La ultraderecha europea, ¿es ultraderecha? Tengo unas dudas razonables.

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El Brexit, las recientes elecciones suecas, los gobiernos de Italia, Austria y Hungría sacan del mapa político a la socialdemocracia y ponen en un brete a los democristianos.

Si no hacemos caso a la propaganda de izquierdas, no observo en la llamada ultraderecha un cuestionamiento básico del sistema demoliberal como en su día lo hicieron, y llevaron a cabo el comunismo, el socialismo sovietizante de Largo Caballero, el fascismo y el nazismo.

Los nuevos votantes de la llamada ultraderecha no cuestionan el multipartidismo ni las elecciones

Los nuevos votantes de la llamada ultraderecha, lepenistas incluidos, son nacionalistas, consideran que el Estado nación es un ámbito de libertad y seguridad que hay que mantener y defender, creen que las fronteras deben ser seguras, son partidarios de la Unión Europea pero de otra Unión Europea, sus programas económicos son más bien liberales, defienden la familia, la tradición cristiana de Europa y no cuestionan el multipartidismo ni las elecciones.

Seguro que hay en el debate político y en el activismo elementos extremistas en la derecha, pero hasta el momento, no creo que pueda decirse que el sistema demoliberal esté en riesgo por la “ultraderecha”.

Lo que está a la deriva, y se veía venir, es el diseño del stablishment democristiano-socialdemócrata de Europa.

En todo caso, creo más probable que el riesgo para Europa procede de los retos de la globalización del siglo XXI. Ante ellos surgen reacciones como el supremacismo, el separatismo y las políticas disolventes, chavistas-populistas de la extrema izquierda, que todavía reivindican a Lenin. Estos sí cuestionan el sistema demoliberal.

Foto: Dragan Tatic


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Guillermo Gortázar
Nací en Vitoria en 1951. Estudios en San Sebastián, Madrid y en La Jolla, California. He sido “político” cuatro años contra el franquismo por las libertades, entre 1972 y 1975. Licenciado en derecho y Dr. en historia. Después de quince años en los que trabajé en banca, enseñanza media y universidad, retorné a la actividad política en 1990: fui diputado en tres legislaturas, hasta mi dimisión en 2001; inmediatamente después, volví a mi plaza de profesor de historia en la Universidad. El cesarismo en el PP y el nulo o escaso debate político terminaron por convencerme que aquello (esto) no terminaría bien. He dedicado buena parte de mi obra reciente a criticar la deriva partitocrática que, a mi juicio, es la base de la crisis política española. Para ampliar estos puntos de vista, publico un blog diario. Sugiero consultar libros y publicaciones en mi página web personal.