El enemigo declarado de toda forma de posmodernismo es el humanismo sobre el que se sustentaba todo el edificio ilustrado. A la declarada muerte de Dios, por obra y gracia de Nietzsche, le siguió la declaración de defunción del hombre como portador de ideales emancipatorios e ilustrados en el posmodernismo.

Publicidad

El ecologismo descansa en último término en un juicio desfavorable sobre el género humano, que habría construido un modelo civilizatorio sustentado en la explotación abusiva de los recursos naturales. Y el feminismo denuncia que tras el humanismo se esconde una visión de lo humano que oculta y oprime lo femenino.

Sin embargo si hay una forma de posmodernismo que denigra el humanismo como portador de valores superiores ese es sin duda el movimiento animalista, de gran actualidad en nuestros días y que ha dado lugar al surgimiento de partidos políticos que postulan la concesión de derechos a determinadas especies animales.

En la historia del pensamiento humano abundan ejemplos de la visión que denigra la  naturaleza  humana. Mucho antes de que Desmond Morris popularizase la consideración del ser humano como la de un «mono desnudo, en el Protágoras de Platón encontramos ya la raíz de esa visión menesterosa de la condición humana. En este mito, que tiene como protagonistas a los dos titanes hermanos, Prometeo y  Epimeteo, se apunta ya la célebre tesis de la antropología filosófica moderna que ve en el hombre un animal deficiente, cuyo nacimiento prematuro lo aboca a tener que confiar en la cultura para subsanar sus carencias naturales.

En esa indigencia biológica reside la miseria y la grandeza del ser humano. Sin el efecto potenciador de la cultura sobre nuestra precaria condición biológica no pasaríamos de ser ese mono desnudo al que se refiere Morris.

Para el posmodernismo la naturaleza humana no está dada de antemano sino culturalmente construida y, por tanto, moldeable a conveniencia

Los posmodernistas denigran la cultura y la racionalidad como rasgos definitorios de lo humano. Para el posmodernismo la naturaleza humana no es más que una forma de esencialismo. Lo humano no es algo dado de antemano, sino algo culturalmente construido y por lo tanto moldeable a conveniencia.

En el mito del Protágoras, Prometeo otorga el fuego a los hombres con el propósito de subsanar el error de su hermano Epimeteo, quien se había olvidado del ser humano al repartir facultades entre todos los seres vivos.

Los animalistas ven  en toda manifestación cultural una forma de opresión encubierta

Los animalistas, como en general todos los movimientos posmodernos, siguen la senda de Epimeto y, a diferencia de Prometeo, no se apiadan del ser humano. Reducen la humanidad a pura biología. Siguen una filosofía de la sospecha que ve en toda manifestación cultural una forma de opresión encubierta.

Si para las feministas la cultura es violencia y opresión sobre la mujer, para el movimiento animalista, la cultura sólo diferencia al ser humano respecto de cualquier animal cuantitativamente pero no cualitativamente. Mas aun, el ser humano es un depredador mucho más destructivo a causa de su condición cultural.

Para los animalistas, la racionalidad no diferencia al ser humano de los animales: lo convierte en la más peligrosa de las especies

La racionalidad, lejos de diferenciar al ser humano del resto de los animales, convierte al ser humano en la más peligrosa de las especies. Privilegiar lo humano como algo diferenciado de lo animal es catalogado por ellos de especismo, una especie de racismo hacia los animales.

La teoría evolutiva y los modernos hallazgos sobre la secuenciación del genoma humano muestran el gran parentesco biológico entre el hombre y otras especies animales, especialmente con los grandes simios. Hacer hincapié en una diferencia genética minúscula, entre el ADN humano y el de ciertas especies, para legitimar una subordinación de los animales es considerada por esta corriente de pensamiento como una arrogante forma de antropocentrismo.

Peter Singer aboga por la creación de una comunidad de iguales entre el ser humano y otros grandes simios

El animalismo descansa en una concepción utilitarista de la moral. Peter Singer, uno de sus referentes intelectuales,  aboga por la creación de una comunidad de iguales entre el ser humano y otros grandes simios.

Según sus planteamientos, la consideración de sujeto de derechos morales y jurídicos no debería descansar en la racionalidad del ser humano, sino en la capacidad de experimentar sufrimiento y ser consciente de ello, algo que según su opinión se ha demostrado que esta presente en ciertas especies animales, como pueden ser los grandes simios, delfines etc..

Para Singer, la consideración de sujeto de derechos no debería depender de la racionalidad sino de la capacidad de experimentar sufrimiento

Esta ampliación de la comunidad jurídica conlleva una minusvaloración de la vida humana. Singer defiende la eugenesia al aceptar que la vida humana del incapaz puede tener un menor valor moral que la de ciertos animales. La razón última descansa en que en ciertas minusvalías psíquicas humanas la capacidad de consciencia del propio dolor estaría supuestamente disminuida.

Aún admitiendo ese enorme y sorprendente parecido de la genética humana con la de otras especies , muy cercanas evolutivamente como son los grandes simios, no es menos cierto que la naturaleza parece sorprendernos con un hecho incuestionable. Con esas pequeñas diferencias genotípicas la naturaleza es capaz de producir asombrosas diferencias anatómicas y conductuales. Estas pequeñas diferencias biológicas determinan un salto evolutivo inmenso.

El ser humano posee una mayor capacidad cognitiva, debido a su mayor desarrollo cerebral, lo que nos ha permitido desarrollar una forma de pensamiento simbólico. Este salto cualitativo ha contribuido al desarrollo de la libertad en nuestra especie, en la medida en que el ser humano se encuentra menos condicionado por el esquema estímulo-respuesta que el mundo animal. En lo humano se da una síntesis casi perfecta entre lo biológico y lo cultural como ponen de manifiesto incluso ciertas filosofías de corte materialista.

La dimensión cultural

Los animalistas han querido contrarrestar este argumento cultural afirmando la existencia de culturas animales. La socialización animal forma parte de su acervo genético y no es culturalmente aprendida, como ocurre en el ser humano. Por otro lado, la técnica animal es fundamentalmente somática, se instrumentaliza por medio de su propio cuerpo, sin perjuicio de que algunos primates pueden manipular, de forma muy tosca, ciertas herramientas.

En cambio la trasmisión del acervo cultural en humanos es extrasomática y requiere de una mayor complejidad en su aprendizaje. De hecho es la capacidad de usar herramientas complejas la que determinó el nacimiento del denominado Homo Habilis frente al Australopitecus.

En el animalismo hay una visión antropomórfica de lo animal: intenta conferir a los animales una existencia lo más humana posible

En el animalismo hay paradójicamente una visión antropomórfica de lo animal. Los activistas animalistas intentan conferir a los animales una existencia lo más humana posible. Han creado lo que denominan santuarios animales, donde desarrollan una existencia supuestamente idílica vacas, cerdos, caballos y todos aquellos animales liberados de explotaciones agropecuarias, para otorgarles una vida similar a la de los animales de compañía.

Esta aberración natural ha sido denunciada por multitud de etólogos. En realidad los animalistas  presentan  un desconocimiento profundo de las estructuras cognitivas de muchas de estas especies y sus condiciones vitales en cautividad. Algo que también denuncian muchas asociaciones de cazadores

Muchos animalistas siguen anclados en una imagen idílica, antropomórfica y estereotipada de lo animal que está presente en dibujos animados, caricaturas, literatura etc. De ahí que no falten, incluso dentro de los defensores de los animales, quienes critiquen el animalismo como muy perjudicial para los propios animales.

La abolición de la crueldad hacia los animales sólo puede descansar en una verdadera comprensión científica de lo animal y en una verdadera re-valorización de lo humano en un sentido ético y antropológico. De lo contrario el actual animalismo no dejará de ser otro peligroso esperpento posmodernista.

Foto Charles Deluvio


Si este artículo le ha parecido un contenido de calidad, puede ayudarnos a seguir trabajando para ofrecerle más y mejores piezas convirtiéndose en suscriptor voluntario de Disidentia haciendo clic en este banner:

Artículo anteriorLas tenebrosas sombras de YouTube
Artículo siguienteVale más un buen titular que la verdad
Carlos Barrio
Estudié derecho y filosofía. Me defino como un heterodoxo convencido y practicante. He intentado hacer de mi vida una lucha infatigable contra el dogmatismo y la corrección política. He ejercido como crítico de cine y articulista para diversos medios como Libertad Digital, Bolsamania o IndieNYC.