a la literatura científica sobre el Antropoceno en busca de otros argumentos que justifiquen nuestra entrada en una nueva época geológica. Algunos estudiosos admiten abiertamente que el Antropoceno es una categoría política, que señala «una crisis en nuestras categorías conceptuales fundamentales y nuestra relación con nuestro planeta«.

Algunos estudiosos admiten abiertamente que el Antropoceno es una categoría política

Cuantas más publicaciones y libros leemos, más claro queda que detrás del debate sobre las fuerzas geológicas y climáticas acecha un propósito muy diferente. Por ejemplo, uno de esos artículos científicos muy citados concluye: «La capacidad de carga de la tierra no permitirá que la población [humana] esperada se mantenga al día con los estándares de energía actuales, sobre todo porque los combustibles fósiles son un recurso limitado. Por lo tanto, una transición a una nueva forma de vida es inevitable. Y podría volver a conectar la población de la Tierra y nuestro uso de la misma de una nueva manera «.

Para la mayoría de estos autores, el concepto del Antropoceno ofrece la magnífica oportunidad de expresar su temor a la expansión progresiva del uso de los recursos y al crecimiento de la población. El «nuevo régimen» propuesto aquí se basa en rediseñar los patrones de crecimiento de la población humana sobre la Tierra y las formas y métodos de que se sirve para su supervivencia. Y justamente en ese momento en el que la ciencia nos dicta cómo debemos vivir es cuando deja de ser ciencia y se convierte en política. Ya no se trata de observar y describir la realidad del medio que nos rodea y nuestras interacciones con él: se trata de dictar cómo deben ser esas interacciones.

Cuando la ciencia nos dicta cómo debemos vivir, deja de ser ciencia y se convierte en política

El huracán Katrina, el taifún Haiyan o las sequías/inundaciones de los últimos años ya no son fenómenos climáticos destructivos, basados en los cambios de ciertas condiciones atmosféricas y oceánicas, sino principalmente consecuencia de nuestras fechorías. La naturaleza debe ser protegida de nuestras formas de vida pecaminosa, dicen, y si no nos arrepentimos para vivir en armonía con la madre Gaia, seremos responsables de todos los desastres. Los de hoy y los de mañana.

El Antropoceno, visto lo que nos cuentan sus promotores, parece más una categoría política y moral que una geológica, científica. La dosis de vanidad y arrogancia necesarias para creer que somos capaces de alterar el curso de procesos naturales que aún no sabemos describir con suficiencia es inmensa.

Necesitamos es una mejor comprensión de los fenómenos naturales, es decir, científicos que se dediquen a hacer ciencia… y no política o sociología

Lo que necesitamos es una mejor comprensión de los fenómenos naturales que nos ayude a limitar nuestra vulnerabilidad frente a ellos, especialmente aquellos que, por su carácter cíclico y la enorme amplitud temporal de esos ciclos, escapan todavía a nuestra capacidad de observación. Y para ello necesitamos científicos que se dediquen a hacer ciencia… y no política o sociología.


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