Si la memoria no me falla, fue en noviembre de 2021 cuando Gonzalo Altozano contactó conmigo para invitarme a participar en La Alternativa, el principal programa de la noche de la nueva televisión 7nn. Como es norma no escrita en España, aceptar o no la invitación tenía implicaciones que iban más allá del simple criterio profesional. Dime con quién andas, y te diré quién eres es mucho más que un refrán: es una máxima. Una máxima sesgada, claro está. Porque puedes andar con personas muy diversas, como es mi caso, y sin embargo solo constar aquellas que son consideradas inconvenientes por la facción correspondiente.

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Lo cierto es que 7nn, apenas había echado andar, ya le habían adjudicado toda suerte de etiquetas, advertencias y alarmas. Era la iniciativa de una secta religiosa, estaba financiada por alguna organización relacionada con el franquismo, estaba al servicio de Vox, representaba a la derecha más reaccionaria…

Las leyes del mercado dejan de funcionar y el éxito o fracaso de un proyecto depende más de la voluntad de unos pocos que de las preferencias del público. Así, mientras 7nn “fracasa”, otros medios sin más méritos ni mejor gestión “triunfan” o, al menos, no tienen que echar el cierre

Ocurre, sin embargo, que yo suelo atender más a las personas, a los individuos que a las siglas o a las organizaciones. En lo que a mí respecta, Gonzalo Altozano es un buen tipo. Siempre ha sido exquisito, educado, amable, considerado y muy profesional. Y esto es lo que debería importar a cualquiera. Así que, por supuesto, acepté su invitación.

La televisión es un medio en el que es bastante habitual que se interrumpa y no haya opción a matizar o a cerrar los temas con rigor suficiente. La premura y la escaleta mandan, así que por fuerza hay que ser directo y sintético. Desgraciadamente, la mayoría de los asuntos importantes no encajan dentro de estas exigencias. Sin embargo, en La Alternativa siempre hubo bastante más espacio del acostumbrado para el matiz y la elaboración, además de pocos gritos e interrupciones, salvo que en la mesa coincidiera algún invitado que se empeñara en lo contrario.

Los presentadores, el propio Gonzalo Altozano y Juanma Pérez Noya (otro profesional como la copa de un pino), han dirigido La Alternativa con mano firme pero amable. Pese a ser dos tipos radicalmente diferentes, son maravillosamente complementarios. A ellos les corresponde gran parte del mérito de un programa que, a mi modesto entender, habría tenido futuro en cualquier otra parte del mundo o, al menos, en aquellos lugares donde todavía exista un mercado abierto, de libre acceso, y una economía mínimamente sana. Desgraciadamente, ese no es el caso de España. Y aquí es donde voy a entrar en materia.

En el programa de despedida de La Alternativa, Gonzalo Altozano reconocía que esta aventura televisiva había terminado en fracaso. En Twitter, además, lo asumía como propio. Reconocer que has jugado y has perdido, porque no has acertado con la forma de alcanzar el éxito, es sin duda una muestra de fair play que honra a Gonzalo. Sin embargo, me parece que Gonzalo es extremadamente cabal. Demasiado, diría.

Como ya he apuntado en el párrafo anterior, soy de la opinión que La Alternativa, y en general 7nn, habría tenido mayores posibilidades de salir adelante en cualquier parte del mundo donde el mercado funcionara razonablemente bien y por sus propias fuerzas. Pero ese, lamentablemente, no es el caso de España. ¿Cómo explicar, si no, que con 2,5 millones de espectadores únicos apenas hubiera ingresos publicitarios?

Más allá de la mejor o peor gestión, hay otras singularidades. Algunas son exactamente las mismas que condenan al fracaso a iniciativas empresariales de otros sectores que podrían y deberían haber sido exitosas.

Una de estas singularidades es la elevadísima proporción de pequeñas empresas que hay en España, en contraposición al anormalmente exiguo número no ya de grandes sino de medianas empresas. Algo sucede para que, al contrario que en el resto de países desarrollados, resulte tan extraordinariamente difícil hacer crecer un negocio. Y lo que sucede es que España es en buena medida un mercado cautivo, lleno de barreras de acceso, al albur de un puñado de políticos y mercantilistas.

Esta anomalía tiene consecuencias. La primera y más perjudicial en lo que respecta a la viabilidad de los medios de información es el bajísimo número de anunciantes intermedios, es decir, aquellos que ni son muy grandes ni demasiado pequeños, pero que sumados constituyen una porción muy suculenta de la tarta publicitaria.

Una de las ventajas de los medios de información más modestos de otros países, por ejemplo, es que cuentan con un mercado de publicidad secundario muy interesante que se sustenta en las medianas empresas. Ese mercado en España es prácticamente inexistente, precisamente porque existen muy pocas medianas empresas. Esto significa que los medios de información son extremadamente dependientes de un número limitado de grandes anunciantes. Y estos grandes anunciantes no siempre y no todos contratan su publicidad siguiendo criterios estrictamente técnicos. A menudo estos criterios se ven alterados por consideraciones de otra índole.

Esta situación se vuelve endemoniada cuando las necesidades de ingresos de los medios de información que no satisfacen los grandes anunciantes privados quedan a expensas de la voluntad de los anunciantes públicos, es decir de la tristemente célebre publicidad institucional. Ambas dependencias combinadas, la de las grandes compañías y la de la “generosidad pública”, constituyen una pinza perfecta. Las leyes del mercado dejan de funcionar y el éxito o fracaso de un proyecto depende más de la voluntad de unos pocos que de las preferencias del público. Así, mientras 7nn “fracasa”, otros medios sin más méritos “triunfan” o, al menos, no tienen que echar el cierre.

Por supuesto, seguramente se podría haber hecho un plan de negocio mejor, un marketing mejor, una proyección en redes sociales mejor. Sí, se podrían haber hecho muchas cosas mejor, supongo (no lo sé, no estoy al tanto de las cuestiones internas de 7nn), pero la realidad de España como mercado cautivo no desaparece por ello.

Así, por ejemplo, mientras 7nn tiene que echar la persiana, el Grupo PRISA, con una deuda que supera los 900 millones de euros, sigue adelante. Este ejemplo es quizá el más llamativo, pero no es el único. Numerosos medios de información llevan tiempo en pérdidas y, sin embargo, el sistema combinado de grandes anunciantes, entidades crediticias y publicidad institucional (políticos), de una forma u otra los sostiene. Pero detrás de esta anomalía hay una realidad aún más preocupante. La de un país económicamente exhausto, donde las actividades cercanas al poder político viven instaladas en la irrealidad y la dependencia.

Pero no quiero concluir este post sin agradecer a los inversores y responsables de 7nn, y en espacial a Gonzalo, lo que, para algunos, quizá resulte sorprendente. Y es que en esta televisión me he sentido más libre que en otros medios, a priori, liberales. Jamás he recibido indicación alguna, ni antes ni después de ningún programa, ni ningún tipo de censura o admonición. Dijera lo que dijese y defendiera la postura que defendiese cada semana, nunca dejaron de llamarme para la siguiente. He aportado mi granito de arena en la más absoluta libertad porque en La Alternativa las puertas siempre han estado abiertas a las opiniones más dispares y críticas, algo que se me antoja impensable en otras televisiones, radios o diarios… y no precisamente afines a la izquierda. Así que tiene toda la razón Gonzalo Altozano cuando afirma que los empresarios que se jugaron los cuartos en esta aventura no han tirado el dinero. Lo han perdido, que es distinto. Pero se ha hecho mucho más de lo que parece. De entrada, se ha demostrado que es posible informar y debatir sin servilismo, y que se puede tratar al público con respeto.

Así pues, mi agradecimiento a estos empresarios, y mil gracias a Gonzalo y a Juanma. Mil gracias también a esos jóvenes de oro que han trabajado delante y detrás de las cámaras, que me han hecho rejuvenecer cada semana y que, con su ilusión, me han levantado el ánimo en los peores momentos. Voy a echar de menos La Alternativa, os voy a echar de menos a todos, de hecho, ya lo hago. Ha sido toda una experiencia de pluralismo, libertad, compañerismo y aceptación del otro.