Para entender lo que hoy sucede en Francia hay que remontarse atrás en el tiempo y recordar la ceremonia que tuvo lugar el 21 de mayo de 1981 con motivo de la investidura de François Mitterrand como Presidente de la República. Ese día, pese a la persistente llovizna, la Plaza del Panteón estaba abarrotada por una multitud que contuvo el aliento al observar a un Mitterrand trascendente, distante, atravesar la plaza con paso deliberadamente lento, llevando dos rosas rojas en la mano mientras, a través de potentes altavoces, tronaba el “Himno de la alegría” de la Novena de Beethoven.
Desde 1981 hasta el presente, Francia ha cambiado. Los jóvenes de entonces, que recibieron alborozados el socialismo grandilocuente de Mitterrand, son hoy adultos recelosos que temen, junto con sus hijos, a la globalización y, en especial, a sus flujos migratorios. En este contexto se han celebrado las elecciones presidenciales, entre Macron y Le Pen. Y cabe preguntarse si la victoria del primero servirá para conjurar de forma permanente al movimiento lepenista o solo será una prórroga de cinco años antes del diluvio.
Con José Carlos Rodríguez y Javier Benegas.