La elección de Emmanuel Macron como presidente de Francia fue una sorpresa y una esperanza.

Publicidad

Sorpresa porque removió el anquilosado edificio de gaullistas y socialistas en Francia.

Esperanza porque, mucho franceses y europeos, entre los que me incluyo, esperábamos acciones concretas que variaran el cansino y caro estatismo francés y un proyecto europeo que tomara buena nota de sus actuales defectos y limitaciones.

La música de sus discursos anuales (hay uno célebre ante el episcopado francés) parecían sugerir que estábamos ante un estadista. No un administrador como Rajoy o una gobernanta estricta como Merkel.

El Brexit y los «chalecos amarillos» demostraron que Francia seguía igual (mucho estado, muchos impuestos) y que Europa mantiene una dinámica federal que conduce a la UE a la disolución.

Hace una semana, en tono solemne, Macrón nos ha dirigido una Carta a los Ciudadanos de Europa que es una decepción. Macron no ha hecho un análisis acertado del descontento interior ni de las tensiones de los europeos con la UE: predica más de lo mismo.

Un ejemplo, Macron: «Europa, que creó la seguridad social, debe establecer para cada trabajador, de este a oeste y de norte a sur, un escudo social que le garantice la misma remuneración en el mismo lugar de trabajo, y un salario mínimo europeo adaptado a cada país y revisado anualmente de forma colectiva.»

Pero criatura, ¡si esto que propones es la URSS!

La respuesta de ayer de Laurent Wauquiez, presidente del partido de la derecha francesa los Republicanos, y, esperemos que alguna posición similar en España, inicien un debate sobre el futuro de Europa menos grandilocuente («El Renacimiento de Europa» de Macron, música con letra disonante) pero más realista.

Para salvar la UE, tenemos que pasar del platonismo al aristotelismo.

Foto: Remi Jouan


DISIDENTIA es un medio totalmente orientado al público, un espacio de libertad de opinión, análisis y debate donde los dogmas no existen, tampoco las imposiciones políticas. Garantizar que esta libertad de pensamiento pueda existir sin muros de pago depende de usted, querido lectorMuchas gracias.

Apadrina a Disidentia, haz clic aquí

Artículo anteriorHay un feminismo para la libertad
Artículo siguienteLa política enloquecida o ‘rizomática’
Guillermo Gortázar
Nací en Vitoria en 1951. Estudios en San Sebastián, Madrid y en La Jolla, California. He sido “político” cuatro años contra el franquismo por las libertades, entre 1972 y 1975. Licenciado en derecho y Dr. en historia. Después de quince años en los que trabajé en banca, enseñanza media y universidad, retorné a la actividad política en 1990: fui diputado en tres legislaturas, hasta mi dimisión en 2001; inmediatamente después, volví a mi plaza de profesor de historia en la Universidad. El cesarismo en el PP y el nulo o escaso debate político terminaron por convencerme que aquello (esto) no terminaría bien. He dedicado buena parte de mi obra reciente a criticar la deriva partitocrática que, a mi juicio, es la base de la crisis política española. Para ampliar estos puntos de vista, publico un blog diario. Sugiero consultar libros y publicaciones en mi página web personal.