Hace unos meses, el gran historiador de la economía mundial Gabriel Tortella*, publicó un muy oportuno y premonitorio artículo titulado De vuelta al Tercer Mundo en el que glosaba el ascenso y tránsito de España desde el Tercer Mundo al Primero, no solo en términos económicos, sino también políticos, gracias a nuestra Transición en la que: “el pueblo español mostró una voluntad casi unánime de abrazar la democracia… y con ella transitó también del Tercer Mundo al Primero”
España, que hacia mitad del pasado siglo habitaba entre ambos mundos, experimentó desde entonces un desarrollo sin par, hasta situarnos felizmente entre la veintena de países mas ricos del mundo; lo que resultó lamentablemente interrumpido por la grave crisis económica de tiempos de Zapatero que nos hizo perder una década de convergencia con el primer mundo.
Hace cuarenta años los españoles suspiraban por acceder a la condición de país plenamente europeo: ¿estamos los españoles dispuestos a desandar lo andado… para convertirnos en un paria en Europa y en un país del Tercer Mundo?
Conviene recordar al respecto que durante los gobiernos de Zapatero España consumó un tanto por ciento de divergencia en renta per cápita con la UE superior a las ganancias logradas en 22 años por González y Aznar juntos y que, si al comienzo de sus mandatos estábamos un 26% por debajo de Alemania, cuando dejó de gobernar —es un decir!— la cifra alcanzó casi un 46%. A su vez, aprovechó la ocasión para duplicar el desempleo y la deuda pública y triplicar la exterior en sus ocho años de gobierno, algo verdaderamente insólito entre los países del Primer Mundo.
Como los datos que se están exponiendo son relativos y las crisis vividas son internacionales y por tanto iguales –de partida– para todos los países, no hay excusa que pueda justificar el desastre que revelan las cifras: la hazaña fue exclusivamente española.
Y para que no haya dudas al respecto, el regreso hacia el tercer mundo protagonizado por Zapatero tuvo más alcance relativo que la crisis que atravesó el tiempo de nuestra pasada Guerra Civil, según tiene acreditado Jordi Maluquer (2016) en su España en la economía mundial. Series largas para la economía española 1850-2015.
Con Rajoy en el gobierno, España comenzó a mejorar de nuevo —no tuvo tiempo para más— su nivel de renta per cápita perdido, que aún seguimos muy lejos de recuperar, y la deuda pública se estabilizó. Con la llegada del actual gobierno social-comunista todas las decisiones adoptadas y las anunciadas convergen con las de Zapatero, así como sus ya evidentes pésimas consecuencias. La renta per cápita vuelve a alejarse de la convergencia con Europa, así como la recuperación de la economía y del empleo, mientras que el endeudamiento público se vuelve a disparar. Todo ello en términos relativos, por lo que el COVID no puede servir de excusa.
Y si la gestión socialista de la economía nos está haciendo retroceder al Tercer Mundo, en el ámbito político todo lo que sucede y se anuncia camina en la misma dirección: inhabilitación del parlamento, abuso de decretos leyes impropios de un Estado de Derecho, incumplimientos sin fin de la ley de transparencia y otras como el derecho a utilizar la propia lengua, descarada politización de la justicia, concesiones sin fin a los secesionistas, anuncios de leyes retroactivas y particulares -la negación de la Ley- al gusto de confesos golpistas, la desastrosa política educativa, y otras actuaciones totalitarias como la tercermundista expropiación de viviendas, que nos alejan cada vez más de las instituciones propias del Primer Mundo.
Para Tortella, los 120 escaños de Sánchez “le parecen más que suficientes para abolir la monarquía, dialogar sin condiciones con los separatistas y subvertir totalmente el sistema judicial…pasos decisivos para convertir nuestra democracia liberal en una república tercermundista. Hace cuarenta años los españoles suspiraban por acceder a la condición de país plenamente europeo: ¿estamos los españoles dispuestos a desandar lo andado… para convertirnos en un paria en Europa y en un país del Tercer Mundo?”.
Todavía no, pero ya comenzamos a habitar el Segundo Mundo, camino del Tercero; veamos porqué.
Después de que lograra asentarse modernamente —desde hace poco más de medio siglo— en la literatura económica la división entre países desarrollados y subdesarrollados, los sociólogos y economistas mas viajados comenzaron a darse cuenta de que la riqueza y sobre todo los rasgos —marco institucional, infraestructuras, educación, sanidad, etc.— que determinan la frontera entre el desarrollo y el subdesarrollo no estaban tan homogéneamente distribuidos como tal clasificación sugería.
La realidad es que en muchos de los países desarrollados es posible encontrar señales de subdesarrollo: zonas geográficas, instituciones y gentes alejados de los estándares de los países ricos. También es posible observar en países subdesarrollados lugares, instituciones y personas perfectamente homologables a las de los países mas ricos. Este análisis dio lugar a un nuevo concepto: “países duales”, en los que ni la pobreza ni la prosperidad estaban completamente generalizadas.
En España, la dualidad descrita que había desaparecido a comienzos de este siglo, gracias a un crecimiento económico inclusivo —de empleo y rentas salariales— y la extensión de la buena educación, está volviendo a renacer.
En la cercana España del desarrollo, los padres de entonces, como también en Finlandia, Corea, Singapur, Australia, ansiaban que sus hijos pudiesen estudiar y a ello dedicaban todos sus, vistos ahora, memorables esfuerzos, con un resultado ejemplar. Luego acomodadas en la riqueza y el Estado de Bienestar —financiado exteriormente hasta generar una deuda pública descomunal e impagable— cada vez más familias, aleccionadas por la educación socialista, se han ido desinteresando por la buena educación y los esfuerzos para buscar una vida mejor, mientras han ido abandonando por el camino la responsabilidad, la dignidad y la libertad personal para ser cada vez mas dependientes del gobierno. Todo ello está generando un clima social típico del Segundo Mundo, camino del Tercero.
Las próximas elecciones generales serán decisivas al respecto, pues los españoles decidiremos si queremos regresar al Primer Mundo, al que tan trabajosa y felizmente estábamos incorporados, o seguir la actual deriva desde el Segundo Mundo hacia el Tercero. El futuro, en todo caso, sigue todavía en nuestras manos, comenzando por Madrid el próximo 4 de mayo.
*Su libro Capitalismo y Revolución (2017) es un producto intelectual “worl class” sin desperdicio.
Foto: Matti Blume.